aunque en ciertas ocasiones parezca una misión poco menos que imposible, los conflictos vecinales tienen solución. ¿Quién no ha sufrido alguna vez las molestias de un vecino que ha puesto la música o la televisión a todo volumen a altas horas de la noche? ¿A quién no le ha tocado convivir durante horas con los insistentes ladridos de un perro? ¿Y qué hay de esas disputas originadas en las comunidades de propietarios a cuenta de las cuotas que se deben pagar para afrontar obras u otros gastos? Las casuísticas son innumerables y su resolución positiva depende en gran medida de la buena disposición que muestren las partes implicadas. Sin embargo, no siempre se consigue llegar a buen puerto y los conflictos pueden llegar a enquistarse si no se pone remedio a tiempo, con una convivencia insostenible como trasfondo y la judicialización de muchos de estos casos.

Para evitar llegar a este escenario que nadie desea, tanto el Gobierno Vasco como el Ayuntamiento de Gasteiz disponen de sendos servicios públicos gratuitos que tratan de atajar conflictos de convivencia tan habituales como los ya descritos. Dos herramientas que se han mostrado muy eficaces y a las que con el paso del tiempo ha ido recurriendo un número creciente de vecinos del territorio. Se trata de Bizilagun y del Programa de Mediación Vecinal, dependientes, respectivamente, del Departamento vasco de Empleo y Políticas Sociales y del área municipal de Salud y Consumo (Demsac). El primero de ellos intervino el año pasado en Álava en 59 mediaciones o conciliaciones, casi la mitad de las que se produjeron en toda la CAV (123), lo que da buena cuenta de la popularidad que tiene este servicio entre los alaveses. Entretanto, el programa municipal ha mediado a lo largo de los últimos años en una horquilla que oscila entre los 10 y los 20 casos por ejercicio -el Ayuntamiento no ha facilitado a este diario los datos actualizados-.

Bizilagun, que nació en el mes de febrero de 2007 para cubrir el vacío dejado por las cámaras de la propiedad urbana -un decreto del Gobierno Vasco hizo desaparecer estos entes en los tres territorios históricos-, cuenta entre sus servicios más demandados con un depósito de fianzas, visado y registro de contratos para evitar problemas en la relación que mantienen los arrendadores y arrendatarios de pisos, aunque cuando ejerce labores de mediación y conciliación los problemas de las comunidades no se centran únicamente en los aspectos económicos.

Al hablar de alquileres sí, tal y como matizan fuentes del Departamento vasco de Empleo. En estos casos, las conciliaciones "esencialmente" tienen que ver con cuestiones relativas a la devolución de fianzas o a la aclaración de las obligaciones que tiene cada una de las partes. Como dato curioso, el deposito de Bizilagun tenía a 31 de diciembre de 2012 4,3 millones de euros almacenados sólo en Álava, correspondientes a 6.299 fianzas. Una cifra también importante en relación con el ámbito vasco, donde había depositados 13,9 millones en fianzas.

ruidos No obstante, cuando la mediación se refiere a la propiedad horizontal -la organización de los copropietarios de un bloque de viviendas y el mantenimiento de los bienes comunes-, la mediación y la conciliación se centran en los problemas de ruidos, en los comportamientos indebidos de los vecinos y también en el esclarecimiento de obligaciones y responsabilidades respecto de las obras de comunidad.

En estos casos, las comunidades de propietarios que tienen desencuentros tienen la opción de acudir a Bizilagun, aunque es importante destacar que el servicio se ofrece a mediar sin emitir resoluciones de obligado cumplimiento. Aunque, eso sí, el programa trate de propiciar el escenario más adecuado para alcanzar algún tipo de acuerdo entre las partes.

Pese a que la demanda de servicios por parte de la ciudadanía vasca se mantuvo más o menos estable durante el pasado ejercicio respecto al anterior -Bizilagun participó en sólo 18 mediaciones menos-, desde el Departamento vasco de Empleo se advierte de que la actividad del servicio se va a incrementar "todavía más" próximamente, un efecto que se explica por la situación de la Renta de Emancipación (RBE).

Aunque próxima a su total extinción durante este año por decisión del Gobierno Central y con importantes recortes desde 2012, el nivel de incidencias a cuenta de esta ayuda se ha incrementado exponencialmente, con lo que Bizilagun debe dedicar a estas incidencias más tiempo y recursos humanos. "Tener que emplear más tiempo a RBE implica disponer de menos para los demás servicios dado el nivel de recursos disponibles. Con la RBE el problema de los últimos tiempos tiene que ver con las cancelaciones y devoluciones de ayudas a aquellos jóvenes que han superado los límites de ingresos", remarcan desde el área de Empleo.

La metodología de trabajo del servicio municipal de Mediación Vecinal tiene algunas diferencias respecto a Bizilagun. Pionero en Euskadi, la mayoría de las denuncias que gestiona el programa están relacionados con los ruidos excesivos dentro de las comunidades, un problema que lleva a muchos vecinos a intentar buscar una solución a la desesperada. Los datos demuestran, sin embargo, que este servicio municipal afortunadamente funciona, porque alrededor del 40% de los casos que llegan a manos del Demsac terminan en acuerdo, según los últimos datos hechos públicos por el Consistorio.

Una vez superado el primer filtro, porque cabe matizar que el Ayuntamiento no entra en delitos o agresiones que van por vía judicial o en asuntos de impagos de cuotas de comunidad u obras, la figura del mediador cuenta con un protagonismo capital. A través del Consistorio, este abogado ofrece de forma gratuita asesoramiento jurídico a los vecinos que piden la mediación con una forma de proceder aparentemente sencilla: reúne en un mismo despacho a las dos partes implicadas en el conflicto y trata de que firmen un pequeño contrato por el que todos se comprometan a enterrar el hacha de guerra. Aunque, en la práctica, intentar que logren un acuerdo que satisfaga a ambas partes resulte complicado. En ocasiones, de hecho, una de las partes ni siquiera accede a sentarse en la mesa, por lo que el proceso de mediación queda ya inmediatamente invalidado. El servicio municipal también trabaja desde un plano más preventivo, lo que permite que no se sature excesivamente.