La discusión ferroviaria en el Estado francés a día de hoy no gira en torno al ancho de vía, a los corredores europeos o a si la línea es o no de alta velocidad. El debate se centra en el ancho de estación o, en su defecto, en el ancho de vagón, que son dos formas de abordar un mismo problema. El encargo de 2.000 vagones de trenes regionales que son demasiado anchos para circular por 1.200 estaciones del país ha provocado una gran polémica en Francia, donde la ministra de Ecología y Transportes, Ségolène Royal, pidió ayer "responsabilidades" por una "decisión estúpida".
"Estoy consternada por esta decisión tomada por dirigentes que están encerrados en sus despachos parisienses y que no tienen contacto con la realidad", afirmó Royal al término del Consejo de Ministros. La ministra exigió una investigación interna para determinar las responsabilidades y aseguró que "los culpables pagarán".
La información fue revelada por el semanario satírico Le Canard Enchainé y confirmada por las empresas públicas responsables de la red ferroviaria francesa (RFF) y de los ferrocarriles (SNCF). Esta última encargó a la francesa Alstom y a la canadiense Bombardier los trenes para renovar antes de 2016 parte de su red regional, pero se dio cuenta de que los nuevos vagones superaban por una decena de centímetros a cada lado la anchura de buena parte de las estaciones por las que deben circular.
Obras en los andenes El presidente de RFF, Jacques Rapoport, reconoció en la radio Europe 1 que tendrán que llevar a cabo obras por valor de 50 millones de euros para adaptar los andenes de las estaciones a estos nuevos trenes. Rapoport negó, según recoge Efe, que se trate de un error y aseguró que las obras se inscriben dentro del proyecto de renovación de las estaciones, que en algunos casos tienen más de 150 años. "Son demasiado viejas para acoger los nuevos trenes, más anchos", explicó, "para mejorar el confort de los viajeros y para acoger a los minusválidos". "Los costes de adecuación", agregó, "se inscriben dentro de los presupuestos de RFF, de 8.000 millones de euros al año, y no recaerán en el contribuyente ni supondrán un encarecimiento de los billetes". En contra de lo que asegura Le Canard Enchainé, tampoco lo pagarán las regiones, pese a que son éstas las que financian la compra de los nuevos trenes.
Pero la publicación de estos problemas en vísperas de las elecciones europeas ha provocado una auténtica tormenta en el Estado francés, donde numerosos políticos piden dimisiones en el seno de las dos empresas públicas. Uno de los más duros ha sido el líder del Partido Socialista, Jean-Christophe Cambadélis, que en la televisión iTélé pidió "responsabilidades por un error que cuesta tanto dinero".
El secretario de Estado de Transportes, Fréderic Cuvillier, afirmó que el problema está en la separación, decidida hace 17 años, entre RFF, que gestiona las vías, y la SNCF, responsable de los trenes. Agregó que la ley de reforma del sector que está preparando pretende acabar con esta separación, pero recordó que los sindicatos se oponen. Royal, por su parte, indicó que las obras de acondicionamiento deben aprovecharse para adaptar los andenes a los pasajeros inválidos.