Alcanzar los denominados Objetivos del Milenio (ODM) era uno de los propósitos que la comunidad internacional tenía pensado cumplir para este año. No obstante, a fecha de hoy, Día Mundial de la Salud, no todos los objetivos se han conseguido, de la misma manera que no se ha avanzado igual en todos los países, pese a haber resultados que muestran que, cuando la comunidad internacional quiere, se pueden alcanzar las metas propuestas.
Según el informe anual de Medicus Mundi La Salud en la Cooperación al Desarrollo y la Acción Humanitaria de 2014, las causas son múltiples: una falta de compromiso real con los ODM, cuya financiación ha sido deficitaria; una falta de indicadores fiables para poder medir los avances reales; una debilidad estructural en muchos países que no les permite alcanzar los progresos necesarios; centrarse únicamente en lograr las cifras de los ODM con estrategias verticales sin tener en cuenta la sostenibilidad de las acciones; un enfoque de la salud muy selectivo sin tener como ejes de todas las acciones el fortalecimiento de los sistemas sanitarios, entre otras causas.
No obstante, pese a que cumplir estos objetivos es una meta lejana, sí se han logrado avances en algunos ámbitos. Uno de los objetivos era reducir en dos tercios la mortalidad de menores de 5 años. Aunque todavía no se ha alcanzado este objetivo, las cifras globales de mortalidad infantil están en una continua disminución muy relevante, ya que si en 1990 morían 12,6 millones de niños y niñas antes de cumplir los 5 años, en 2012 la mortalidad infantil se situaba en 6,6 millones, según Naciones Unidas. Para 2015 se estimaba que esta cifra se redujese a 4,2 millones.
Además, hay que tener en cuenta que la mortalidad infantil no está distribuida de forma homogénea por el mundo, puesto que regiones como África subsahariana o Asia meridional reúnen más del 80% de las muertes totales. Los países que sí han conseguido reducir esta tasa de mortalidad son los que cuentan con unos ingresos medio-altos.
Esto mismo sucede con la mortalidad materna, la cual se ha reducido en un 45% entre 1990 y 2013. No obstante, siguen muriendo cerca de 300.000 mujeres al año -800 cada día- por problemas en el embarazo y parto, cuando la mayor parte de estas muertes se podrían evitar con una atención sanitaria adecuada. Las cuatro complicaciones que causan el 80% de las muertes maternas son las hemorragias graves e infecciones, la hipertensión gestacional y los abortos peligrosos. Por zonas geográficas, el 62% de las muertes maternas se localizan en África subsahariana, donde Sierra Leona registra 1.100 muertes de mujeres por cada 100.000 partos, mientras que en las regiones desarrolladas la media se sitúa en 16 muertes por cada 100.000 partos.
Según el informe de Medicus Mundi, se puede establecer una relación directa entre mortalidad materna, falta de asistencia de un profesional de la salud capacitado (médico, enfermera o partera) y disponibilidad de medios adecuados en el embarazo, parto y post parto. En ese sentido, subrayan que, aunque ha crecido del 56% al 68% el porcentaje de partos atendidos por personal cualificado en las regiones en desarrollo, es insuficiente a todas luces para poder asegurar la salud de las mujeres gestantes.
Desciende la incidencia de malaria y VIH-Sida
La comunidad internacional se ha volcado en la lucha contra enfermedades como la malaria y el VIH-Sida, una lucha que en los últimos años ha dado grandes resultados, ya que se han conseguido rebajar sustancialmente las tasas de incidencia de ambas enfermedades. No obstante, muchas veces estas iniciativas se han llevado a cabo de forma vertical, sin incorporarse realmente a las estrategias locales de salud que el propio Ministerio de Salud de cada país pretendía llevar a cabo.
Respecto al VIH-Sida, destaca la reducción lograda entre 2001 y 2012 en las dos regiones donde esta enfermedad tiene una mayor incidencia: en África meridional ha descendido un 48% y en África central, un 54%. No obstante, a pesar de estos avances, el informe Gap Report 2014 elaborado por ONUSIDA señala que en 2013 hubo 2,1 millones de nuevos casos, de los cuales el 70% se produjeron en África subsahariana, y 1,5 millones de muertes -200.000 fueron de niños y niñas-. Por lo menos, el acceso a tratamientos está en camino de alcanzar los 15 millones este año, tal y como señaló la Asamblea General de Naciones Unidas en junio de 2011.
La malaria es otra de las enfermedades que ha recibido mayor atención internacional. Según un informe mundial sobre la malaria en 2013, entre los años 2000 y 2012 la mortalidad se ha reducido un 42% -un 48% entre los menores de 5 años-. Si se mantienen los niveles de ayuda de estos últimos años, las proyecciones para 2015 sitúan la reducción de la mortalidad por malaria en un 52%, una cifra muy significativa que, no obstante, está lejos del 75% que era la meta que la comunidad internacional se puso para este año.
Por otro lado, es destacable que, aunque desde 2001 se hayan salvado 3,3 millones de vidas -el 93% en el continente africano-, se ha producido una ralentización en la disminución de la tasa de mortalidad que coincide con una menor financiación para los programas de lucha contra la malaria, ya que los expertos cifran en 5.100 millones de dólares los necesarios para esta causa y en 2012 se obtuvieron solamente 2.500 millones.
En el caso de la tuberculosis, aunque ha habido avances notables, la reducción de nuevos casos está siendo my lenta, ya que el descenso entre 2012 y 2011 es de apenas un 2%. A pesar de los avances, en 2012 se produjeron 1,3 millones de muertes por tuberculosis, de las cuales 320.000 fueron casos de personas portadoras del VIH. Además, se informaron de 6,1 millones de nuevos casos.