MADRID. Según ha informado Policía Nacional, se han realizado un total de siete registros domiciliarios y se han intervenido 26.660 euros, dólares y libras esterlinas, 1.309 gramos de cocaína, 22 teléfonos móviles, una báscula de precisión, una plancha de prensado de una pistola de aire comprimido para balas de plomo y gran cantidad de impresos de empresas de gestión de transferencias.
Asimismo se ha procedido al bloqueo en el Estado de 15 cuentas bancarias de los investigados.La organización transportaba cada 15 días transportaban en torno a un kilo de estupefaciente por carretera desde Sagunto hasta Donostia oculto en el hueco del equipo de audio de un vehículo. El beneficio obtenido por el tráfico de drogas se blanqueaba a través un locutorio de Donostia, mediante el sistema de gestión de transferencias.
El responsable de éste llegó a tramitar en cuatro años más de 9.000 envíos de dinero emitidos por importe total de 3,6 millones de euros, siendo el principal país de destino del dinero Colombia y en un porcentaje importante la ciudad de origen de los miembros de la organización, donde remitió 3.653 envíos por un importe total de 1,8 millones de euros. Trabajaba como agente de cuatro empresas de envío de dinero y sustituía a las personas físicas ordenantes por un listado de identidades ficticias, falsificadas, o utilizadas sin el consentimiento de su titular.
La red, que ha estado activa varios años, utilizaban varios vehículos, uno circulaba por delante como coche de seguridad "lanzadera", para advertir de posibles controles policiales, otro detrás con la droga, dotado de un hueco oculto sobre el aparato de radio y, finalmente, un tercero con el jefe de la organización supervisando todo el proceso.
PARTE SE VENDÍA EN UNA CASA DE PROSTITUCIÓN
Una vez en Donostia, una parte de la droga era recepcionada por la encargada de una casa de prostitución, que la almacenaba en su propio domicilio, donde cortaba la cocaína y la preparaba en dosis más pequeñas que vendía a distribuidores de menor escala y pequeños consumidores.
También llevaba parte de la droga a la casa de citas en la que trabajaba como responsable. Allí, en connivencia con otra de las encargadas, la vendían a los clientes e incluso si eran "buenos y de confianza" se la ofrecían como regalo. La responsable de la casa de citas y su pareja conocían la actividad que tenía lugar en el establecimiento, permitiéndolo, gestionando las dosis para los clientes y recaudando el dinero tanto de la prostitución como de la venta de la droga.
La parte restante era vendida por el transportista y el hijo del jefe de la organización a otros distribuidores a pequeña escala, también de confianza, siendo el segundo el encargado de recaudar el dinero.