Bilbao- De la materia a la vida: ¿Química? ¡Química! Así se titulaba la conferencia de Jean-Marie Lehn, Premio Nobel de Química 1987, que tuvo lugar ayer a la tarde en el auditorio del Guggenheim. Organizada por el Donostia International Physics Center (DIPC), que funciona tanto con capital público como con patronos de la talla de Telefónica, la charla versó sobre una de las propiedades más inestables del universo y que, en opinión del ponente, es de interés común para todos: la vida.

¿Cómo puede ayudar la química a comprender el gran salto de la materia a la vida?

-La vida está compuesta de moléculas y la química es la base de esas moléculas. La evolución del universo hacia la vida implica que las moléculas sean cada vez más complejas y creen, por consiguiente, organismos más complejos hasta lo que definimos como seres humanos.

¿Cuál es el secreto de la vida?

-Eso es algo que interesa a todos, pero el público general tiene dificultades para darse cuenta de que la vida es el resultado de un sistema de moléculas muy complejo. Para entender los inicios hay que estudiar primero las formas más simples de vida, como las bacterias. Con el curso de la evolución biológica estas células únicas se han ido convirtiendo en agregados de células hasta interactuar en organismos. Por tanto, la vida no es ningún secreto, sino algo desconocido que acabará conociéndose.

¿Cuándo se va a dar el siguiente salto en la evolución?

-La vida es una propiedad inestable. El proceso de la evolución biológica ha llevado millones de años, pero, en mi opinión, estamos en un punto en el que tenemos el rumbo de la evolución en nuestras propias manos. El universo ha generado una entidad, que es el ser humano, que ahora es capaz de pensar por sí mismo y sobre sí mismo y comprender cómo funciona para cambiarse a sí mismo. Necesitamos saber más, pero cuando sepamos lo suficiente podremos dirigir nuestra evolución. Es apasionante, pero también conlleva una gran responsabilidad.

¿Podrían utilizarse esos conocimientos para clonar a un ser humano, por ejemplo?

-Estoy seguro de que es posible. La cuestión es, ¿queremos realmente hacerlo? Una de las riquezas de la vida es la diversidad. Lo importante de la clonación es comprender nuestro propio desarrollo y usar ese conocimiento para hacer partes suplementarias, como un corazón que sea igual que el que tenemos, o una pierna. Es decir, para repararnos como si fuéramos un coche. Después de todo, somos un mecanismo.

¿De dónde se obtendría la información genética requerida?

-De las células. Cada una de nuestras células contienen toda la información genética de nuestro cuerpo aunque se hayan diferenciado para adaptarse a una función particular. Por tanto, se podría obtener de cualquier célula y, a raíz de ahí, clonar los miembros u órganos pertinentes. Ahora, sin ir más lejos, si has sufrido una quemadura grave se hace un injerto de piel de otra parte del cuerpo. En el futuro, en cambio, se podrá cultivar la piel en un laboratorio. La biología es como un lego.

¿Podría modificarse a un ser humano para que se cure más rápido?

-No es imposible, pero es ciencia ficción todavía. Cuando tienes una herida te curas. Lo importante aquí sería comprenderlo para controlarlo y acelerarlo. En el reino animal hay ejemplos, como la lagartija, que pierden la cola y les vuelve a crecer. ¿Por qué no podemos modificarnos para que si perdemos una oreja nos vuelva a crecer? En la actualidad ya hay gente trabajando en esto, porque es muy interesante. Pero yo estoy en un ámbito anterior, en esa química sobre la que se basa la biología.

¿Estaría entonces a favor de los organismos genéticamente modificados?

-No hay ningún tomate que comamos que sea salvaje, ya que han sido genéticamente modificados a través de cruzar distintas plantas. Lo mismo ocurre con las vacas: como las salvajes no daban mucha leche, las cruzamos para que den más. Antes se conseguía cruzando unas especies unas con otras en el campo. Ahora hacemos lo mismo pero en un laboratorio y con una gran diferencia: sabemos que gen en particular queremos modificar y vamos más encaminados hacia lo que buscamos. Pero la gente les tiene miedo a los organismos modificados genéticamente en los laboratorios porque parece que es tocar la vida. Tal vez debamos llevar los laboratorios al campo.

¿Qué opina sobre el Donosti International Physic Center?

-Es un centro muy exitoso que está en el escenario mundial y que es muy conocido gracias a varias de sus investigaciones internacionales. Todo ello gracias a que han sabido invertir en los mejores cerebros, que en términos financieros es la mejor inversión. Es más, yo soy una persona bastante ocupada y no vendría a Donostia a menudo si no fuera porque es muy interesante. Euskadi está muy desarrollado en temas de física, química y el desarrollo conjunto de ambas.

¿Hay salida para la química?

-La química es una ciencia muy central y las aplicaciones están en todas partes, aunque no las veamos. Es importante tanto para los materiales como para la industria farmacéutica. En países como Alemania es muy potente, al igual que en Suiza. En el Estado también hay empresas grandes, pero no tanto.

¿Considera que la divulgación es importante?

-Creo que todos deberíamos tener una cultura científica. A menudo la gente piensa que la cultura es música, pintura o escultura, pero la ciencia también lo es. No hace falta ser científico, pero sí tener una pequeña intriga sobre cómo funcionan las cosas que hay a nuestro alrededor. De esta manera, las personas nos comportaríamos de una manera más racional y eso ayudaría a evitar guerras y a creer en cosas que van en contra del ser humano como los dogmas. La gente reacciona muchas veces como resultado del miedo, como con los organismos genéticamente modificados o los transgénicos. Tenemos que estar abiertos a todo y cuestionarlo todo espíritu científico.