vitoria

El americano Robert Swartz recorre el mundo en zapatillas ofreciendo asesoramiento, formación y materiales a los profesores para introducir el pensamiento crítico y creativo en la escuela. Sólo los más aventurados aceptan el reto de descubrir a sus alumnos destrezas que les permitan entender en profundidad las asignaturas y la propia vida, a cuestionar su entorno y crecer. "No vale igual memorizar por un tiempo cuántas fuentes de energía existen en el mundo que preguntarse cuál es la más válida en el país donde uno vive o qué pasaría si desapareciera", ejemplifica el director del Nacional Center for Teaching Thinking, en un alto del camino. Este domingo llegó a Vitoria para ayudar al equipo de Carmelitas Sagrado Corazón a implantar su sistema. Es el primer colegio de Álava y uno de los pocos del Estado que ha dado el paso de aparcar viejas costumbres para reforzar el papel protagonista de los estudiantes guiándoles en la labor de razonar. Un deber convertido en privilegio.

Hace ya dos años que el centro se decidió a darle un mordisco a la tarta educativa de Swartz. "Había oído hablar de él, me enteré de que acudía a un congreso de Bilbao y allí nos fuimos. Nos pareció algo muy bueno, aunque había que redefinir la estrategia y a la vez buscar recursos, ya que su servicio tiene un coste. Y, tras ese trabajo previo, este curso nos hemos puesto en marcha", explica la directora del colegio, Nieves Maya. La empresa en la que ella y su equipo se han embarcado con el ilusionado beneplácito de los padres promete una auténtica revolución educativa de aquí a 2015, cuando Carmelitas obtenga el certificado TBL, las siglas de Thinking Based Learning o, lo que es igual, Aprendizaje Basado en el Pensamiento. El método respeta los contenidos curriculares establecidos por ley, pero cambia la manera de asumir aquellos conocimientos que son esenciales para que jamás se olviden con destrezas que también servirán al alumno a futuro. El experto, licenciado en Filosofía por Harvard y profesor emérito de la Universidad de Boston, empezó a trabajar en la aplicación del sistema hace ya treinta años, convencido de la ineficacia de las maneras tradicionales de enseñanza, basadas en empollar para poder aprobar.

"Los profesores han educado a los alumnos usando la memoria. Éstos toman nota, retienen, en el examen devuelven los conocimientos y luego olvidan", expone Swartz. Con su filosofía, el docente no da la información, sino que anima al estudiante a que se la saque y le lanza diversos interrogantes para hacerle pensar. Esas reflexiones se plasman después por escrito, a través de organizadores gráficos. "Imaginemos que hay que leer un libro. Lo tradicional es preguntar de qué va. Nosotros plantearíamos por qué el personaje hace eso o qué harían los chavales en su lugar", continúa. De esta forma, el escolar aprende de una forma más profunda, descubre la conexión entre distintas materias, mejora notablemente su redacción y acaba aplicando esa manera de razonar fuera del colegio, "de forma que cuando llegue el día que tenga que votar seguro que no lo hace por la sonrisa del candidato sino porque se ha cuestionado qué ofrece". El método lo mismo vale para ciencias que letras, para primeros niveles que cursos superiores. Carmelitas, de hecho, lo ha empezado ya a aplicar en todos los niveles, desde dos años hasta ciclo formativo, mientras se expone a la exigente evaluación del especialista.

Cien profesores dan vida al colegio. Casi tres cuartas partes están alternando ya el traje de docente y alumno para aprender el método y en breve lo harán el resto. "Swartz impartió en septiembre talleres para explicarnos el sistema y ahora ha vuelto junto a dos evaluadores de su equipo, Javier Bahón y Viridiana Barbán, para observar cómo estamos aplicando esos conocimientos en las aulas. Una fase que él llama el coaching", explica Nieves. Lo habitual es que el proceso se prolongue durante tres años, pero el experto americano está convencido de que Carmelitas logrará el certificado en tan sólo dos. La directora reconoce con orgullo que, a diferencia de otras escuelas, la suya abrió los ojos a la innovación educativa hace un tiempo. "Nos estamos formando desde 2008 en ámbitos como la neurociencia o la inteligencia múltiple", apunta, "con el Proyecto Zero de Harvard". Convertirse en un centro TBL será "la guinda de un pastel" que siempre ambicionará una cocción aún mejor.

El equipo docente está tan "ilusionado" por el reto emprendido como su líder. "A veces para nosotros puede ser muy frustrante ver cómo por mucho que te esfuerces en explicar las cosas pasa el examen, transcurre un tiempo y luego los alumnos no se acuerdan de nada", confiesa Itsaso Erice, profesora de Letras. Tras superar los primeros talleres y la evaluación de Swartz, la joven está entusiasmada. Cree sinceramente en que este método "maravilloso" permite a los estudiantes "retener contenidos que son fundamentales", a la vez que "aprenden a pensar cuando salgan a su vida cotidiana y a resolver problemas porque saben identificarlos". Además, la reacción de los chavales está siendo positiva. "Al principio estaban un poco alucinados, claro, pero han respondido bien", sostiene la educadora, quien recuerda entre risas cómo hace unos días un chaval se admiraba "del dolor de cabeza que puede dar pensar en las partes de un bolígrafo". Ella lo tiene muy claro: "Los alumnos tienen que ser los protagonistas de su propio aprendizaje". "Si es que ya lo decía Sócrates trece siglos antes de Cristo", añade Nieves.

Otra de las grandes virtudes del método es que no importa qué sistema educativo manda en el momento. "Llevo 26 años de profesión y he pasado por diez leyes orgánicas distintas... Imagina. Así que es importante adoptar un sistema que tenga estabilidad y una validez para siempre", aclara la directora de Carmelitas. Swartz ha enseñado a pensar en lugares del mundo tan distintos como Estados Unidos, Alemania o Arabia Saudí, "con lo que eso conlleva". Eso sí, la experiencia en España está resultando para él especialmente enriquecedora. Según dice, "a veces cuando entro en colegios tengo que convencer a los profesores de que tienen que hacer cambios, pero aquí he encontrado una buenísima acogida". La única pega es que el Gobierno no parece estar muy por la labor de modificar su fórmula rígida de enseñanza basada en la memoria, por lo que los docentes se siguen viendo obligados a combinar ambas si quieren que sus estudiantes aprueben, por ejemplo, pruebas como la Selectividad.

El primer centro educativo del Estado en adherirse a la metodología de Swartz fue el de Montserrat, en Barcelona, en 2007. Ahora, ya son casi veinte. "En Pamplona, Cáceres, Santander, Zaragoza, Logroño, Murcia, Gran Canarias, Palma de Mallorca, Bilbao...", enumera. Un triunfo por el que no duda en brindar "con un buen vino de Rioja Alavesa". Los profesores de Carmelitas dan fe de lo a gusto que se ha encontrado en Vitoria y reconocen que la sensación es recíproca. "El Consejo Escolar está expectante, contento, emocionado... Todos creemos que lo que estamos haciendo supone un privilegio para los alumnos. Ojalá yo hubiera podido aprender de esa manera. No hay que añadir ni quitar nada, sino trabajar los contenidos establecidos por ley con una estrategia que te hace ser consciente de cómo piensas y cómo puedes mejorar esa forma de pensar", insiste la directora del colegio. Itsaso asiente con imperturbable sonrisa, porque si algo tiene claro es que ella y sus compañeros de profesión han de ser "mediadores y no instructores", ayudando así a sus chicos a formarse académica y personalmente, más allá de las cuatro paredes del colegio. Es tal la ilusión que transmiten quienes un día decidieron ser maestros que resulta inevitable contagiarse de su fe en el nuevo desafío. Tal vez, además, cunda su ejemplo y otras escuelas den el paso y llamen a Swartz. Seguro que él y sus zapatillas acudirán encantados. Gasteiz ya está en su mapa, marcado en verde esperanza.