Ciudad deL Vaticano - Los dos nuevos santos de la Iglesia católica canonizados ayer son pontífices recientes que la devolvieron a sus valores originales, según el papa Francisco, quien con la elección de esos modelos a seguir confirma su carácter. La ceremonia de ayer en el Vaticano, con los colores y números de las grandes ocasiones -acto multitudinario, liturgia y formas como pocas instituciones del mundo dominan- eleva a los altares a dos papas, Juan XXIII y Juan Pablo II, claves en el recorrido de la Iglesia católica de las últimas décadas.

Así lo percibió el papa Bergoglio, quien en la homilía de la misa de canonización recordó que los dos santos -modelos para los fieles, pues esa es la intención al proclamar la santidad- fueron hombres de su tiempo, una época de la que supieron de sus dramas. "Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte", exclamó Francisco sobre dos papas que vivieron de cerca los dramas históricos que, sobre todo, atravesó Europa en el siglo XX. La II Guerra Mundial, la caída del telón de acero y, en resumen, los genocidios que asolaron el territorio europeo, fueron la prueba a las que se refirió el pontífice, episodios históricos que unieron a dos papas muy diferentes en otros ámbitos.

La decisión de Francisco de proclamar al mismo tiempo santos a Juan Pablo II, fallecido hace tan solo nueve años, y a Juan XXIII, cuyo proceso de canonización parecía no avanzar, suscita de nuevo preguntas sobre las señales que el papa actual envía al mundo católico. Y abre el debate sobre qué debe ser la santidad en el siglo XXI, el reconocimiento de un comportamiento humano excepcional para el que la atribución de lo que el catolicismo califica de "milagro" parece no ser ya tan esencial como para la Iglesia de las centurias precedentes.

Para uno de los dos nuevos santos, Juan XXIII, por ejemplo, no se llegó a exigir esta vez el requisito de certificar un segundo milagro para proceder a su canonización y Francisco avaló este cambio. Para el pontífice, según explicó en la homilía que pronunció ante cerca de medio millón de personas que abarrotaron la Plaza de San Pedro, el vínculo entre los dos nuevos santos reside en el mensaje de que ambos devolvieron a la Iglesia a sus orígenes.

El papa argentino comenzó la misa comentando el episodio bíblico sobre Santo Tomas que toca las llagas de Jesús resucitado y subrayó que Wojtyla y Roncalli "tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado". "No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús", agregó.

"Actualización" "Restauraron y actualizaron la Iglesia" a su imagen original, en palabras del papa argentino, que valoró las decisiones y comportamientos que tanto el papa italiano como el polaco recondujeron a la Iglesia católica. "Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía originaria, la fisonomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos", explicó el papa Francisco en su homilía.

Y para el papa argentino está claro, porque lo recordó ayer, que los santos "llevan adelante" a la Iglesia. El pontífice considera que los dos nuevos santos llevaron al catolicismo valores de "amor, misericordia, sencillez y fraternidad", unidos a una "esperanza y alegría" que les hizo conectar mediante el papado a los católicos contemporáneos con sus hermanos originales en la misma fe.

El Papa proclamó la santidad de los dos pontífices ante medio millón de peregrinos llegados de todo el mundo a la Plaza de San Pedro y sus aledaños, según datos del Vaticano, que estimó en cerca de 800.000 los que se congregaron en Roma para la ocasión. Con la fórmula pronunciada en latín, Francisco pidió que se inscribiese a los dos papas en el libro de los santos y un fuerte aplauso se oyó en San Pedro y en las plazas de Roma donde se seguía la ceremonia, que evitó la lluvia. Fue también el día histórico de los "cuatro papas", ya que además de que Francisco proclamó santos a Karol Wojtyla y Angelo Roncalli, con los cardenales presentes, a la izquierda del altar estuvo el papa emérito Benedicto XVI, a quien el pontífice argentino abrazó antes de comenzar la misa de canonización.

Personalidad Sobre la personalidad de ambos santos, Francisco explicó que convocando el Concilio Vaticano II (1962), Juan XXIII demostró "una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu". Mientras que al pontífice polaco Francisco le definió como "el papa de la familia". Durante la ceremonia, se exhibieron en el altar las reliquias de los papas recién proclamados santos, las mismas que en la beatifiación. El relicario en plata con la sangre de Wojtyla fue llevado a Francisco por Floribeth Mora Diaz, la mujer costarricense cuya sanación en 2011 fue considerada el sengudo milagro que sirvió para canonizar a Juan Pablo II. Mientras que la reliquia de Juan XXIII era un trozo de piel que fue removido de su cuerpo que fue entregado por los sobrino-nietos de Rincalli.

Las canonizaciones cierran un ciclo de algo más de un año durante el cual el papa Francisco ha protagonizado decisiones que apuntan a un cambio de rumbo de las formas de gobierno de la Iglesia Católica, por un lado, con la dotación de estructuras con las que pretende hacerlas menos opacas y más acordes con los estándares internacionales, como las controvertidas finanzas vaticanas. Y, por otro lado, una modificación también en comportamientos, como los casos de abusos sexuales a menores de "bastantes" sacerdotes, por los que Francisco recientemente pidió perdón públicamente en nombre de una Iglesia de la que ayer preconizó la vuelta a su "fisonomía" original.