fue en 1256 cuando Alfonso X de Castilla fundó la villa de Salvatierra sobre la pequeña aldea de Agurahin y concedió el Fuero a la nueva realidad. Tal circunstancia permitía a la localidad la celebración de un mercado semanal los martes, que se sigue realizando en la actualidad. Tan sólo siglo y medio después, en 1395, Enrique III concedió a la villa el Privilegio de Feria, "destinada al comercio de excedentes agropecuarios y el abastecimiento de productos manufacturados". Desde entonces han pasado 618 años, y Agurain sigue siendo un referente en todo el País Vasco y provincias limítrofes en ferias de ganado.
Fue el señor don Pero, conocido como el Canciller Ayala, quien solicitó al rey en 1395 el privilegio para celebrar una feria anual. Era una buena manera de congraciarse con sus nuevos vasallos, quienes tenían aún fresco el recuerdo de su dependencia directa de la corona pero, sobre todo, de obtener pingües beneficios a través de los tributos que en virtud de su señorío tenía derecho a cobrar.
En un principio se permitió celebrar la feria durante seis días en octubre, pero en 1397, dado que en esas fechas había ferias en Navarra, se trasladó la fecha al primer domingo de septiembre. La feria de Salvatierra, como otras de su época, tenía una doble finalidad. Por una parte, surtir a los habitantes de Agurain y de su entorno de manufacturas artesanales, tejidos, herramientas, menaje, así como de alimentos que no se producían en la zona. Por otra, contratar la venta de los excedentes agrícolas y ganaderos de la comarca. Ahí entra en juego la figura del tratante, que adquirió protagonismo en la feria cuando ésta se especializó en la ganadería, particularmente la caballar.
A partir de entonces, la Feria se ha llevado a cabo regularmente en Agurain, con algunas excepciones. En los años 1874 y 1875 se suspendió debido a la sublevación carlista. En 1885 se trasladó a los días 3 a 6 de noviembre a causa de una epidemia de cólera. En el año 1911, la cita no se celebró a causa de la glosopeda, que afectó a todos los animales. En 1918 tampoco hubo Feria, esta vez debido a una epidemia gripal que azotó a toda Europa. En 1936 las autoridades franquistas prohibieron las ferias en Álava.
Durante la Feria se vendía el grano y las manufacturas en la plaza de San Juan y el ganado en la de Santa María. Por ello, en 1912, en vista del aumento de cabezas de ganado, se inauguró una plaza entre la plaza de Santa María y el portal de La Madura, más o menos donde ahora está la plaza de Simón Martínez Abad. Durante el siglo XX la Feria adquirió renombre por el ganado mular y caballar, convirtiéndose en una de las más importantes en el Estado. A lo largo del siglo XX, los compradores de fuera de Euskal Herria acudían a Salvatierra principalmente desde Asturias, Santander, Zamora, Burgos, Aragón y, sobre todo, Valencia. Actualmente, al haber desaparecido la utilización de los animales en actividades agrícolas, la presencia de estos tratantes es mucho menor. Este hecho ha provocado que ahora la cita sólo se celebre los martes. Además, en los últimos años se ha perdido en parte su función de compra-venta, y ha adquirido más un carácter de exhibición. Desde el año 1970 se lleva a cabo la exposición y venta de maquinaria agrícola y vehículos a motor.
La Feria es el punto central de las Fiestas de la Virgen del Rosario que en 1853 se instituyeron como patronales del municipio, precisamente para atraer visitantes a la Feria. Hasta entonces no había festejos municipales, El 24 de junio era la fiesta del barrio de San Juan y el 15 de agosto, la del de Santa María, pero no había una común para toda la villa. Al principio las fiestas se conocieron como Feria de Octubre, pero después comenzaron a llamarse Ferias y Fiestas del Rosario. En el año 1870 se decidió que, con el fin de atraer a más personas a la villa, era necesario dar a la Feria un carácter más festivo.
Así, los festejos comenzaban con la procesión del Santísimo Rosario el domingo por la tarde, costumbre que ha desaparecido recientemente. El lunes y el miércoles por la tarde se realizaban espectáculos taurinos en la plaza de Santa María. El martes era día dedicado al concurso de ganado, y por la noche se quemaban colecciones de fuegos artificiales. Además, esos cuatro días se amenizaban con música de txistularis, gaiteros, txarangas y orquestas. Por la noche tenían lugar los bailables en las plazas. Otro evento importante eran los partidos de pelota, que aún se celebran los martes por la tarde. También se siguen celebrando, como entonces, competiciones de deporte rural. En la actualidad, el martes de Feria es el día preferido de las fiestas para muchos aguraindarras y, desde luego, para los visitantes. Puede sorprender que esta predilección sea mayoritaria entre los jóvenes. Sin embargo, una de las particularidades del carácter aguraindarra reside en saber hacer una síntesis armoniosa entre lo antiguo y lo nuevo. Los aguraindarras han sabido siempre adentrarse en la modernidad sin renunciar a las tradiciones, adaptándolas a los nuevos tiempos sin perder su esencia. Es ley de vida.
Si por algo destaca la Feria de Agurain, además del buen ambiente que reina durante la jornada, es porque se celebra en día laborable. Aldeanos llegados de los pueblos de alrededor exponen sus mejores reses en un escenario que ha pasado de ser centro de venta a ser un mero escaparate del mejor ovino, bovino y vacuno alavés. Atrás ha quedado el apretón de manos para cerrar el trato y los grandes fajos de billetes atados con una goma. Ahora, la labor de los ganaderos, que acuden encantados, se limita a enseñar su mercancía, exponer sus mejores ejemplares y apalabrar próximos encuentros donde vendedor y comprador negociarán la compra del ganado en la más estricta intimidad, sin la presencia de un intermediario como se hacía antiguamente en la propia Feria.
Como en todo evento que se precie, la feria de Agurain también cuenta con anécdotas como aquella que recogen los libros y que cuenta que hasta la localidad llegó un gitano que pidió precio por una yegua preguntando cuánto valía tal y como estaba. El vendedor estableció un precio y un apretón de manos dio por cerrado el trato. Sin embargo, el gitano quiso llevarse también una potra que estaba sujetada al rabo de la yegua porque en su contrato se especificaba que el animal era suyo "tal y como estaba". Genio y figura.
"Su importancia es tal que ha sido alrededor de la Feria donde se han conformado las fiestas y no al revés. Es la única que se realiza en un día de labor, pero aún así logra atraer a numerosos visitantes", señala Josu Pérez de Villarreal, técnico de animación sociocultural del Ayuntamiento de Agurain.