VITORIA - Pasa un camión por la calle y el ruido que escuchamos supera los 80 decibelios, asistimos a la bulla de una conversación en voz alta y nos asaltan más de setenta, una aspiradora convencional genera 90 decibelios y el claxon de un vehículo se dispara a los 110. El estrépito nos persigue a todas horas, estemos donde estemos, aunque no seamos conscientes de que es uno de los contaminantes más invasivos. Un estudio, promovido por la firma Gaes, revela que actualmente más de nueve millones de españoles -y cerca de 400.000 vascos- conviven diariamente con ruidos que sobrepasan los 65 decibelios (dB), que es el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Y aunque creamos que podemos tolerarlos y no parezca un problema grave, estar expuestos a ese estruendo puede favorecer la aparición de problemas cognitivos e incluso alteraciones cardiovasculares y del sistema endocrino.
En el Día Mundial contra el Ruido alertan de que un sonido de 70 dB produce efectos psicológicos negativos en tareas que requieren concentración y atención, mientras que entre 80 y 90 puede producir reacciones de estrés, cansancio y alteración del sueño. Los ruidos entre 100 y 110 dB, denominado umbral tóxico, pueden llegar a ocasionar lesiones del oído medio. Recomiendan no exponerse sin protección durante más de quince minutos a cien decibelios. Y atención con escuchar más de un minuto más de 110 porque podría acarrear una pérdida de audición permanente.
Pero no le concedemos importancia y soportamos un ambiente sonoro ensordecedor, por eso el ruido se ha convertido en una amenaza para nuestra salud. Bocinas, sirenas, obras, zumbidos? Los ruidos pueden alterar las vidas de quienes los padecen llegando a sufrir secuelas más allá del nerviosismo, la ansiedad o el insomnio. Y no solo puede provocar problemas auditivos sino que ocasiona trastornos cardiovasculares.
No estamos concienciados sobre los problemas que puede ocasionar. Un estudio del instituto de Salud Carlos III muestra que existe una asociación estadísticamente significativa a corto plazo entre los niveles de ruido y el riesgo de fallecer por una causa cardiovascular. El motivo es la reacción de estrés que provocan los niveles de este factor sobre el organismo, es decir, el vertido de hormonas como adrenalina, cortisol, y norepinefrina que se desencadena y que está relacionado con el agravamiento de ciertas patologías cardiovasculares
Pero el ruido más insoportable es el llanto de un bebé. Un estudio publicado en la revista The Journal of Social, Evolutionary and Cultural Psychology asegura que el oído humano puede aguantar mejor el estrépito de un avión en vuelo rasante o el ruido de un martillo neumático que el llanto de un niño pequeño.