bermeo. El temporal marítimo que ayer alcanzó las costas del Cantábrico no tuvo en Bermeo los efectos destructivos que pudieran esperarse una vez que el puerto de la villa había quedado sin la debida protección tras derrumbarse el domingo cuatro importantes tramos de los espigones. El Gobierno Vasco trabajó a contrarreloj para tratar de taponar las roturas causadas y, de esta forma, evitar nuevos destrozos. Para ello colocó hasta 105 bloques de hormigón en el dique del puerto, y pese que el agua entró nuevamente en la zona de Frantxua, alcanzando los pabellones, la solución de urgencia mitigó la fuerza de las olas en dos tiempos -con las dos mareas altas de la jornada- y evitó nuevos daños.
Los primeros indicios de la tormenta llegaron a mediodía, aunque el punto álgido de la pleamar había sido cuatro horas antes, por lo que no tuvo un efecto tan destructor al haberse reducido la altura de las aguas. A pesar de ello, las olas de hasta cuatro metros de altura llegaron a desplazar cuatro de los 70 bloques de piedra caliza, de ocho y nueve toneladas de peso, situados en la herida abierta en el espigón de Frantxua, lo que daba muestra de las fuerza de las mismas.
El agua, aunque sin excesiva fuerza, se coló hasta las lonjas de la zona. Era imposible poner puertas al mar. Sin embargo, los responsables de las aproximadamente cuarenta instalaciones ya habían tomado las debidas precauciones para evitar males mayores. Bien porque levantaron tabiques en los accesos a las mismas, bien porque los perjuicios ya sufridos el domingo no podían ser mayores, no hubo que lamentar nuevas pérdidas para una ya de por sí castigada flota bermeana. Por otra parte, y de cara a evitar los posibles daños personales, el puerto permaneció cerrado a los peatones -así lo ha estado desde la madrugada del domingo, aunque el trabajador que quedó aislado en una lonja logró burlar la vigilancia entrando por un acceso no autorizado-, salvo para los trabajadores que en la jornada del martes trabajaron hasta las 20.00 de la tarde para taponar en la medida de lo posible las cicatrices abiertas en Frantxua y el rompeolas. Esa labor de prevención desarrollada tanto por el Ejecutivo de Lakua como por la flota pesquera bermeana, resultó fundamental para que la jornada de ayer fuera menos problemática.
pleamar Tras el paréntesis abierto con la marea baja de las primeras horas de la tarde, las olas tuvieron un efecto más agresivo al llegar junto a la pleamar, sobre las 20.50 horas de la tarde. La lucha del puerto de Bermeo contra el Cantábrico se recrudeció entonces, especialmente con una veintena de olas de gran tamaño que retumbaron en la zona del puerto viejo. Sin embargo, el viento de componente oeste contribuyó a que el puerto quedase a resguardo de las olas que llegaban desde el Cantábrico, merced a que estas chocaban directamente en el cabo Matxitxako y las que alcanzaban la zona costera lo hacían con una menor fuerza destructiva que la que el mar ha mostrado en sucesivas ocasiones durante este invierno. De esta manera, y gracias a los 35 bloques de hormigón de ocho toneladas colocados frente a la brecha abierta el domingo en el también agrietado rompeolas bermeotarra, el dique logró resistir.