Copenhague - El Premio Nobel de Física ha recaído este año en los japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura, este último nacionalizado estadounidense, por inventar el diodo emisor de luz LED. La investigación llevada a cabo por estos científicos ha dado lugar a “una nueva luz para iluminar el mundo”, más eficiente y respetuosa con el medio ambiente, que se inscribe en “el espíritu de Alfred Nobel” de hacer inventos que generen un gran beneficio a la humanidad, argumentó el comité.
Los LED son la base también de las nuevas pantallas de televisión, ordenadores y teléfonos móviles y han sido cruciales para el desarrollo de los discos Blu-ray y la mejora de las impresoras láser.
El británico Henry J. Round, un discípulo de Marconi, consiguió emitir luz de un semiconductor en 1907, y el soviético Oleg V. Losev fabricó veinte años después el primer LED. Los diodos emisores de luz roja aparecieron a finales de la década de 1950, pero ya entonces se hizo evidente que hacía falta un emisor de luz azul para crear la luz blanca, tarea a la que se dedicaron sin éxito durante décadas laboratorios de todo el mundo.
Los laureados -Akasaki y Amano por un lado, Nakamura por otro- construyeron sus propios equipos, aprendieron la tecnología y realizaron miles de experimentos en lo que la academia sueca califica de “arte de laboratorio al más alto nivel”.
En 1986 Akasaki y el por entonces su alumno Amano fueron los primeros en crear cristales de nitruro de galio de gran calidad y semiconductores de tipo P, para presentar finalmente en 1992 los primeros LED que emitían luz azul.
Trabajando de forma separada para una pequeña química japonesa, Nakamura empezó a desarrollar su LED azul en 1988, creando dos años después cristales de nitruro de galio de alta calidad, aunque con un método distinto, al igual que hizo luego con los semiconductores. Ambos grupos de investigadores mejoraron la eficacia de sus LED azules en los años siguientes, proceso que ha disparado la eficiencia y la duración de las lámparas de luz blanca. El récord más reciente supera los 300 lumen (flujo luminoso) por vatio frente a los 16 de las bombillas incandescentes y los casi 70 de las lámparas fluorescentes. - Efe