La cocina ha sufrido importantes avances a lo largo de la historia. Desde que el ser humano aprendió a manejar el fuego hará unos 800.000 años, el arte culinario ha pasado del simple asado primitivo a la cocción de los alimentos gracias, primero, a las vasijas de barro (7.000 A.C.) y, después, a la cocina económica de ladrillo y metal del siglo XVII, entre otros. A día de hoy, la más común resulta la cocina eléctrica. Sin embargo, para conseguir dicha energía todavía se utilizan, como antaño, combustibles fósiles. Para algunos colectivos como la ONGD Ingeniería Sin Fronteras (ISF), el siguiente paso consistiría en utilizar energías renovables, algo que reivindicaron como una práctica más ecológica durante el Día de la Cocina Solar que se celebró este sábado.

“En todas las partes del mundo no es tan fácil encender la vitro”. Lucía Peña Armijo es presidenta de ISF en Euskadi. Entre sus objetivos se encuentra el visibilizar la problemática mundial de acceso a combustibles fósiles y, al mismo tiempo, proponer alternativas. Para ello, entre otras actividades, llevan organizando desde 2007 el Día de la Cocina Solar. Tradicionalmente, se ha celebrado en Bilbao, pero este año Azkoitia ha sido la anfitriona del evento en Euskadi.

“Nosotros trabajamos para demostrar cómo se pueden poner en práctica las tecnologías para el desarrollo humano”. Estas tecnologías, explica Peña, son aquellas que anteponen a las personas y comunidades y no la economía. “Por eso la mayoría de los materiales que utilizamos para la fabricación de los hornos y las cocinas solares tienen que ser fáciles de conseguir y, a ser posible, de bajo impacto ambiental”; una idea estrechamente relacionada con el concepto de soberanía tecnológica, cuya máxima es poner los conocimientos y los medios para la fabricación de máquinas básicas al alcance de todo el mundo. “Y si no siempre puedes comprarlas”. En el mercado, el precio de estas cocinas oscila entre los 90 (Hot pot) y los 250 euros (parabólicas).

Cero, esa es la cantidad de CO2 que emite el uso de este tipo de máquinas, aunque debido a la climatología particular de Euskadi, Peña admite que la aplicabilidad de tecnologías basadas en la energía solar es reducida en comparación con otros territorios. Pero también opina que lo importante “no es tanto el uso, sino dar a conocer la problemática energética de los países del Sur y aportar soluciones”.

Entre esos territorios se encuentra la zona del Karakorum, en Pakistán. Algunos incluso lo llaman “el desierto vertical”. Ortzi Akizu, un joven guipuzcoano de 31 años, ha estado allí tres años trabajando en un proyecto de Baltistan Fundazioa basado en el uso de energías renovables.

“En Pakistán la carencia de madera es total, tanto que no pueden ni calentar el agua”. Por ello, explica, decidieron llevar la energía solar térmica y analizaron tres aplicaciones básicas: conseguir agua caliente, optimizar el secado de fruta (una actividad económica importante de la zona) y llevar la cocina solar.

Aunque al principio hubo cierta reticencia por parte de la sociedad paquistaní, Ortzi asegura que la acogida terminó siendo buena. “Nos veían como unos extranjeros que veníamos con historias de magia, porque no entendían cómo se podía cocinar con el sol”.

Sin embargo, con el tiempo, la cocina solar va promoviendo el cambio en Pakistán. Ortzi explica que los principales recolectores de madera eran las mujeres y los niños: “A veces tienen que recorrer grandes distancias para recoger solo cortezas de los árboles”. Por ello, si se redujera mediante energías renovables su carencia de combustible fósil, Ortzi opina que los más jóvenes tendrían tiempo para ir a la escuela en vez de buscar madera y las mujeres, por su parte, dedicarse a otros trabajos.

Además, Ortzi asegura que las condiciones de la zona del Karakorum son excepcionales para el uso de la cocina solar. “Gracias a las instalaciones meteorológicas que colocamos, descubrimos que en el Karakorum la energía del sol es mucho más potente que en Andalucía o Euskadi”.

Otros proyectos sobre cocina solar que se están dando a lo ancho y largo del mundo son el Tolokatsin, en México, los comedores solares, en diferentes partes de la India, y el uso de los Hot pot en diferentes aldeas de Kenia.

Quincena Ambiental Pero el Día de la Cocina Solar no es el único evento que acoge Azkoitia durante esta última semana. Desde el 29 de septiembre hasta el 11 de octubre el ayuntamiento de la localidad guipuzcoana ha organizado un Quincena Medioambiental, que incluye numerosos actos para concienciar a sus conciudadanos de lo importante que es proteger el medio ambiente. Entre las actividades se encuentran aquellas organizadas por el grupo de trabajo PIZTU Lan Taldea, que van desde diferentes charlas hasta la presentación del libro Guía hacia la soberanía energética en Euskadi.

“Nuestro objetivo es lograr la soberanía energética en la comarca del Urola medio”, informa Iban Huerta, miembro de PIZTU. Aunque lo considera un reto ambicioso, no descarta que sea posible: “Si tenemos en cuenta el potencial del valle para producir energía renovable y reducimos el consumo energético domestico se puede lograr”. Por ello, participan en el proyecto de participación de los 500.000 euros del 2015. “Nosotros apostamos porque parte de ese dinero se invierta en este ámbito en nuestro valle”.

Las energías renovables han entrado hasta la cocina. ONGDs y colectivos como ISF, Baltistan Fundazioa o Piztu apuestan por este tipo de tecnologías con el fin de proteger el medio ambiente y reducir las desigualdades energéticas entre los países del Norte y del Sur. Y en cuanto a Euskadi, ¡quién sabe! Tal vez, en un futuro, en vez de ir de parrillada vayamos de cocina solar.