BILBAO. Pereda, quien participa en el XII Congreso Internacional de la Infancia Maltratada que se celebra esta semana en Bilbao, ha asegurado que, en la actualidad, los menores no están preparados para usar y enfrentarse a los riesgos de las nuevas tecnologías, como son el acoso y el envío de imágenes eróticas entre iguales o el acoso sexual de adultos que se hacen pasar por menores.

Los padres, según ha dicho, también viven este fenómeno "con un gran desconocimiento", pero ha precisado que si quieren implantar medidas de protección deben "educarse" porque estas tecnologías, incluidos todos sus aspectos positivos, "han llegado para quedarse" y los menores las utilizan.

"Si los padres son ignorantes y creen que internet solo se trata de que sus hijos hablen con los amigos, no podrán protegerles. Es una nueva realidad y hay que convivir con ella; hay que conocer los instrumentos que utilizan nuestros hijos ", ha subrayado.

Además de la formación, una medida de prevención "básica" es colocar el ordenador en los espacios comunes de la casa para controlar lo que ocurre, principalmente cuando se trata de niños pequeños.

Ha advertido también de que muchos progenitores de víctimas que se han grabado a sí mismas en posiciones eróticas y las han enviado por el móvil o internet "no entienden" este hecho y no les apoyan porque creen que se ha tratado de un acto voluntario.

La investigadora ha resaltado que esos menores "no tienen la culpa" de lo ocurrido porque han sido "engañados y manipulados", y sufren un "golpe brutal" cuando se dan cuenta de ello.

"Las consecuencias psicológicas son iguales o mas graves que si hubiera sufrido un abuso sexual en el mundo real, y si carecen de apoyo, quedan muy desamparados", ha dicho, y ha explicado que en el mundo real el abuso puede tener un punto final, pero en internet no puedes dar de baja ni tu perfil ni las páginas en las que aparecen u nombre o tus imágenes.

"Se crea una indefensión y un malestar crónico, a largo plazo, lo cual es grave", ha mantenido.

Según ha indicado, los rasgos comunes de las posibles víctimas son una falta de vínculo y comunicación con la familia, que hace que busque estas conexiones en internet, así como el afán de experimentar propio de la adolescencia.

Ese afán de experimentar también es la causa que convierte a muchos adolescente de entre 14 a 18 años, estudiantes, con buenas notas y con un buen entorno familiar, a convertirse en victimarios e infractores, según ha expuesto la responsable del equipo Menores, Servicio de Mediación y Asesoramiento Técnico de la Generalitat de Cataluña, María José Bartrin.

Ha destacado que muchos de estos menores "no son capaces de medir las consecuencias" de enviar, por ejemplo, fotos desnuda de una compañera de colegio a un amigo y no son conscientes de que desde ese momento, pierdes el control de esa imagen.

En muchos de estos casos, según ha dicho, se trata de chicas que están enamoradas del chico que les pide esas fotos, con lo que también se podría tratar de "una violencia de genero, con abuso de control, por una parte, y dependencia emocional, por otra".