GASTEIZ. En una entrevista concedida a EFE, el marroquí Ahmed Zannouti, representante de la asociación sociocultural Nour, una de las mezquitas más grandes de Vitoria, y el argelino Djamel Toubre, presidente del colectivo Alhouda de la capital alavesa, han expresado por primera vez su opinión sobre el debate que se ha abierto desde que el alcalde de Vitoria dijera en julio que muchos magrebíes viven de las ayudas sociales y no tienen ningún interés en trabajar.

Su cruzada contra el fraude que cometen a su juicio los inmigrantes en el cobro de las ayudas sociales le ha llevado esta semana a declarar ante el fiscal superior del País Vasco, Juan Calparsoro, a raíz de una denuncia presentada por SOS Racismo por incitación al odio y contra los derechos de los extranjeros.

Sus palabras han sido tachadas de "xenófobas" y "electoralistas" por todos los partidos, excepto el PP, y le han pedido que rectifique, pero él insiste en que hay que endurecer el acceso a las ayudas sociales para que no puedan percibirlas los inmigrantes irregulares y los que no hayan cotizado nunca a la Seguridad Social.

Con este caldo de cultivo, en las últimas semanas se ha producido una agresión física de un vitoriano a otro por defender a inmigrantes y un conductor de un autobús urbano de Vitoria ha negado el acceso a una mujer musulmana por ir con burka.

"Nos sentimos atacados", vemos que somos "objeto de charla en los bares y eso hace mucho daño. Está en juego la convivencia", señala Ahmed Zannouti, quien advierte a Maroto de que "jugando con fuego se puede quemar".

Están dolidos porque han tenido muchos incidentes en la calle. Unas veces insultos, otras frases como "vete a tu país", actitudes que no han querido sacar a la luz para que "no crezca más la bola".

Sin embargo, este domingo tratarán de crear una coordinadora que agrupe a todas las asociaciones de magrebíes de Álava "para responder a lo que está pasando".

"Cada cuatro años se repite la misma historia", denuncia Djamel Toubre, que recuerda que Maroto ya provocó otras polémicas con su lucha por impedir la construcción de una mezquita (2011) o su ordenanza para endurecer los requisitos de apertura de locutorios y bazares (2013).

Sobre otros conflictos más recientes, Ahmed dice que la mujer que se metió en una piscina pública de Gasteiz con velo el pasado verano es sólo "un caso aislado", ya que no era de la capital alavesa y entró en el agua para sacar a un chaval. "No estamos pidiendo un trato especial por ser de otro origen", aclara.

Lo mismo opina de la mujer con burka. Dice que en todo Gasteiz sólo hay una o dos que se cubren el rostro con velo integral, se pregunta qué norma impide a alguien acceder a un autobús por su vestimenta y añade: "El día de Halloween todos entran tapados".

Rechaza que haya habido un "efecto llamada" por las ayudas sociales que se cobran en Euskadi.

"Los magrebíes hasta hace 10 años no sabían ni lo que significaba la RGI porque había trabajo", aunque admite que ahora muchos están sin empleo y cobran la Renta de Garantía de Ingresos.

Sobre el presunto fraude en el cobro de esas ayudas, que Maroto cifra en más de 20 millones de euros, Ahmed dice que "para eso están las administraciones", para impedir que haya cobros indebidos.

"Contra el fraude, mano dura", afirma, y señala que lo que ocurre en ocasiones es que al Servicio Vasco de Empleo, Lanbide, "le cuesta actualizar los datos, hay poco personal" y se dan errores administrativos. Luego, "muchos han ganado la batalla en los juzgados", comenta.

Ve peligroso, sin embargo, que los inmigrantes en situación irregular dejen de recibir ayudas, como propone el primer edil de Gasteiz. "¿Cómo van a vivir?", se pregunta. Si se les condena a la marginación y a la pobreza podría haber más delincuencia.

Para hacer frente a esta situación han mantenido contactos con partidos y asociaciones de derechos humanos y están "abiertos" a reunirse con Maroto.

Si eso ocurre, le dirían que "las normas son para todos" y que no hable solo del colectivo magrebí porque "no merece la pena" poner en juego la convivencia "por dos o tres votos más".

Ahmed pide por eso a la población que "no se deje llevar" y reconoce que muchos compatriotas suyos se han ido de Euskadi con la crisis y otros están "aguantando esta tormenta" y no se pueden marchar porque tienen escolarizados a sus hijos.

"Hay que luchar por seguir viviendo juntos. Estas polémicas no nos llevan a ningún lado. Somos una realidad y el respeto es la clave", proclama el representante de Nour, que ve el riesgo de que alcalde de Vitoria "divida a una ciudad que siempre ha sido acogedora y solidaria".