Los menores de 18 no pueden comprar alcohol, pero para entonces ya llevan cinco o seis años tomándolo.
Es cierto que técnicamente, la edad de mayor virulencia en el consumo de alcohol es de 18 a 24 años, con lo cual las intervenciones controladas son más complicadas porque al fin y al cabo son mayores de edad y se trata de una sustancia de uso legal. Con los menores el tema es grave porque nueve de cada diez, o sea el 90%, acceden a la mayoría de edad bebiendo alcohol. Además la inmensa mayoría de chavales, el 65% de niños entre ocho y doce años, considera que el alcohol es un síntoma de alegría, de fiesta y de pasarlo bien. Si tan pronto unen alcohol con diversión, cuando tengan catorce años serán carne de cañón de consumo.
¿Es un problema de tolerancia?
Hay una tolerancia clarísima. La realidad es que lo están suministrando hosteleros, supermercados, que todo el mundo hace la vista gorda.
La gente cree que tomar alcohol no tiene consecuencias.
No, socialmente parece que todo el mundo lo ha hecho y parece una gripe que ya se pasará porque es un adolescente y ya aprenderá. Al final en el imaginario y en el inconsciente colectivo está la justificación a esa conducta. Como sociedad hemos permitido que al alcohol esté dentro de lo que significa hacerse mayor. En este momento, el alcohol es el elemento ritual que a los chavales les permite ponerse en el escenario social y público y gestionan el consumo de alcohol en esas claves; ya soy mayor y mira qué borrachera me he pillado...