Tras estudiar Químicas en Euskadi, Rafael Fernández Aretxaga hizo un macuto no muy grande y empezó a viajar por el mundo. Hoy profesor autónomo, se había sentido atraído por las culturas orientales desde niño, y así ha visitado varias veces Turquía, Irán y Pakistán, por ejemplo, y vivió durante años en Rusia, donde constató que del ideario comunista a su puesta en práctica había un abismo. Conocedor del turco, ruso, inglés, hindi y también farsi (persa), realizó labores de cooperación internacional en Pakistán y se fue interesando, paulatinamente, por el país afgano, tan castigado por 35 años de guerra, desde 1977. Un país "anquilosado", lo define, "tras los destrozos de los rusos, el gobierno títere que lo llevó al caos absoluto y la intervención norteamericana, otro desastre".

Sociedades heterogéneas y complejas, llenas de migraciones, enfrentamientos y muerte. En el caso de Afganistán, destaca Rafael, "se destruyó el tejido social" y "los grupos extremistas se degeneraron por así decirlo". Mujeres a las que queman con ácido la cara, niñas tiroteadas por ir a la escuela, como le ocurrió a la Premio Sajarov, Malala Yousafzai, aún amenazada de muerte... En cambio, Rafa indica que "la mayoría musulmana quiere una educación para sus hijas". Entonces, ¿cuál es el problema? Parece que el económico tiene un gran peso, además de los grupos más integristas, extremos, que se agrupan en bandas por todo el país, aunque de una forma más acusada en el Norte y entre los pashtun. "La guerra propicia esta situación regresiva y violenta".

De ello sabe mucho el coronel Luis Herruzo, quien estuvo destacado en Afganistán y se concienció tanto de la necesidad de educación en un país tan devastado -especialmente en el caso de las niñas-, que se puso a dar clases de castellano, altruistamente, en la Universidad de Kabul. Su deseo de fomentar el idioma castellano allí fue secundado por una pequeña generación de profesores, y con ellos creó la Asociación de Profesores y Traductores de Español Dari (Apyted), en la que curiosamente hay algunos docentes pashtun.

Rafael contactó con Herruzo a través de la presidenta de la Asociación de Cooperación con Afganistán (ACAF), Gloria Company, y de la periodista especializada en el país afgano Mònica Bernabé. Entonces supo que la Fundación Cometa estaba construyendo una escuela en Kabul, con la pretensión de poder atender desde este año a entre 600 y 700 niños, prioritariamente chicas, con criterios igualitarios y de desarrollo. Y se puso a colaborar a través de labores informativas y de crowfunding (fondos obtenidos al publicar cuentos), para que la gente apoyara la iniciativa, así como una recogida de firmas para que se implicara el Ministerio de Educación español.

En este momento, está realizada la primera fase de la escuela, y hay aún pocas aulas habilitadas: faltan recursos, material y mobiliario. La Fundación Cometa, exhausta porque se dedica a colaborar con diversas causas humanitarias (en varios destinos del mundo), ha delegado en la Apyted la gestión de la Escuela Cometa. Habría que seguir avanzando con la dotación inmobiliaria y mobiliaria de la misma, pero tras intentar recaudar los fondos suficientes, la respuesta del Ministerio de Educación para apoyar el proyecto fue "muy fría", además de que los presupuestos en cooperación internacional de las instituciones "se han visto diezmados en un alto porcentaje", señala Rafael. Así, se está ralentizando la dinamización de este esperanzador centro educativo.

Con todo, y siguiendo los parámetros del Nuevo Año Persa, el 22 de marzo arrancaba el curso en este centro de sueños realizables. El sueño que viene promulgando en instituciones internacionales Malala, quien recuerda que algunos niños necesitan, tanto como comer, "un libro y un bolígrafo". A diferencia de India, en Afganistán los analfabetos se cuentan por millones. "Está muy en mantillas", valora el profesor, que impartirá clases allí puntualmente.

La razón de la fecha es la gran altitud de Kabul (2.000 metros), que origina inviernos duros y largos. El nombre, porque a los afganos les gusta mucho soltar cometas al aire. El proyecto va adelante, a pesar de las estrecheces y a la espera de alguna ayuda institucional o un mecenas... Todo para paliar la gran herida de la guerra que todo lo destruye. Con "una formación integral, sin sesgos extremistas ni fanáticos".

Cometa. La fundación homónima y varios profesores han creado un centro, especialmente para niñas, que empezó sus clases el día 22 en un distrito de Kabul.

Retraso. En Afganistán hay millones de analfabetos y la guerra y los extremistas dificultan el acceso de las niñas al colegio.

carencias

15.000

euros son necesarios para más mobiliario y material didáctico aún. Los recursos de las instituciones, recortados, han ralentizado el proyecto. Si quieren contactar: rufusrafafa@yahoo.es