gasteiz. La solidaridad es como el aire, invisible a los ojos pero no por ello irreal, inexistente o inapreciable. Este ejercicio voluntario de humanidad es la prueba irrefutable de que sí se puede; de que todo es factible con el esfuerzo y el empeño de una o de miles de personas por hacer realidad el sueño de construir una sociedad más igualitaria. La demostración, como podría escribir algún poeta de la autoayuda, de que el corazón también tiene un cerebro que le ordena actuar ante inmoralidades tales como, por ejemplo, que una o mil personas no tengan un bocado con el que poder tragar las penas, incomodidades y agobios engendrados por un sistema desequilibrado. Tal y como ilustra con acierto Daniel Fernández Conde, presidente de la Federación Vasca de Bancos de Alimentos, "llegan personas que de no verlo, no se puede creer. La realidad es así y nosotros actuamos, no por obligación, sino por necesidad humana para con las personas".
¿Cómo recibió la noticia?
Como presidente de la Federación de Bancos de Euskadi, con gran satisfacción. Recibir este reconocimiento supone una gran consideración y estímulo, al ser galardonados con un premio de tan alto prestigio.
¿Con qué ánimo recogerá el premio?
Sabiendo que el protagonismo de los bancos de alimentos de Euskadi en este acto tiene un alto nivel significativo y trasladar a la sociedad mensajes de esperanza y optimismo.
Esta distinción ¿supone la confirmación de una nueva forma de entender la sociedad?
Sí. Aunque también es una pena que sea a través de una distinción como confirmemos que la sociedad tengamos que entenderla desde el pobre. La forma de entender la sociedad está fundamentada principalmente en tiempos de zozobra, de desmoralización social, de crisis económica? Son tiempos difíciles que a todos nos tienen sumidos en la desesperanza, la angustia y el pesimismo.
¿Cómo valoraría la implicación de la sociedad vasca en su conjunto?
Cuanto más cercana, más tangible está la crisis. Y aparecen señales de optimismo y esperanza. Constatamos que ante las dificultades, la sociedad vasca se moviliza y crece la solidaridad, como ocurrió en la campaña del 29 y 30 de noviembre.
¿Es usted de los que cree que todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario? El trabajo de los voluntarios y la implicación ciudadana así parecen demostrarlo?
Todos tenemos el instinto de la bondad, solo que algunos no saben utilizarla. Debemos confiar en las personas. No debemos enjuiciar al otro. Toda persona tiene un sentimiento por hacer el bien para con los demás.
Su trabajo es altruista. Nadie cobra nada. Y es un éxito. ¿Han conseguido humanizar el capitalismo?
La primera premisa que me plantea está clara. Ningún voluntario cobra ningún dinero. Dado que el perfil de los voluntarios a veces no corresponde a las necesidades de los bancos, es necesario disponer de algún administrativo para que el banco funcione. Y esa persona está con un sueldo mensual. A la segunda premisa me cuesta dar respuesta. Pienso que el rico siempre seguirá siendo rico y en estos momentos todavía seguirá creciendo y es difícil humanizarlos. El pobre sigue siendo pobre y cada vez más, y su situación de pobreza, sus circunstancias, hacen que esté ya humanizado.
¿Y cómo puede ser que en pleno siglo XXI aún existan estas situaciones?
No seamos ciegos. Lo que está a la luz se ve perfectamente. Todos somos conscientes de las condiciones en las que viven muchas personas. A los bancos llegan personas que de no verlo, no se puede creer. La realidad es así y nosotros actuamos, no por obligación, sino por necesidad humana para con las personas.
¿Qué nos ha llevado a esta situación? ¿La avaricia de unos, el desinterés por el otro, los abusos y el despilfarro de todos??
Desde el banco de alimentos me es difícil buscar las causas que han desembocado en la situación actual. Es un conjunto de varias causas: avaricia de unos, consumo desmedido de otros, despilfarro de muchos? y sobre todo, la falta de resoluciones de los organismo públicos.
¿Y se atreve a dar un consejo a las instituciones para que pongan remedio a este drama humano?
Estamos convencidos que ninguna acción que no vaya a la causa de los problemas será solución. Hay que conseguir luchar contra las causas del hambre. Asegurar un trabajo digno con un salario suficiente para que una familia pueda salir adelante. Se necesitan resoluciones de los organismos públicos para dar solución a la problemática de la pobreza.
¿Y a los ciudadanos para que colaboren con las iniciativas de los bancos de alimentos?
Que realicen acciones solidarias siendo donantes de alimentos, de servicios u otros cuando se organizan campañas de recogida. Prestándose como voluntario o planificando alguna campaña.
Por cierto, ¿cómo y por qué surgieron los primeros bancos de alimentos en Euskadi?
La idea surgió en Estados Unidos. Después llegó a París, luego a Barcelona y en 1996 a Bizkaia, en 1997 a Gipuzkoa y en 1999 a Araba. Y se creó la Federación de Bancos de Euskadi. El fin que pretendieron fue despertar el espíritu solidario y difundir los valores humanos para resolver la contradicción entre excedentes y la pobreza existente. Un grupo minoritario de voluntarios deseó llevar a cabo un equilibrio entre solidaridad y pobreza. Luchan contra el despilfarro de alimentos, los recogen de donantes solidarios, los reciclan y entregan gratuitamente.
¿Cuál ha sido su evolución?
El mejor mensaje que podríamos trasmitir es que los bancos de alimentos de Euskadi no tengan futuro en un periodo corto de tiempo. Pero la realidad nos dice que no es así. Actualmente los bancos están haciendo lo que es posible, pero no lo que es necesario. Ninguna acción que no vaya a las causas de los problemas, será solución. Abastecer de alimentos a los bancos, aun siendo urgente, no está arreglando el problema de fondo. Los datos que podemos aportar son signos palpables de las dos caras de una misma moneda: la positiva y la negativa: Donantes, más de 4.000; asociaciones benéficas, aproximadamente 650. En total, 70.000 personas y más de seis millones de kilos de alimentos distribuidos. Unas cifras espectaculares que esconden otros tantos dramas?
¿Han pensado en alguna ocasión en tirar la toalla ante la avalancha de personas demandantes de ayuda?
Jamás. Iríamos contra nuestros valores solidarios. Cuando deje de haber pobres dejaremos de existir.
¿En qué piensan cuando están al límite?
No hemos sentido estar al límite. Para recoger alimentos siempre hemos buscado a quienes los tienen y dárselos a quienes los necesitan. La divina providencia provee cuando lo necesitamos.
Después de la campaña navideña ¿cuál es su próximo reto?
No nos plateamos retos. Nuestro camino es la puesta en marcha de campañas de sensibilización dirigidas a la sociedad en general y particularmente a las instituciones y a las empresas, animándoles a que canalicen sus acciones de responsabilidad social empresarial a través de donaciones y actuaciones encaminadas a favorecer nuestros bancos de alimentos.
¿Ha merecido la pena todo el trabajo que han hecho?
Los bancos no actúan por una recompensa o un merecimiento. Actúan porque es un principio humano que hay que ejercitarlo mientras existan pobres.
¿Corren malos tiempos para la clase media?
Sí. En estos momentos, unas cuantas personas no pueden seguir el ritmo marcado por el sistema consumista. Se ven abocados a consumir lo necesario. El propio sistema les saca y se quedan aislados. Sólo pueden llegar a consumir lo imprescindible y necesario para vivir. Corren malos tiempos para ellos porque poco a poco verán que no van a poder consumir ni lo necesario.
¿Han comprobado ustedes la llegada de gente solicitando ayuda que nunca hubieran pensado ver en sus instalaciones?
Sí. Lo manifiestan cuando cuentan, de manera vergonzosa su historia. No creen la situación vivida anteriormente y cómo han podido llegar a la que están viviendo ahora...
¿Hay concienciación por parte de dirigentes y entidades financieras de la cantidad de dramas humanos existentes provocados por políticas desacertadas y prácticas insensatas?
Es una pregunta que me desborda. Creo que conciencia del drama tan tremendo que estamos viviendo existe. Las causas de esos dramas hay que buscarlas en los estamentos que tienen en sus manos la solución. Nunca en la sociedad pobre, que es donde los bancos nos movemos.
¿Alguna fórmula para evitar que la pobreza y la desigualdad vuelvan a adquirir esta dimensión?
Una mejor distribución de los alimentos y evitar el despilfarro. La fórmula no está en nuestras manos. Me es difícil formular principios que den con la solución. Los dejo en manos de los responsables políticos para que los busquen y las apliquen.
¿Cree que algún día desaparecerán los bancos de alimentos porque el Estado del Bienestar ha llegado a todos los estratos de la sociedad?
Ojalá llegara ese momento.
Supongo que habrá conocido muy de cerca casos trágicos, sobrecogedores? ¿Alguno que le haya marcado?
Una persona, de unos 50 años, vino al banco después de una caminata de treinta kilómetros, con una mochila al hombro. Vivo en una chabola apartada del pueblo. Hasta hace tres meses vivía de la pensión de mi padre. Murió y se acabaron los ingresos. Son muchos los días que no he podido comer. Vengo a ver si me dan algo. En su mochila podía llevar muy poco y el camino de regreso es muy largo. Los voluntarios le prepararon una bolsa de emergencia, en dos cajas. Un voluntario, en su propio coche, le trasladó a la vivienda-chabola. El comentario de la situación fue sobrecogedor.
Supongo que, como siempre, los más pequeños y las personas mayores son los más perjudicados?
Los mayores, porque tienen que poner a disposición de sus hijos necesitados la pequeña pensión que perciben de jubilados. Los pequeños, porque sus necesidades son menos cubiertas por las donaciones. Donan alimentos más necesarios y se tiene menos en cuenta a los niños. Por eso, actualmente se insiste en donaciones de productos infantiles.
¿A quién invitaría a un reparto de alimentos para que viera la realidad?
A miembros de las administraciones públicas. Responsables elegidos por el pueblo. Es decir, autoridades de organismos públicos. No tanto para que se lamenten y concedan subvenciones, sino para que busquen soluciones desde sus cargos.