Copenhague. Casi medio siglo después de haber postulado, por separado, la existencia de una partícula subatómica en el origen de la masa de otras partículas, el británico Peter Higgs y el belga François Englert fueron galardonados ayer con el premio Nobel de Física.
Los dos físicos teóricos, premiados también este año con el Príncipe de Asturias de Investigación, ya habían recibido en julio de 2012 una de las mejores noticias de sus carreras: el descubrimiento en el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) de una partícula que, "lo más probable", era el ya denominado bosón de Higgs.
Higgs y Englert (éste junto al ya fallecido Robert Brout), publicaron en 1964 de forma independiente sendos artículos sobre la existencia de ese bosón, popularizado como 'la partícula de Dios', que fue considerado un elemento clave para completar el modelo estándar de la física de partículas, que explica el funcionamiento del Universo.
El británico Higgs nació el 29 de mayo de 1929 en Newcastle upon Tyne, hijo de un ingeniero de sonido que trabajó en el canal público de televisión británico BBC.
En 1950 se graduó en Física con el mejor expediente en el King's College de Londres y cuatro años después se doctoró con una tesis titulada 'Algunos problemas en la teoría de las vibraciones moleculares'.
Salvo cuatro años en Londres, ha desarrollado toda su carrera investigadora en la Universidad escocesa de Edimburgo, en la que fue nombrado catedrático de Física Matemática en 1960, catedrático de Física Teórica en 1980 y donde aún ahora es profesor emérito.
En 1964 planteó por primera vez su teoría sobre la existencia de una partícula o bosón en un escueto artículo de apenas un folio que, según él mismo recordó en una visita el año pasado a Barcelona, fue rechazado por una revista científica. Sí que se publicó una segunda versión más amplia, en la que desarrolló la idea de que las partículas no tenían masa al comienzo del Universo y que la adquirieron una fracción de segundo después, como resultado de la interacción con un campo teórico, conocido ahora como el "campo de Higgs". Todas las partículas interactúan en este campo, incluida la nueva partícula.
La confirmación de la existencia del bosón de Higgs a través de experimentos con el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) y otros dos grandes detectores, el ATLAS y el CMS, del CERN fue considerada un hallazgo esencial en la comprensión del Universo, porque permite asomarse a la observación de lo que ocurrió justo después del Big Bang.
Durante las décadas de 1950 y 1960 los científicos observaron de forma inesperada nuevas partículas en radiación cósmica y aceleradores recién construidos, lo que puso en entredicho el modelo estándar de la física elemental. El 4 de julio del año pasado el CERN anunció el descubrimiento del bosón de Higgs y, escéptico hasta ese momento, el astrofísico Stephen Hawking pidió de inmediato el Nobel para Higgs.
Higgs admitió después que recibir este galardón era "una posibilidad que podría ocurrir", aunque advirtió de que en el comité organizador había algunos "físicos conservadores" que podían ser no partidarios de concedérselo aún.
Esta vez se equivocó y la Real Academia de Ciencias de Suecia le concedió ayer el Nobel, aunque hubo momentos de incertidumbre al retrasarse una hora el anuncio sobre el horario previsto.
Junto a Higgs, la Academia sueca premió al físico belga François Englert, nacido el 6 de noviembre de 1932 en Bruselas. Licenciado en Ciencias Físicas en la Universidad Libre de Bruselas en 1958, Englert se doctoró al año siguiente y en 1961 empezó a enseñar en ese mismo centro universitario, donde también dirigió el Grupo de Física Teórica. Desde 1998 es catedrático emérito y en la actualidad está vinculado con el Instituto de Estudios Cuánticos de la Universidad Chapman de California. En agosto de 1964 publicó con su colega Robert Brout un artículo en el que ambos teorizaban sobre el mecanismo de ruptura de simetría que implicaba la presencia de la partícula fundamental o bosón escalar.