Los ‘adolfos’ apuntan muy alto
Los pitones tan erguidos de los toros cacereños no cornean en un domingo masificado‘Bonito’ se los pone de corbata a cuatro mozos en Telefónica
Pamplona - Verticales, tan erectos que la física imposibilitaba el enganche, salvo que los bichos demostraran picardía y derrotaran malintencionadamente. Gracias a la configuración de sus peculiares cuernos, con forma de candelabro, varios puñados de mozos se libraron ayer de ser corneados por los ansiados toros de Adolfo Martín, ausentes durante once años de las fiestas pamplonesas, que no hicieron ni gota de sangre. Y eso que Bonito, el sexto del encierro, le echó más que ganas en el tramo vallado de Telefónica, donde embistió a cuatro mozos sin empitonar a ninguno de ellos. De corbata se los puso el morlaco a los cuatro, que fueron volteados, golpeados y proyectados, pero salieron del trance enteros, que no es poco en un domingo sanferminero, como de costumbre, excesivamente masificado.
Los seis adolfos, todos cárdenos o negros entrepelados, prácticamente calcos unos de otros, habían corrido dóciles, pero Bonito intentó afear el festejo en la parte final del recorrido. Trotaba el astado junto a Aviador por el final de la calle Estafeta cerrando la manada, cuando el toro de 545 kilos de peso acometió contra las tablas del lado derecho, levantando a un mozo y repitiendo con otro al que introdujo el pitón derecho entre las piernas para lanzarlo por lo alto. Continuó atacando a otro corredor metros más adelante, al que igualmente tiró al suelo, e intentó hacer daño con un cuarto, al que embistió varias veces, tampoco sin herirle por asta. Un verdadero entuerto, que milagrosamente se saldó sin lamentar cornada.
El arranque de la mañana había sido pacífico, con los toros dejando hacer a los mansos, que abrían torada en Santo Domingo sin causar ningún sobresalto. Bien agrupados hicieron la ascensión los adolfos, que cruzaron estirados por la plaza del Ayuntamiento y continuaron rápidos por Mercaderes. Sevillano y Peluquero tomaban el mando, situándose al frente de la manada, donde se mezclaban cabestros y bravos, y superaban la curva de acceso a la calle Estafeta con limpieza, sin precipitarse al empedrado. Peluquero sacaba las tijeras a pasear y arrollaba consecutivamente a dos corredores en la primera parte de este tramo, pero no perdía el tranco. Los mozos eran golpeados por los pitones que apuntaban tan alto, al sol resucitado, que eran incapaces de hacer diana en los dos humanos.
La autopista del encierro se poblaba entonces de insensatos, pero también de excelsas exhibiciones de saber estar y saber correr a los morlacos. Incluso a punta de periódico, como se pudo apreciar perfectamente en la retransmisión televisiva. Pero también las cámaras captaron a un elemento ataviado con una camiseta futbolera, de rayas rojas y gualdas, que corrió casi cien metros abrazado al mismo Peluquero, que ya en ese momento abría la carrera. Comportamiento penoso el del mozo, que fue lanzando codazos y apartando a todo aquel que le precedía para seguir amarrado al toro. Otro candidato a ser severamente multado, no solo por tocar al animal, sino por generar riesgo para corredores, hasta que el fulano acabó rodando por el suelo en Telefónica.
Los adolfos, al margen de Bonito, que hizo la guerra por su cuenta como ya ha quedado relatado, fueron introduciéndose en la plaza nobles y obedientes, y siendo enchiquerados. Aviador, sin embargo, se citaba con el mencionado, con el que chocaba la cabeza junto a la puerta de toriles, segundos después de que el último pata de la mañana citara al bicho. Los dobladores estaban al quite y actuaban ipso facto, conduciendo a los dos astados hasta su fugaz descanso.
Tirolina, de cabo a rabo. Menudo descubrimiento la cámara de Filmxtreme. Nunca se había visto el encierro con tanto dinamismo. Desde aquí se cursa petición para que el próximo año la tirolina vaya desde los corrales de Santo Domingo hasta la plaza de toros.
Ojo de halcón y moviola. Y siguiendo con la tecnología, sería igualmente útil que los policías, conectados por pinganillos, trincaran en caliente a todo quisqui imprudente pillado con el móvil, sobando al toro o citándolo. Que luego se escapan.
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