Bilbao - Hoy hace 150 años nació Sabino Arana Goiri. Y ayer el Teatro Arriaga se puso de tiros largos con motivo de la ceremonia de entrega de los premios de la fundación que lleva su nombre. El genio de un pianista universal con alma bilbaína; el esfuerzo de los y las sokalaris que, por primera vez, lograron que la ikurriña ondease en el cielo de Wisconsin (EEUU) en plano de igualdad con el resto de naciones con Estado; la dureza del exilio de una Euskadi derrotada hecho palabra con el suave acento de la tierra de adopción; héroes anónimos que dan vida gota a gota; cerraduras y candados que abren las puertas de medio mundo desde Elorrio.

Estos son solo algunos de los valores reconocidos por los galardones entregados ayer al músico Joaquín Achúcarro; Bernardo Ureta (Urpe), presidente de la Federación Vasca Herri Kirolak-sección sokatira y primera Selección Vasca oficial; la prolífica escritora y alma mater de la biblioteca del Parlamento Vasco, Arantzazu Ametzaga; Sabin Urcelay, presidente de la Asociación de Donantes de Sangre de Euskadi; y Santiago Ugaldea, presidente de Lince, La Industrial Cerrajera S.A. Todos ellos recibieron la medalla con el busto del fundador del Partido Nacionalista Vasco encerrado en un bloque de cristal de la mano del presidente de Sabino Arana Fundazioa, Juan María Atutxa, y su directora, Irune Zuluaga.

Palladio de Karl Jenkins fue la pieza escogida por Kamerata Leioa para abrir la 26ª edición de Sabino Arana Sariak 2014, una gala que fue más Basque Country que nunca. Y lo fue por no solo por el carácter universal con raíces de las personas y entidades premiadas, sino también por el trasfondo del discurso pronunciado por Atutxa. El presidente de la Fundación afirmó que Euskadi quiere ser “uno más” en el mundo, un país “reconocido”, con “voz y voto”. Durante su intervención, señaló que “la semilla” que puso el fundador del PNV entre finales del siglo XIX y principios del XX “sigue dando frutos”. “Tal es así -dijo- que repetimos una y mil veces que Euskadi es una nación”. Una nación, añadió, que “queremos diversa, abierta y cohesionada; una nación comprometida, justa y solidaria; una nación desarrollada, innovadora y creativa, una nación libre, autogobernada y en paz”. Atutxa desgranó los méritos de cada uno de los cinco premiados de esta edición: solidaridad, creatividad, innovación, el exilio político vasco y la defensa de la identidad vasca, su proyección en el exterior. “Unos valores que, como relató Atutxa, hacen posible que la nación vasca sea hoy Basque Country en el mundo”.

El primero en subir al escenario del Arriaga fue Joaquín Achucarro al que se notaba cómodo sobre las tablas del teatro desde el que catapultó su carrera después de interpretar el Concierto para piano y orquesta en Re menor de Wolfgang Amadeus Mozart con tan solo 13 años de edad. “La vida nómada” de este concertista le ha llevado por más de 60 países y tocado con 250 de las mejores orquestas del mundo. Pero el Arriaga ocupa un lugar especial. “Fue aquí a mis 17 años donde toqué por primera vez el concierto Grieg que hice la semana pasada en el Euskalduna con la Orquesta de Euskadi. Y aquí fue el recital de mis 80 años que todavía no me creo que los tengo”. Achucarro hizo un hueco entre el concierto con la RTVE de esta semana y el recital que ofrecerá hoy en Ginebra para agradecer el premio a SAF. “Es un honor”, dijo. Su siguiente escala será la Universidad Metodista de Dallas (EEUU), donde “ayudamos a jóvenes talentos en el inicio de su carrera”, a través de la Fundación que lleva su nombre.

El presidente de Lince, Santiago Ugaldea, dijo sentirse “sorprendido” por el reconocimiento e hizo un recorrido por los 83 años de historia de esta empresa elorriotarra, líder en el sector de las cerrajeras, que exporta un 30% de la producción a Europa, Marruecos, Egipto, países árabes y Latinoamérica. Una emocionada Arantzazu Ametzaga puso en valor la vida en el exilio de los miles de vascos que tuvieron que huir de la guerra. “Soy hija de la diáspora vasca. Desciendo de cuatro generaciones de deportados debido a conflictos bélicos que hemos padecido”. Quien levantara en Venezuela la biblioteca piloto del presidente Kennedy para la regeneración cultural de la América Latina, manifestó que los exiliados le enseñaron que “Euskadi, además de un ideal, es un duro trabajo”. No obstante, aseguró, “el reencuentro con un país que es el propio y no se ha conocido, también es un arduo trabajo aunque resulte excelente”.

Por su parte, Sabin Urcelay, presidente de la Asociación de Donantes de Sangre de Euskadi, acompañado de los presidentes de las Asociaciones de Donantes de Sangre de Bizkaia Alvaro Larrea, y de Araba José García Gallastegui, resalto que “en la actualidad hay más de 60.000 personas que donan sangre de manera regular haciendo que esta Comunidad sea la primera en número de donaciones por habitante”.

Por último Urpe se refirió a los 40 años de “sudor y lágrimas” y a los muchos equipos de Sokatira que se han quedado en el camino, a los que dedicó el galandón. Respecto a alcanzar la oficialidad en el mundial de Wiskonsin, el presidente de la Federación Vasca de Herri Kirolak aclaró que “nuestro deseo nunca ha sido el tener o el ver la ikurriña por encima de nadie, nuestro deseo ha sido en todo momento ver en los diferentes campeonatos internacionales nuestra ikurriña a la par de las demás, nunca por encima de nadie, pero tampoco por debajo de nadie”. Ellos han sido los primeros y recomiendan “paciencia” al resto de federaciones vascas.