El achaque primaveral por excelencia tiene un nombre, alergia. Las personas con alergias respiratorias sufren, en cualquier época del año pero especialmente en primavera, las consecuencias de enfermedades como la conjuntivitis, la rinitis o el asma. Y es que estamos en la época del año en la que hay un mayor nivel de polinización de las plantas. Este acontecimiento se traduce en alergias para el 25% de los vascos. Es también una de las estaciones más odiadas por los intolerantes al polen. De pino, de pino de plátano o el que llega en mayo, el polen de las gramíneas, son algunos de los causantes de estornudos, picores de ojos, urticarias y ahogos de cientos de ciudadanos. Pero, ¿por qué hay tantos alérgicos hoy en día?

Además de extenderse a lo ancho del calendario, las alergias también se expanden en lo que se refiere al número de afectados. Se calcula que un 25% de la población está afectada (es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia y adolescencia aunque remite bastante a partir de los 50 años), cuando a principios del siglo XX no era más del 5%.

Para más inri, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha anunciado que estos meses van a ser duros por el alto nivel de gramíneas previsto. "Vienen unos meses calentitos", ha advertido José María Olaguibel, presidente de la SEAIC, quien asegura que, pese a todo, no debe cundir el pánico si se toman las medidas adecuadas.

Continuos cambios de tiempo, plantas y árboles en flor, más insectos por el campo y días cada vez más largos que invitan a aumentar las actividades al aire libre. Este es el cóctel que cada año trae la primavera y que se vuelve explosivo para algunos ciudadanos. Las alergias no afectan a todo el mundo, aunque se calcula que se están registrando incrementos del 2% al año.

Ese aumento, señala Montserrat Fernández-Rivas, jefa del servicio de Alergias del Hospital Clínico de Madrid, tiene que ver también con factores ambientales, entre los que la contaminación es el principal sospechoso. De hecho, el boom de algunas actividades al aire libre, como el running, podría estar detrás de una exacerbación de los síntomas.

"hay predisposición genética" "La alergia el resultado de una interacción entre la exposición de una persona genéticamente susceptible a un alérgeno y varios factores ambientales modificadores. Es decir, hay una predisposición genética y por eso vemos que muchos pacientes en una misma familia son alérgicos, pero además hacen falta factores ambientales que influyen en el desarrollo", explica la doctora Susana Monzón. "Tener un progenitor con alergia aumenta un 30% el riesgo de que el niño también la tenga y, si los dos padres son alérgicos, este porcentaje se eleva por encima del 66%", indica la especialista del Clínico.

Aunque los alérgicos crónicos tendrán síntomas todo el año muchos de los afectados los reconocerán desde finales de enero a mediados de julio. El contacto con el polen (alérgeno) provoca una inflamación de la mucosa de la fosa nasal, que a su vez provoca una hiperreactividad nasal que hace que se desencadenen los síntomas de la alergia, no solo al contacto con los pólenes, sino también ante olores fuertes, humo, polvo, cambios de temperatura, ejercicio, llanto, nervios o la ingesta de alimentos ácidos o picantes.

Esta reacción desmesurada del organismo frente a estas u otras sustancias son extremadamente molestas para algunas personas aunque para la mayoría resulten inofensivas. Como apunta la doctora Aurora Garre, "cuando los alérgenos ingresan en el cuerpo de una persona predispuesta, el organismo genera anticuerpos específicos para combatir al que consideran un agente invasor. Para ello, liberan sustancias como la histamina, que son las que producen los síntomas propios de la alergia". Además, recuerda la experta de los laboratorios Cinfa, "la estrategia más eficaz es evitar en la medida de lo posible todo aquello que nos produzca alergia". "Estar el máximo tiempo posible dentro de casa durante los días de mayor concentración de polen y los días de viento, no abrir las ventanas en las horas más conflictivas, o mantener las ventanillas del coche cerradas y colocar filtros en los aparatos de aire acondicionado puede ayudar", afirma.

Cuando el asma se combina con la alergia, la cosa se complica y es que uno de cada dos casos de asma es debido a la alergia. La presencia de polen ambiental puede causar inflamación de los bronquios en el paciente alérgico, pero, al mismo tiempo, una mayor concentración de polen puede desencadenar episodios agudos de asma.

no es lo mismo asma que alergia Sin embargo, no hay que confundir asma con alergia: la primera es una enfermedad crónica que consiste en una inflamación de los bronquios que provoca que se irriten y estrechen, dificultando la respiración, mientras que la alergia es una respuesta inmunológica o defensiva frente a ciertas sustancias. Y aunque ambas enfermedades están relacionadas, "no todos los asmáticos son alérgicos ni todos los alérgicos son asmáticos", tal y como aclara el doctor Javier Domínguez, alergólogo del Hospital Universitario La Paz de Madrid.

Para solucionar el problema, los especialistas abogan por administrar mensualmente una o varias vacunas a lo largo de tres o cuatro años, vacunas específicas según la alergia que sufra el paciente. Según diferentes estudios, esta terapia contribuye a una reducción del 80% en el consumo de otros fármacos y además está asociada con una mejora de los síntomas entre el 40% y el 50%, porque las vacunas van induciendo poco a poco tolerancia a esos pólenes en el organismo.

La vacuna se confirma como la herramienta más eficaz. Aunque muchos piensen que no deberían o que pueden prescindir de las inyecciones, a juicio de Ignacio Antepara, jefe de Alergología del Hospital de Basurto, es el remedio por excelencia. "Las vacunas construyen un sistema inmunologico diferente que haga al alérgico tolerar. Cuanto antes se usen mejor", sentencia.

Y ya en casos extremos, tres de cada diez personas sufren algún tipo de alergia, que puede poner en riesgo la vida si se llega a la anafilaxia que es es la manifestación alérgica más grave que existe y puede ser mortal. Las causas más frecuentes son alimentos, fármacos y picaduras de abejas o avispas y, aunque se estima que puede afectar a una de cada trescientas personas en algún momento de su vida, hay estudios que demuestran que su prevalencia ha aumentado hasta un 50% en los últimos años.

Los expertos apuestan por la necesidad de que los profesionales sanitarios, los afectados y su entorno sean capaces de diagnosticar inmediatamente un paciente con esta patología. "Aunque la anafilaxia es la forma más grave de alergia, es de las menos reconocidas, por eso es importante informar mejor sobre los síntomas y la forma de tratamiento ya que cuanto antes se aplique, menos complicaciones habrá", destaca el doctor Antonio Parra, miembro de la Junta de la Sociedad de Alergología.