Coruña. La truculenta y dramática historia de la muerte de Asunta Basterra, de doce años, está llamada a ser el crimen del año. Una niña adoptada y asesinada, presuntamente, por sus padres, supuestamente sedada con el medicamento que tomaba su madre, hija y nieta de una familia bien de Santiago, pretendida heredera universal de sus abuelos, autora de un blog sobre asesinatos..., el crimen está abonado a la intriga y es carne televisiva. En el último episodio del culebrón, ayer los abogados de la madre, Rosario Porto, y el padre, Alfonso Basterra, renunciaban a la defensa de los dos detenidos, para los que se ha decretado ingreso en prisión. El juez les imputa "el delito de homicidio y posible asesinato, a la espera de los resultados de toxicología".
Entre los secretos que Asunta se llevó a la tumba, las incógnitas y la confusión, planea la sospecha de que Rosario Porto también pudo asesinar a sus padres, muertos con solo siete meses de diferencia.
Así las cosas, los letrados tiraron ayer la toalla. Aunque ambos estuvieron presentes en el interrogatorio, el abogado de Alfonso Basterra, Roberto Goris, explicó que "no asistió" al detenido, y abundó en que se trata de cuestiones "estrictamente técnicas", al no ser especialista penalista. "Es por motivos de especialidad en la materia y en este caso yo no soy especialista en materias penales. Entendemos, él y yo, que es mejor que a partir de ahora lo defienda un especialista", manifestó al abandonar los juzgados de Fontiñas.
También el letrado que acompañó a la madre de la menor, Juan Guillán, se desvinculó de la defensa de Rosario Porto, con cuyo padre tenía una relación de amistad ya que, trabajó en el despacho de Guillán entre enero de 2005 y octubre de 2008.
Poco antes, el titular del Juzgado de Instrucción número dos de Santiago de Compostela, José Antonio Vázquez Taín, decidía enviar a prisión al periodista Alfonso Basterra, el padre de la niña, por un delito de homicidio, una imputación que podría ser modificada por la de asesinato según los hallazgos que revelen los resultados de toxicología.
Fuentes jurídicas consultadas por Europa Press confirmaron que Alfonso Basterra mantuvo, al igual que su exmujer, su inocencia durante el interrogatorio de ayer. En él, pese a que una de las pruebas de este caso reclamadas para la investigación son cámaras de seguridad de varios establecimientos del centro, no se han llegado a visionar imágenes de las horas que median entre la desaparición de la niña y la 1.30 horas, cuando fue hallada. Y es que los investigadores no creen la versión dada por la madre, desmontada con el hallazgo de imágenes en las que se le ve en su coche con su hija en dirección a Teo en una franja horaria en la que, según su testimonio, no estarían juntas.
¿Cuál es el móvil? En medio de esta vorágine de muerte y venganza, el móvil planea como un fantasma. Algunos medios han barajado la hipótesis de que tras el crimen podría estar el hecho de que la pequeña era la heredera universal de la cuantiosa herencia de sus abuelos maternos, fallecidos entre 2011 y 2012. Y es que en la actualidad parece que ambos progenitores carecían de liquidez económica y a la madre no se le conocía actividad profesional concreta, pero viajaba con frecuencia a Marruecos.
Sin embargo, aseguran que las propiedades de los Porto fueron íntegramente legadas, ya en 1975, a su única hija Rosario. Por último, el Tribunal Superior de Justicia de Galicia afirma que no se están investigando "otras muertes" en relación con este caso, atajando así las sospechas que apuntaban a que Porto podría tener algo que ver con la muerte de sus padres, una doble pérdida que, por su proximidad en el tiempo, suscitó gran convulsión en una ciudad como Santiago.
Mientras los investigadores recomponen el puzzle de la muerte de Asunta Yong Fang Basterra, se dibujan ya algunas piezas. Por ejemplo una cuerda naranja -que presuntamente sirvió para atarle y que es igual al de una bobina que la Guardia Civil halló en el registro en la casa de la madre-, o las grabaciones de la cámara de una óptica. También parecen determinantes los sedantes encontrados en el cuerpo de la niña. Los análisis de orina han demostrado que alguien suministró a Asunta una fuerte dosis de diazepan, un depresor del sistema nervioso que habitualmente tomaba su madre.