Gasteiz - Gregorio Monreal (Etayo, 1942) no ha perdido su entusiasmo por saber y comprender, pero principalmente, por dar a conocer la historia y el pasado del Pueblo vasco fuera y dentro de las fronteras. Su dilatada labor académica como jurista e historiador ha sido suficiente carta de presentación para ser designado como valedor del Premio Euskadi de Investigación 2013, un galardón para el que ha hecho sobresalientes méritos. A sus 72 años sostiene que, pese a los altibajos, la tortuosa senda del autogobierno está abierta para conseguir el reconocimiento de las instituciones europeas y la integración, de pleno derecho, en el viejo continente. La eurorregión Euskadi-Aquitania, de la que sin embargo Nafarroa está ausente, es un buen ejemplo de ello. Dice que "es un acto de integración europea, de proyección de nuestro pequeño país en Europa, y es un camino hacia el reconocimiento".

Lo primero felicitarle. ¿Esperaba este galardón?

-Gracias. Esperar, pues bueno... Si alguien te presenta a un premio sabes que puede caer, pero,? Yo supongo que el Premio Euskadi tiene suficientes candidatos con suficientes méritos para que sepas que también puede pasar cualquier cosa.

¿Por qué cree que ha sido el elegido entre el resto de candidaturas?

-Nunca se sabe quiénes son el resto de candidatos.

Bueno, pero en su haber cuenta con una importante labor investigadora como historiador y jurista. ¿Qué cree que habrán tenido en cuenta de su trayectoria?

-Precisamente el hecho de que sea larga. No sé si es un mérito el haber aguantado tanto tiempo, pero cuando tienes mucho tiempo siempre tienes tiempo de hacer trabajos y de haber trabajado más. Supongo que el jurado habrá valorado la aportación que suponen las distintas obras.

¿Recuerda su primer trabajo de investigación?

-Fue mi tesis doctoral Las instituciones públicas del señorío de Bizkaia hasta el siglo S/XVIII, que se agotó hace muchos años y que publicó la Diputación Foral de Bizkaia en el año 1973 o 1974. Fue un trabajo al que dediqué mucho tiempo y en el que aprendí mucho. Sobre todo aprendí a estimar a Bizkaia, aprendía a estimar lo que ha supuesto históricamente Bizkaia. Creo que los vizcainos de las generaciones anteriores tenían mucho más aprecio por la historia del Señorío, por lo que ocurrió en Bizkaia, por el hecho de que tuvieran uno de los fueros más avanzados de Europa en plena Edad Media. De eso eran conscientes y esa conciencia se perdió.

¿A qué achaca la devaluación de esa conciencia social?

-Noto una diferencia tremenda entre los hombres públicos de la etapa republicana que tenían la memoria histórica viva de la pérdida de los fueros en 1876. Me refiero a la generación de Agirre, Irujo, Leizaola,? que tenían un aprecio muy grande por la historia foral de los territorios vascos, pero en concreto de los vizcaínos. Pesaba tanto existencialmente que casi todos ellos escribieron cosas, investigaron? el mismo Agirre, cuando va a la Universidad de Columbia escribe cientos de páginas magníficas sobre el pasado foral vasco y mucho de Bizkaia.

Pero algo de eso sigue habiendo con la defensa del Concierto Económico, las competencias?

-Lo que quería decir es que hubo un vacío entre la guerra civil y la transición y años incluso después, en los que parece que hubo una pérdida de identidad del país, pero afortunadamente se está recuperando.

Ya iba a pedirle que diera algún consejo para los hombres públicos del presente?

-No soy quién para dar consejos y mucho menos a los hombres públicos. Creo que de nuevo hay una conciencia foral, en buena medida porque hay una Disposición Adicional 1ª de la Constitución que dice que se garantizan los Derechos Históricos y que gracias a ellos tenemos un autogobierno diferencial. Tenemos concierto económico, que es lo más importante, pero también otras competencias que se derivan de la foralidad y del pasado.

Como conocedor y valedor de las instituciones públicas vascas, ¿qué han perdido y ganado?

-Perder se perdieron muchas cosas porque, se diga lo que se diga, no es lo mismo el Concierto Económico que arranca de un pacto con Cánovas en 1877, que lo que era por ejemplo la Hacienda de Bizkaia que era soberana durante el periodo foral. No es una cuestión de matiz, sino de cualidad del poder. Pensemos lo que suponía el pase foral, o las Juntas Generales con una capacidad normativa muy grande, o el poder de la Diputación, y sobre todo los derechos de los vizcaínos.... Lo que se tenía entre manos era muy valioso.

¿Y ganado?

-El país nunca ha perdido la conciencia de autogobernarse. La aparición del nacionalismo vasco fue importante para avanzar poco a poco en la autonomía, un camino que está abierto.

Esta misma semana el lehendakari Urkullu asumía la presidencia de la eurorregión Euskadi-Aquitania. ¿Otro paso más?

-La existencia de esta eurorregión vasco-aquitana, en la que desgraciadamente e incomprensiblemente no está Navarra, es un hecho muy importante. Es un acto de integración europea, de proyección de nuestro pequeño país en Europa, y es un camino hacia el reconocimiento, además de las ventajas prácticas que tiene la eurorregión.

Es historiador y jurista ¿con cuál se quedaría?

-Creo que si reflexionara sobre mi pasado lo más importante ha sido la universidad, la investigación, la docencia,? Sin quitar el valor de la experiencia política que tuve.

¿Cómo la recuerda?

-Fue importante. Fue durante la transición. Fui senador del Frente Autonómico por Gipuzkoa y tuve oportunidad de conocer lo que es la clase política española y de conocer a los políticos vascos. Fui compañero de asiento de don Manuel Irujo, conocí a Ajuriaguerra,? y todos mis compañeros eran una gente realmente magnífica. Esa experiencia para mí ha sido enriquecedora y da una nueva sensibilidad. Cuando vuelves al mundo académico tienes una nueva percepción de la realidad y cuando hablas del poder político sabes lo que es. Pero evidentemente he dedicado mi vida al mundo académico, como rector, como catedrático en distintas universidades, luego como presidente de la Sociedad de Estudios Vascos o ahora en la Fundación para el Estudio del Derecho Histórico Vasco.

¿Qué destaca de sus años de docencia?

-He sido testigo, por esto de la edad, de un cambio espectacular en las condiciones de trabajo en la universidad. He visto una universidad [UPV/EHU] que estaba prácticamente en la miseria cuando se creó? Y lo que es ahora, parece un sueño. Los progresos han sido muy importantes. Hay facultades estupendas, institutos y departamentos, instituciones como la que dirige el profesor Etxenike de absoluta excelencia,?. Un profesorado joven pero que desgraciadamente tiene el camino cerrado por la crisis económica, por la falta de promoción. Pero reitero, que he visto muchos cambios, a mejor. Y motivos de esperanza. Por ejemplo, el hecho de la euskaldunización. Si a la gente de mi generación nos hubieran dicho que las cosas iban a estar así en la docencia universitaria en euskera no nos lo hubiéramos creído cuando llegué al rectorado de la UPV/EHU en 1981.

¿Cambios y avances extensibles al país en su conjunto?

-El país ha cambiado de una manera increíble y en sentido positivo. Tenemos problemas, evidentemente, pero esto no tiene nada que ver con lo que era en mis tiempos jóvenes.

Y la labor de investigación, ¿cómo está el panorama actual?

-Hay muy buenos profesores que investigan en temas relevantes, tanto en Humanidades y Ciencias Sociales como en lo científico y tecnológico. No veo más que progreso.

La investigación siempre se relaciona con la rama técnica, no con las Humanidades...

-Es un modo de investigar distinto porque es mucho más individual pero la investigación en Humanidades es muy seria. Imagine escribir un libro de historia de 300 páginas con un aparato crítico de 700 notas a pie de página? Eso significa un esfuerzo personal inmenso de consulta, de fuentes de bibliografía, de construcción,? posiblemente las Humanidades cuando se trabajan con rigor tienen una dificultad muy grande y meritoria. Y para bien de este país tenemos un sector científico muy valioso que está reconocido aquí y fuera.

¿Se acordará de alguien en especial cuando reciba el galardón?

-De mucha gente, porque si uno hace algo en la vida es porque ha tenido la fortuna de encontrarse con gente que le ha ayudado. Me acuerdo de don Andrés de Mañaricúa, que para la mayoría no sonará de nada. Fue un investigador, un historiador eminente. Una sola obra como Historiografía de Bizkaia justifica una vida. Pero la enumeración de todas las personas a las que recuerdo es demasiado larga para resolverla aquí y ahora.