La gente no quiere ver la miseria; se cansa de ella, porque a los pobres siempre se les presenta en los medios con muy poco respeto. Y los desamparados también tienen su dignidad", asegura Estíbaliz Ladrón de Guevara, religiosa alavesa que durante 35 años ha desarrollado su trabajo misionero en la República Dominicana. Considera al igual que el Papa Francisco que se está globalizando la indiferencia hacia las injusticias sociales. "Hemos perdido la sensibilidad de llorar", sentencia.
En vísperas de la jornada del Domund, hoy domingo, la misionera vasca intervino en Bilbao en varios encuentros con escolares donde les relató la situación de miseria máxima en la que viven millones de seres humanos en la República Dominicana y Haití. "La misión es fruto de la fe y la solidaridad; hay que acompañar a los más pobres a que tengan sentido de dignidad como personas", añade.
Antes de partir a Latinoamérica, esta profesora impartió docencia en Gasteiz, Bilbao, Muskiz y Donostia. Pero siempre se preguntaba por qué no poner su profesión al servicio de los niños y adolescentes sin posibilidades de educarse. "Mi inquietud por hacer un mundo más humanitario me llevó a la República Dominicana. ¿Por qué este continente? Por no aprender otro idioma", se sincera.
Pensando en Haití Aunque hace dos años tuvo que regresar al Estado español para un servicio que le pidió la Congregación, Estíbaliz cuenta ya los meses que le quedan para retornar a tu trabajo con los niños de la calle, con los campesinos, con las niñas obligadas a prostituirse. "Estamos pensando en ir a Haití. Allí tenemos una comunidad con varias congregaciones que están presentes desde el terremoto del 2010. No en el lugar donde se produjo el seísmo, sino en una zona muy marginal que está en la frontera con la República Dominicana a donde llegaban muchos de los afectados por la catástrofe de Puerto Príncipe".
Antes de trasladarse a Santo Domingo para hacerse cargo de un instituto donde acudían los jóvenes por las noches tras acabar su trabajo, la misionera vasca permaneció cinco años trabajando en una zona montañosa ,que le recordaba al País Vasco. "Su población estaba muy dispersa, pero a pesar de ello teníamos un centro de salud y formación de la mujer. Fue una experiencia muy bonita, porque la gente trabajaba por el desarrollo humano y cristiano", rememora.
En uno de los barrios más marginales de la capital dominicana con un hacinamiento tremendo, Estíbaliz Ladrón de Guevara centró su labor, junto con un equipo de médicos y enfermeras algunos de ellos locales, en el área de salud (Haití y la República Dominicana son dos países con altas tasas de VIH, entre otras enfermedades contagiosas). Aunque el objetivo último era formar a la gente de allí, acompañándoles a salir de su pobreza. "A que sepan reclamar los derechos que les corresponden, porque en esos barrios hay una población de emigrantes haitianos muy grande. Además, la explotación sexual infantil es muy elevada; a los niños se les manda a trabajar para ayudar a la familia y a las pequeñas a servir en hogares de gente bien o a casas de citas", explica.
La misionera vasca quiere hacerse eco de la injusticia en la que actualmente están viviendo en la República Dominicana los inmigrantes haitianos, incluso los nacidos allí. "Una de las mayores riquezas de los dominicanos, aunque ya no, fue la caña. El mismo gobierno llevaba braceros haitianos en la época de la zafra. Actualmente viven una injusticia terrible en la que la comunidad internacional tendría que intervenir".
¿Qué sucede? "El Gobierno tiene un decreto por el que no se reconoce la nacionalidad de los hijos e hijas de haitianos que viven allí legalmente", explica con indignación.
En tiempos de Balaguer, a los descendientes de los braceros que nacían allí se les daba el acta de nacimiento. Sin embargo, el nuevo gobierno niega que ese acta de nacimiento sea legal, lo que hace que no tengan nacionalidad, ni identidad. "El otro día una joven de 23 años que quería estudiar Magisterio fue a pedir una copia de su acta que la tenía muy deteriorada. Cuando la entregó, se la incautaron y la rompieron al darse cuenta de que tenía apellidos haitianos. Que esto ocurra en pleno siglo XXI es vergonzoso. La joven, que no tiene familia en Haití, que no sabe su idioma, decía que se sentía igual que las cabras que cría su padre", subraya la misionera, al tiempo que reconoce que por mor de la presión internacional el Gobierno dominicano empieza a hacer caso a los grupos que luchamos contra esta terrible injusticia.
Los dos mundos Como indica la misionera vasca, en la República Dominicana conviven el primer y el cuarto mundo, muy cerca el uno del otro. "Santo Domingo tiene más de tres millones de habitantes y todo el cerco de la ciudad son barrios marginales por donde no pasa ni un turista; los gobiernos son muy corruptos y no invierten los recursos ni en la educación ni en la sanidad de su ciudadanía", subraya.
Cuando le pregunto que podemos hacer desde aquí por países como Haití, uno de los más pobres del mundo, Estíbaliz contesta con rapidez. "Denunciar las injusticias como el tema de la nacionalidad. Pero desgraciadamente solo son noticia cuando ocurren grandes catástrofes. Aunque también es cierto que con el acceso a la información que nos muestran todas las tragedias del mundo, a veces la gente se harta de ver tanta miseria. Una miseria que suele vender en los medios de comunicación, algunos de los cuales hacen su trabajo con poca sensibilidad al hablar de los pobres", recalca la misionera.
No puedo terminar nuestra charla sin preguntarle por el Papa Francisco. "Estoy feliz. Está haciendo gestos y expresiones muy decisivos. El domingo dijo que no seamos cristianos de barniz. Tenemos un barniz, vamos a celebraciones masivas, tal vez cuestionables. A mi me parece que el Papa nos llevará a que seamos cristianos conscientes y con radicalidad; me gusta el cambio que está haciendo en el Vaticano", zanja.
l 961 misioneros/as vascos de las tres diócesis. Bilbao cuenta con 293 y la de Donosti con 326.
l Diócesis de Bilbao. Dispone de 342 misioneros y misioneras vizcainas repartidos en más de 50 países.
l En África hay 43. Están presentes en 20 países: Benin, República Centro Africana, Argelia, Tanzania, Burkina Faso, Camerún, Egipto, Guinea Ecuatorial, Kenia, Madagascar, Malawi, Marruecos, Mozambique, Angola, Congo, Cabo Verde, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Tchad.
l En América. Hay 189 misioneros/as en 19 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Solo en Perú hay 33, es el país de América donde más misioneros/as hay.
l En Asia. Están en 7 países: China, Corea, Filipinas, Japón, India, Taiwán, Tailandia.
l En Oceanía. En Australia.
l Entre Asia y Oceanía y otros países. Están 21 misioneros y misioneras vascos.
l Por congregaciones. Entre las masculinas son los Jesuitas los más numerosos y las misioneras Mercedarias de Berriz y las Carmelitas misioneras teresianas en las femeninas.
l Por género. El porcentaje entre mujeres y hombres es de 51% de mujeres y 49% de varones.
l En el Estado español. En la actualidad se estima en más de 14.000. De ellos 53% son mujeres y el 47% hombres.
l Por continentes. En América están el (70%). Le sigue África, con el 15%, Europa (8%), Asía (7%). En Oceanía hay una veintena.