"No hay nada más injusto en la vida que un niño esté condenado a la pobreza y la discriminación desde que nace", dice Rebeca Grynspan, una de las mujeres latinoamericanas más influyentes y apasionada promotora del desarrollo humano.

A la secretaria general iberoamericana se le ilumina la cara con una gran sonrisa cuando recuerda su infancia "bucólica" en Costa Rica, pero también tiene grabada la imagen de aquellos años en que la mayoría de los niños andaba descalzos, la escuela no estaba universalizada y la pobreza y la falta de oportunidades eran lo más común.

Exvicepresidenta de Costa Rica, ex secretaria general adjunta de la ONU y exadministradora asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Grynspan ha estado siempre muy vinculada con temas económicos y sociales.

Y en esos ámbitos ha colaborado activamente en focalizar la atención a nivel global para reducir la desigualdad, construir cohesión social y cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la ONU.

Al frente de la Segib, organismo de referencia para la Comunidad Iberoamericana, Grynspan también quiere priorizar programas de apoyo a la infancia y la juventud, equidad de género, y a las poblaciones indígenas.

PREGUNTA: ¿Cómo fue su infancia?, ¿Qué recuerdos guarda?

RESPUESTA: Tuve la suerte de nacer en Costa Rica. Mi primera infancia, hasta los siete años, fue en el área rural, así que tengo una imagen de esos años muy bucólica. Los recuerdo como años muy felices, pero también recuerdo la pobreza, la mayoría de los niños andaba descalzo, la escuela no estaba universalizada, la falta de oportunidades, los derechos de los niños, como los entendemos hoy en día, para un grupo de niños no existían.

Hoy (Costa Rica) es un país que, en términos de los derechos del niño, se han expandido.

P.- ¿Y cuál es su visión general sobre la situación de la infancia en América Latina?

R.- Veo grandes avances, porque América Latina ha hecho un esfuerzo muy grande por cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio y uno puede ver que ha habido una caída muy importante en la mortalidad infantil, ha habido una caída en la desnutrición y una ampliación de la universalización en la educación en la región.

Ha habido un avance muy positivo, pero no podemos detenernos ahora, porque no hemos cubierto a todos los niños de la región.

No todos están en primaria. Tenemos al 94 % de los niños de la región en educación básica, pero ese (otro) seis % pertenece a los grupos más vulnerables, ya sea las zonas rurales remotas, ya sean poblaciones indígenas o las afrodescendientes.

P.- ¿Qué se puede hacer para abarcar a los no incluidos? ¿Qué hace concretamente la Segib?

R.- Tenemos en el sistema iberoamericano a la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación y la Cultura, que ha puesto todo un programa de las Metas 2021 para universalizar la educación primaria y secundaria y para abrir oportunidades a los jóvenes.

La OEI ha hecho una labor fantástica y hay que apoyar esos esfuerzos.

En segundo lugar, tenemos programas importantes, culturales. No podemos olvidarlos. Por ejemplo, el de orquestas juveniles, para dar oportunidades de participar con creatividad y talento a muchos jóvenes que no tienen esa posibilidad por su situación de desventaja. Poder universalizar la cultura es una contribución muy importante de la Segib.

Y tenemos algunos programas específicos. Hay uno maravilloso, con la experiencia brasileña, que son los bancos de leche materna para bajar la desnutrición; hemos contribuido también al fondo indígena para poder apoyar los esfuerzos para llevar a esas poblaciones las mismas oportunidades.

P.- Se cumplen veinticinco años de la Convención de Derechos del Niño. ¿Estas convenciones sirven para algo? ¿Estos sistemas son eficaces?

R.- Yo en esto soy una convencida total. Lo más importante del siglo XX fue la Declaración Universal de DDHH.

La de los niños nace de la mano de la otra. Si no hubiera pasado, estaríamos en un mundo distinto. Es una contribución del sistema multilateral.

Más que programas específicos, el perseguir de manera sistematizada los derechos del niño en el mundo va a llevarnos a sociedades mejores.

Por eso esta celebración (de la Convención de la Infancia) es tan importante. Para que nunca se nos olvide que antes de la Declaración de los Derechos Humanos no creíamos que pudiera haber un sistema para que cada ser humano sea respetado y, dentro de ello, que cada niño y niña puedan crecer con las mismas oportunidades. Mire, no hay nada más injusto en la vida que un niño esté condenado a la pobreza y la discriminación desde que nace.

No hay nada más injusto que un niño o una niña de dos años, por desnutrición, esté condenado a no poder desarrollar su potencial.