está claro que para que la uva se transforme en vino, ésta tiene que llegar a la bodega y someterse a diferentes procesos. Pero para que lleguen a buen fin, para que los vinos de Rioja Alavesa sigan teniendo la calidad y el prestigio de los que hacen gala, se necesitan unas personas y unas tareas que no se improvisan, que se planifican.

En una de estas bodegas, en Ostatu, en Samaniego, Asun González de Samaniego se preocupa de esos trabajos previos y comenta que "se puede decir que a partir del día 15 de septiembre, más o menos, en un año normalizado, en la bodega se comienza un trabajo frenético, intenso, de cara a la preparación de vendimia. Hay que ir haciendo los muestreos de maduración parcela a parcela, para ver cómo va la progresión de la maduración de la uva, que es al final de lo que va a depender todo, lo que marcará las fechas. Con lo cual se puede decir que desde el 15 ó 20 de septiembre, a lo más tardar, hay que empezar con ese control".

Muchas personas se preguntan si no resulta suficiente que lo haga, como lo hace semanalmente el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rioja, pero es que ese "muestreo que hace el Consejo Regulador es global. Luego, cada bodega, al menos así lo hacemos nosotros, realizamos nuestro muestreo parcela a parcela, para ir determinando la maduración y estimar cuándo empezamos la vendimia". Y es que no todas las uvas se recogen sin más. Hay numerosos factores que influyen como la latitud, las temperaturas, la composición del suelo, los trabajos culturales, las variedades de planta? Por eso no todos los vinos son iguales. Los de Rioja Alavesa proceden de viñedos muy diversos, lo que permite una mayor riqueza a la hora de elaborarlos. Y mientras unos pasan esos días controlando la maduración de las uvas, en la oscuridad de las bodegas y de los calados se desarrolla otra actividad intensa, que no trasciende ni a las visitas y a las acciones promocionales, aunque sean tareas tan fundamentales.

En bodega hay que empezar con la preparación de los depósitos y la diferente maquinaria, que ha estado guardada durante el año. "Generalmente nosotros solemos aprovechar el mes de septiembre para hacer embotellado, sobre todo de vinos jóvenes, para dejar preparado todos los pedidos que puedan venir de los clientes en los próximos meses, ya que todas las bodegas elaboradoras estamos prácticamente dos meses centrados en vendimia y elaboración. Hacemos estos embotellados también porque así vaciamos depósitos. Dejamos más depósitos para poder tener más margen de maniobra y de trabajo en la propia vendimia", según Asun González de Samaniego.

Una vez hecho ese embotellado, tarea generalizada entre los bodegueros alaveses, comienza la limpieza de la instalación y de la propia maquinaria, para que cuando sea necesario esté todo listo, a punto. "Para ello hacemos pruebas de puesta a punto de todo el equipamiento, para que esté perfecto, y comprobamos que no se haya perdido un tornillo en los ocho o diez meses que la maquinaria permanece parada. Ésta es la tarea que nos corresponde hacer en los últimos quince días de septiembre".

Con todo, la tarea más delicada son las contrataciones, temporales eso sí. Porque este es un sector que necesita mano de obra, pero básicamente para la vendimia. Algunos, los menos, están contratando las enormes máquinas vendimiadoras que han proliferado en los últimos años, especialmente en La Rioja. Afortunadamente, en Rioja Alavesa las gentes del vino son más reacias a esas máquinas que vendimian racimos, pero también hojas, restos de sarmientos y hasta nidos de pájaros.

Para calcular la cantidad de personal necesario en cada campaña "te sirve un poco de ayuda la experiencia que tienes de otros años. En función de las hectáreas que tengas que vendimiar, te puedes hacer la previsión de personas. Si sabes cuál es tu volumen de kilos de uva que puedes ingresar o procesar cada día, puedes prever el personal. Eso sí -comenta la responsable de Ostatu-, luego ya se verá en el día a día, si llueve o hay rociadas, si hay que modificar esas necesidades: bien porque se tenga que dejar secar un poco más la uva o que la maquinaria se calienta en exceso. Pero en cualquier caso tienes que tener en previsión las personas necesarias para poder traer la uva que la bodega puede elaborar"

afortunadamente en Rioja Alavesa cada año es más difícil ver aquella imagen de las plazas atestadas de personas, generalmente inmigrantes, esperando una contratación. O durmiendo en cajeros o ruinas. La situación en la Cuadrilla es menos preocupante que en otros lugares, gracias a la suma de todo lo que se ha ido poniendo en marcha. Es cierto que el estado de vendimia, hoy, en Rioja Alavesa, no tiene nada que ver con hace unos quince años y ahí está la responsabilidad del agricultor, del bodeguero, la presión y la insistencia de las administraciones y de los controles y también que se ha facilitado instrumentos como alojamiento y apoyos para hacer las cosas mejor y de forma más coordinada. Sin embargo, todavía queda camino por hacer. Mucho camino por hacer. En ese sentido, varias bodegas, como Torre de Oña, Luis Cañas, Marqués de Riscal y Ostatu han ido un paso por delante poniendo a disposición de sus trabajadores temporeros residencias dignas, con camas, electrodomésticos, servicios y otras comodidades. El Ayuntamiento de Leza también abre su albergue municipal estos días para los inmigrantes.

En el caso de la bodega de Samaniego, desde que Ostatu naciese a comienzos de los años setenta, una de sus principales apuestas ha sido el respeto por el viñedo, la familia, la tradición, la comarca de Rioja Alavesa y el buen hacer. Cuando en 2005 los hijos de Doroteo Sáenz de Samaniego toman las riendas del negocio familiar dan paso a un cambio generacional cargado de nuevas ideas que poco a poco irán asentándose en los pilares que sus padres habían construido.

Una de esas primeras ideas comenzó a gestarse en 2007 cuando los hermanos Sáenz de Samaniego materializaron un proyecto para la construcción de un albergue para temporeros con capacidad para 28 personas. Finalmente acabaría construyéndose en 2009 en un terreno anexo a la bodega. La Casa del Vendimiador, que así se llama el albergue, es un proyecto que enorgullece a esta familia bodeguera. "Fue un proyecto nacido desde la responsabilidad que tenemos los bodegueros de procurar las mejores condiciones laborales para los trabajadores, incluidos los temporeros", explica Asun Sáenz de Samaniego. Así, el personal temporero que se contrata en Ostatu puede alojarse en condiciones dignas, ayudando a su integración social en la zona durante su periodo de trabajo.

De la misma forma, y en esta línea, la bodega ha apostado por ir mejorando las condiciones de trabajo y contratación de este tipo de trabajadores formando parte del Plan de contratación en origen que gestiona UAGA (Unión Agroganadera de Álava). Una especie de bolsa de trabajo que pone en contacto a los trabajadores con las bodegas en los periodos de más demanda de mano de obra en el viñedo.

controles Así, bodegas como Ostatu, volcadas en el desarrollo de una viticultura sostenible, pueden acceder, de una forma totalmente transparente, a esa mano de obra que consideran insustituible. Evidentemente en esto hay un compromiso social, pero también visión empresarial. "No es sólo generosidad, sino también pura inteligencia. Es decir, que tu trabajador esté a gusto, que esté contento, que tenga una buena instalación, te permite tener un trabajador mucho más formado, que te repite muchas más veces la labor, que vienen con mucho más gusto y eso es bueno para todos".

En eso coincide otro bodeguero, que señala que "conocer a tus trabajadores de todos los años es un valor muy positivo y además te quitas muchas complicaciones. Un trabajador que te entiende y sabe cómo la bodega quiere que se vendimie, cuales son las manías o cómo entiende la vendimia, si es una selección de fruto, o una selección de racimo, porque luego en el viñedo hay muchos racimos para elegir y según los tipos de vino interesa uno u otro. Si eso lo tienes en personas que repiten de forma continua facilita mucho las cosas: la calidad, la selección, el trabajo... Se hace mucho más deprisa".

Esa actitud de facilitar las cosas, de agilizar los procesos, no está en el comportamiento se todos. Durante los largos días de la vendimia, en las bodegas están los auxiliares de vendimia, los veedores, contratados por el Consejo Regulador del Rioja para controlar los procesos. Son personas ajenas a las empresas, incluso procedentes de otros pueblos, que tienen como misión vigilar que se cumple el Reglamento. Ellos "no es que creen problemas. porque depende mucho de la personalidad de cada uno. Hay veedores que están en la disposición de facilitarte y ayudar en todo y otros que se quedan en el simple papel, literal, de lo que el Reglamento manda, sin entender las peculiaridades y la casuística del día a día. Evidentemente el veedor está para controlar y eso es lo que tiene que hacer y debe hacerlo, pero con sentido común, porque cuando lo perdemos, mal papel se hace? Pero la mayoría de ellos colabora y te intentan facilitar las cosas", indican.