Gasteiz - Recobrar nuestro auténtico huso horario racionalizaría el tempo personal, familiar, laboral y social, favoreciendo la conciliación familiar, y aumentando la productividad, además de, seguramente, hacernos en conjunto más felices, al lograr anastomosar el reloj solar, el de la muñeca y el circadiano personal. Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión por la Racionalización de los Horarios Españoles, es contundente al exponer los beneficios de este cambio en el reloj, congruente con nuestro real huso horario solar.
De hecho, el Estado español es una singularidad disonante. “Desde hace 72 años no tenemos la hora solar que nos corresponde, la del Meridiano de Greenwich”, dice Buqueras. En 1942 el régimen de Franco para congraciarse con Hitler cambió al huso horario de Berlín. Hasta entonces los relojes marcaban una hora menos que la actual, la misma que tienen hoy Inglaterra, Portugal y las Islas Canarias y la que al Estado le corresponde por su situación geográfica, ya que el meridiano de Greenwich pasa por Castellón y deja toda la península al oeste. Más todavía, Galicia, la parte más occidental de la península, podría adherirse al siguiente huso horario (GMT-1.00) pues entre Barcelona y A Coruña hay 52 minutos de diferencia solar. Sus relojes, a lo largo del invierno están dos horas adelantados a la hora solar. “La incoherencia -añade el experto- se intensifica todavía más al adoptar el horario de verano”.
El slogan Spain is different en este caso es realidad forzada; lo que es distinto al resto del mundo son sus relojes. En aquellos momentos tal vez podía estar justificado por la II Guerra Mundial, pero al concluir la contienda los países del entorno recuperaron el meridiano que les correspondía. “Aquí hasta los años 30 nuestros horarios eran similares a los de Europa. Luego llegaron los almuerzos largos y el pluriempleo, y eso hizo que las jornadas empezaran a prolongarse indefinidamente; la rutina ha hecho el resto hasta el punto de que a algunas personas les parece normal trabajar hasta tan tarde y no se dan cuenta de que es absurdo, hasta que no reflexionan sobre ello”, explica Buqueras.
Comenzamos la jornada laboral en horarios parecidos al resto de los países de Europa, pero la concluimos de dos a tres horas más tarde. Aquí se desayuna temprano, pero para desesperación de los turistas, -aunque ahora las cosas están cambiando para ellos- el almuerzo no se hace hasta las 14.30 horas y la cena casi siempre tiene lugar después de las 21.00 horas.
Al otro lado de los Pirineos, Europa come en torno a la una del mediodía y es raro cenar después de las ocho de la tarde. Al margen de la cultura o del clima, todos nuestros vecinos y hasta la lejana Nueva Zelanda, parecen tener un ritmo diferente al de la población del Estado. Más bien al revés nosotros diferentes a todos los demás. Buqueras sostiene que todo quedaría en una anécdota si no fuera porque el desfase horario se relaciona con problemas en el aprovechamiento personal, familiar, laboral y social del tiempo.
Y además si combinar la vida personal y el trabajo es importante para las familias y las empresas, resulta posible, sin gasto ni quebranto alguno. De esto sabe mucho Buqueras, que desmonta la teoría de que en épocas de crisis unos horarios más humanos son imposibles de lograr. Se manifiesta tajante: “los empresarios tendrían que saber que con unos horarios más razonables se incrementaría la productividad. No lo digo yo. Hay estudios que demuestran que las empresas que han adoptado medidas para que sus empleados tengan horarios más razonables aumentan la productividad, optimizan los recursos y, lo principal, tienen trabajadores más felices”, reconoce Buqueras, quien considera que la Administración pública tendría que impulsar el cambio de mentalidad empresarial que persiste y que consiste en que cuantas más horas trabajan sus empleados, más productivos son. Craso error.
Empresas y políticos Desde la Comisión demandan a la Administración que de ejemplo con horarios racionales y que cumpla el plan de conciliación, que se incumple por todos los lados, y que se forme un grupo de trabajo interministerial para que tomen iniciativas; que se apliquen medidas fiscales a todas las empresas, grandes, pequeñas y medianas. “Todos los grupos políticos están de acuerdo, por lo que les vamos a pedir que incluyan el tema en sus programas electorales y luego haremos un seguimiento de su cumplimiento”, apunta Buqueras, bastante escéptico, ya que “todo son buenas palabras cuando hablas con ellos, pero nadie mueve un dedo. Hemos hablado con el Gobierno central, con las autonomías, con los partidos nacionalistas CiU y PNV... todos creen que la petición es de sentido común Y este sería el momento idóneo para llevar a cabo esta revolución silenciosa para que España tuviera unos horarios similares a Europa”, recalca. “No se sostiene que algunos los justifiquen diciendo que somos un país mediterráneo, porque otros lo son y sus horarios son más racionales que los nuestros”.
Una profunda modificación de los horarios en España ayudaría a la ciudadanía a ser más feliz, a tener mayor calidad de vida, a ser más productivos y competitivos. “El cambio de horario es una decisión que tendría que tomar el Gobierno; así se lo hemos pedido, por ahora sin éxito, a los dos últimos presidentes Zapatero y Rajoy”. ¿Es tan difícil llevarlo a la práctica? “No. Se puede hacer de forma automática y además no generaría coste económico”, apunta Buqueras. “Sería tan fácil como no adelantar los relojes al llegar la primavera. El proceso debería ir acompañada por un cambio en ciertas actividades sociales. Por ejemplo, el prime time de la televisión se adelantaría una hora y, en el trabajo y la escuela, habría que fomentar la jornada continua y rebajar la pausa de la comida”, dice, mientras sostiene que hay que exigir a los políticos que lleven a cabo las medidas ejecutivas y legislativas necesarias para llevar a la práctica estas reivindicaciones.