Al igual que nuestros ríos han vuelto esta semana a su cauce, parece que la crisis también va retirándose gota a gota pero de forma constante, apareciendo algo de resol en el horizonte. Esta semana hemos tenido en Euskadi buenas noticias sociales y económicas: el paro ha bajado de forma inusualmente fuerte para ser febrero, con todo lo que socialmente eso trae de positivo, y la actividad industrial vasca crece nada más y nada menos que un 3% en enero. Las dos noticias son objetivamente excelentes y seguro que todos nosotros las hubiéramos firmado aquella, ya lejana, Nochevieja cuando masticábamos una a una las tradicionales uvas. Aun así el drama del paro, los desahucios, y los problemas para llegar a final de mes están entre nosotros y no se pueden lanzar las campanas al vuelo por mucho que tengamos ganas de buenas noticias. Es lo que ha debido pensar el lehendakari, cuando huyendo de discursos triunfalistas (eso que hay elecciones en 80 días), ha vuelto a hacer un ejercicio de seriedad y rigor destacando todo lo que todavía queda por hacer. Creo que es oportuno denunciar que un medio de comunicación de aquí lleva meses escribiendo en sus páginas que el paro baja en Euskadi en menor medida que en España. Este medio esconde deliberadamente que la economía vasca y la española son ya dos realidades diferentes y por tanto son difícilmente comparables, o por lo menos no se pueden comparar con tanta ligereza. Voy a intentar dar algunos ejemplos, posiblemente también burdos, de esa diferencia. Rajoy, el presidente de los españoles, salta al ruedo con bombo y platillos, y califica los datos de creación de empleo de “simplemente extraordinarios”. Urkullu, el lehendakari de los vascos, los califica de buenos datos pero incide en la dureza de la situación de aquellos que todavía componen ese 14% de parados vascos y de sus familias. Rajoy, el presidente, alardea de que ha sido la construcción el principal motor que ha hecho bajar el paro en España. Urkullu, el lehendakari, se felicita y felicita al tejido industrial vasco porque lidera esa creación de empleo. Rajoy habla de que España va por el buen camino con su 24% de paro, Urkullu habla de todo lo que queda por hacer con su 14% de paro. Si fueran valores que cotizan en bolsa lo ten-dría claro: compro Urkullus y vendo Rajoys. Con las cosas de comer no se juega y con el padecimiento de los que todavía sufren, menos. Ya no es que seamos dos sociedades con muchos puntos en común pero diferentes, ya no es que tengamos líderes y forma de hacer diferentes, es que además de esto España vuelve a tropezar en la misma piedra, la construcción, y además se complace de ello. Pero, ¿no ha sido ésa, la construcción y todo lo que ella conlleva, la causante principal de esta crisis?. Pero, ¿no habíamos quedado en que era la industria y el I+D+i la que había que impulsar para crear otro modelo industrial que relanzase la economía?. De nuevo España se va a lo fácil, y desde luego me alegro por aquellos que han encontrado trabajo en la construcción que además genera mucho, sin embargo, conociendo cómo se desborda el Ebro por ahí abajo, me da que vuelven a las andadas.
Aquí, mientras, seguiremos esperando a que las políticas se vuelquen con la industria y los emprendedores para crear una verdadera economía moderna y de futuro, nuestro modelo está en el norte de Europa. España cada vez se queda más lejos. Sigamos mirando al futuro, sigamos mirando al norte de esta forma tan juiciosa y si podemos ayudar a los españoles, mejor, porque la diferencia es enorme: nosotros 14% de durísimo paro, mientras ellos soportan, aunque su presidente sale por bulerías, solo un 24% de desempleo.