madrid. Tarde y mal. Más de 50 años después, cerca de 180 miembros de la Asociación de Víctimas de la Talidomida reclamaron ayer en un juzgado de Madrid que la farmacéutica Grünenthal les indemnice con 204 millones por las malformaciones que sufrieron. Al juicio, que ha quedado visto para sentencia, han asistido numerosos afectados de la talidomida, niños nacidos entre los años 50 y 60 con las extremidades cortas, sin pies o sin brazos o con muñones, después de que a sus madres les administraran el fármaco para combatir las náuseas del embarazo.

Dos damnificados vascos también acudieron a la vista que consideran la culminación de años de lucha "que han sido un infierno", señalan. Sin embargo, la empresa ha pedido que la demanda se desestime por falta de pruebas.

Rafael Basterrechea, nacido en Barakaldo, es uno de los demandantes. "A mis 48 años tengo los brazos más cortos de lo normal, no puedo doblar el codo, tengo glaucoma y el canal auditivo estrecho y problemas de páncreas". "Nos ha costado mucho exhibir nuestras minusvalías -admite-, pero aquí estamos, reclamando esta barbaridad". Basterrechea valora positivamente el juicio celebrado ayer pero cree que "para defender una tragedia como la de la talidomida hay que tener entrañas de acero".

"La parte contraria se ha acogido a resquicios legales, a muchas fechas contradictorias y a estratagemas jurídicas muy profesionales. Pero la abogada se ha atrevido a responsabilizar a nuestras madres por haber tomado el fármaco, amas de casas que no tenían ningún conocimiento y que, después de traernos al mundo, creían que era lo que Dios había querido. Sin embargo, nosotros hemos demostrado punto por punto que en España se vendió talidomida y mucha después de haber sido retirada. Lo que pasa que nuestras amas no pudieron demandar porque no conocieron las causas de las malformaciones de sus hijos recién nacidos hasta mucho más tarde", afirma Basterrechea.

"No tomes eso, es veneno" El gipuzcoano Alejandro Vallejo también fue víctima de los efectos secundarios de este fármaco. Sufre una agenesia (desarrollo incompleto) de dedos y falanges y un pie equinovaro (torcido hacia dentro). "Mi ama recuerda que cuando estaba embarazada alguien le dijo que dejara de tomar esas pastillas que eran veneno, pero claro, cómo lo iba a saber. Aquí lo han escondido todo y por eso andamos a rastras cincuenta años después", indica Alejandro Vallejo nacido en Donostia en 1963 y residente en Lazkao, todavía aturdido por un juicio "muy duro".

De momento, Vallejo no figura entre esos 24 afectados que el Gobierno español ha reconocido. "En concreto el instituto Carlos III que se ha fiado mucho del baremo de fechas", precisa. "Las pruebas son contundentes. La patente del medicamento es del 4 de abril de 1955 y en España lo hemos localizado en un vademécum (catálogo oficial de medicamentos) de 1973", explica, por su parte, Basterrechea.

La farmacéutica Grünenthal, fabricante de la talidomida, desarrolló y comercializó este medicamento en 1957. En teoría, trataba las náuseas, la ansiedad, el insomnio y los vómitos de las mujeres embarazadas.

Se vendió en cincuenta países con 80 nombres distintos (en España se recetaron diez). Pero tras comprobarse que provocaban malformaciones en el feto, el Gobierno alemán retiró la talidomida en 1961. "No obstante, hay un escrito de mayo de 1962 en el que la filial española de Grünenthal notificaba a Alemania que no preveía informar a los médicos españoles de los efectos secundarios", remarca Basterrechea.

La lucha de Alejandro Vallejo es difícil. Al no contar con pruebas físicas tales como recetas o frascos que demuestren que su madre tomó este medicamento, sus opciones se reducen.

"Aunque el tema está claro y varios traumatólogos me han dicho, por todos los síntomas que presento, que soy una víctima de la talidomida. De hecho, yo creo que, aquí mismo en el País Vasco, hay más afectados que presentan síntomas como los nuestros pero muchos ni siquiera se han enterado", subraya.

Este guipuzcoano espera que la sentencia esté lista para dentro de un mes, aunque no las tiene todas consigo. El abogado de las víctimas, Ignacio Martínez, señaló, por su parte, que la farmacéutica ha pagado casi 600 millones de euros en indemnizaciones en Alemania como responsable del desastre de la talidomida. Sin embargo, España es el país peor tratado del mundo en este aspecto porque los afectados no han recibido compensaciones por los daños causados.