¿Va a animar a los políticos vascos a que no regularicen el cannabis porque es malo?
No, no voy a decirles lo que tienen que hacer. Lo que quiero es llamar su atención sobre que el consumo de cannabis es un problema sobre todo de adolescentes y primera juventud. Las estadísticas así lo demuestran. Y las acciones políticas deberían ir dirigidas a lo jóvenes donde está muy demostrado los efectos nocivos. Además cuando se habla de clubs sociales se está pensando en adultos.
Existe la creencia de que es una sustancia prácticamente inocua.
Sí claro y entre los jóvenes cala con facilidad ese mensaje. Sin embargo, no es cierto porque entre los jóvenes incrementa de forma notable el riesgo de psicosis. Es decir, trastornos en los que se produce una cierta pérdida de contacto con la realidad, experiencias de alucinaciones e ideas delirantes. Y sobre todo presenta el añadido de que si tienes una enfermedad mental y sigues consumiendo cannabis, los tratamientos no son eficaces. El consumo continuado también produce una disminución del coeficiente intelectual. E independientemente de los síntomas psicóticos, se detectan síntomas psicológicos y pisquiátricos.
¿Cómo son los ingresos que usted ve en su hospital?
Son terribles. En el hospital tenemos un observatorio privilegiado de nuestra juventud. Los ingresos suelen corresponder a chavales con una media de 23 años de edad. El 67% de los pacientes que ingresan por primera vez en un centro con un cuadro psicótico, o sea casi dos tercios, son consumidores casi diarios de marihuana.
Sin embargo, no tiene mala prensa y su consumo se asocia a menudo con fines terapéuticos.
Se habla de los usos terapéuticos, pero eso es anecdótico. Que se usen las drogas con fines terapéuticos es algo que siempre se ha hecho y los opiáceos los usamos muchísimo, pero nunca se le da propaganda. El problema es que el cannabis lo consume mucha parte de la población, incluso personas con responsabilidades públicas.
¿Usted que haría para evitar, por ejemplo, que se fumen tantos porros?
Yo destinaría los esfuerzos a la prevención entre la juventud, me centraría en ese sector porque es el que sufre un mayor riesgo de desarrollar enfermedades psiquiátricas, en ocasiones con daños irreversibles.
La sociedad es permisiva con la marihuana y, curiosamente, restringe el tabaco.
Efectivamente. En las cajetillas pone que el tabaco te puede matar, se asocia al cáncer y tienen vinculados mensajes muy negativos. La marihuana tiene otra connotación social muy diferente, se asocia a los fines lúdicos, a compartir intereses comunes... Y eso no me gusta para nada. Otra cosa es que existan lugares para consumir, eso ya los responsables políticos lo evaluarán.
¿Cuáles son los grupos de edad con mayor consumo?
Las estadísticas estratifican las edades y el consumo en menores de 35 años duplica el de mayores de esa edad. El mayor problema se registra entre los adolescentes, que a veces incluso fuman porros en los propios colegios. Aunque en las consultas también podemos ver un pequeño porcentaje de adultos con patologías psiquiátricas por este motivo.
Asegura usted que además la calidad de vida sufre un gran deterioro.
Es que los efectos son muy nocivos. Los riesgos más graves afectan a la salud mental. Pero en la gente que tiene una dependencia del cannabis casi diaria también se ven problemas respiratorios, problemas cardiovasculares... Además el consumo de hachís también tiene impacto sobre el desarrollo psicosocial, se asocia a una menor integración social, a dificultades para trabajar, para formar una familia o para conformar el círculo de amigos.
¿Los efectos del cannabis se pueden revertir?
La literatura científica decía que entre los grandes consumidores se producían unas atrofias cerebrales que eran irreversibles. Nosotros pudimos comprobar, aquí en Vitoria, que la gente que dejaba de consumir, al cabo del tiempo, conseguía recuperaciones francamente buenas. Aunque haya habido consumo, el tratamiento intensivo ayuda a mejorar bastante su salud.