vitoria - La responsabilidad y compromisos que asumen los jóvenes vascos cuando se deciden a abandonar el hogar familiar no son nada en comparación con las obligaciones, servidumbres y aprietos económicos a los que se ven obligados para poder afrontar el pago de la cuota de una hipoteca o la mensualidad de un alquiler. En concreto, y presuponiendo que tengan un puesto de trabajo, deberían destinar el 63% de su sueldo para el primero de los casos y hasta un 59% para el segundo.
Así se desprende del informe El coste de la emancipación residencial en Euskadi. 2007-2013 elaborado por el Observatorio Vasco de la Juventud que presenta la evolución del coste del acceso a la vivienda, libre y de alquiler, en la Comunidad Autónoma Vasca poniendo en relación los salarios netos medios de los jóvenes de entre 18 y 34 años (estimado en 1.400 euros y teniendo en cuenta que solo trabajan cuatro de cada diez) con los precios medios de escrituración de los pisos de venta libre (calculado en unos 200.000 euros) o las rentas medias de alquiler, que rondan los 800 euros mensuales. La conclusión no admite dobles lecturas: este segmento de la población se ve obligado a asumir un sobreesfuerzo económico para poder cumplir con su deseo de independizarse. Y todo, a pesar del evidente debilitamiento que en ese periodo se ha registrado en los precios de compraventa o de alquiler. “Este descenso es insuficiente para permitir la emancipación en solitario de la mayoría de la juventud asalariada”, describía Jon Redondo, director de Juventud y Deportes del Gobierno Vasco.
Con unos antecedentes de este tipo, las únicas soluciones que se vislumbran para que una persona joven y single pueda acceder a una vivienda son verdaderas quimeras: o que los salarios sean incrementados en un 116% o que los precios de los pisos bajen a la mitad. Solo de este modo sería posible cumplir con las recomendaciones de las entidades financieras de satisfacer las cuotas mensuales con el 30% de la nómina y acceder a una vivienda digna.
Si los jóvenes tomaran la palabra a las entidades financieras podrían acceder a una vivienda de un precio máximo de unos 98.000 euros y de unos 42 metros cuadrados de superficie. En el supuesto de que optaran por el alquiler podrían soportar recibos de unos 405 euros y residir en un piso de 38 metros cuadrados.
Dos supuestos muy alejados de la realidad imperante en Euskadi donde, sin embargo, la tasa de emancipación de la juventud (43%) es superior a la española. Un hecho que se explica porque la mayoría de la juventud comparte gastos con la pareja o con los compañeros de piso. Y, por otro lado, agregó el director de Juventud y Deportes, “gracias a la vivienda protegida, más extendida en nuestra comunidad”.