madrid - El primer contagio de ébola fuera de África destapó ayer la caja de los truenos. “Traer una enfermedad infecciosa tan contagiosa para la que no existe cura, a un país en el que no existe esa enfermedad era un riesgo que nuestros políticos decidieron correr. ¿Y de verdad hacía falta traer una enfermedad tan letal?”. Quien así habla es un prestigioso microbiólogo de un hospital madrileño que no quiere dar su nombre, consciente de que esta opinión no es ética ni humanamente solidaria y sabedor que le puede granjear muchas enemistades en el Ministerio de Sanidad.

Sin embargo, revela que muchos compañeros suyos han manifestado en privado la misma opinión. “A muchos expertos que llevamos años trabajando en el campo de las enfermedades infecciosas nos sorprendió que se fuera organizadamente a un país a buscar enfermos para traerlos aquí, conscientes de que podían transmitir la epidemia”, critica sin ambages.

No en vano, un amplio espectro de la profesión médica considera la expansión del ébola una verdadera lotería, teniendo en cuenta el desplazamiento del virus, que ha matado a más de 3.300 personas desde su aparición en marzo.

“No tiene sentido exponer a la población a este tipo de agentes, pero es un riesgo que los políticos han querido asumir y que, tal vez, ahora se compruebe que fue una decisión equivocada”. El microbiólogo asegura que el riesgo existe “a pesar de toda la parafernalia, los equipos de protección y las medidas de seguridad que han rodeado a este tipo de repatriaciones”, sentencia.

Sin embargo, el jefe de Microbiología madrileño no está solo en su reproche. El presidente del sindicato de médicos Amyts, Daniel Bernabéu, aseguró que ya en agosto pasado, cuando fue trasladado desde África el sacerdote Manuel Pajares, afirmó que se trataba de una “decisión política y no sanitaria”, y se preguntó si alguien podía “garantizar al cien por cien que el virus no se iba a escapar”. “Habrá que analizar exactamente en qué circunstancias ha podido producirse el contagio”, aunque puntualizó que “cualquier contacto entrañaba un riesgo que el Gobierno tenía que asumir”, dijo Bernabéu, quien censuró que “todo el mundo dijera que el riesgo es mínimo”.

El médico del Hospital de La Paz afirma que lo ocurrido “debe servirnos a todos para reflexionar si hay que dar acogida a todo el mundo y cómo hacerlo bien”.

Descontento palpable El descontento era ayer palpable en el sector sanitario. En este sentido, el presidente del Consejo General de Enfermería, Máximo González Jurado, pidió explicaciones al Ministerio de Sanidad sobre el contagio de ébola de la auxiliar de enfermería y anunció que acudirá a la vía penal, si fuera necesario, para exigir responsabilidades sobre estos hechos.

En declaraciones a Efe, González Jurado exigió a las autoridades sanitarias que aclaren si el protocolo sobre la protección del personal que atiende a estos enfermos adolece de ciertas pautas que hayan derivado en este primer contagio registrado en España y en Europa. “No nos valen paños calientes ni echar balones fuera. Algo ha fallado y eso no se puede permitir. Vamos a pedir a las autoridades sanitarias una investigación en profundidad y queremos saber cómo se está abordando la protección del colectivo de enfermería y de todo el personal sanitario. Si no se hace, tomaremos las medidas necesarias”, aseveró.

A su juicio, “algo ha fallado” y las autoridades sanitarias deben ofrecer “toda la información precisa y de manera urgente”. De lo contrario, apostilló González Jurado, el Consejo de Enfermería “se personará en el juzgado por la vía penal”. No obstante, expresó su confianza en recibir una información “suficientemente clara para poder trasmitirla en primer lugar a este colectivo profesional, que se encuentra muy preocupado tras conocerse el suceso”.