ENTRE el calado más antiguo de Villabuena de Álava y el cubista Hotel Viura hay la misma distancia que entre un golpe de azada en la tierra y la medición de la huella de carbono en una bodega. Es decir, una cultura antiquísima, que se ha ido adaptando a los tiempos gracias a muchas generaciones y al carácter emprendedor de quienes escribieron la historia del Rioja. Ayer, sin que esa fuera la razón aparente, miles de personas homenajearon esa labor, muchas veces ingrata, siempre incierta, pero gratificante cuando son varias las manos que levantan los vasos con el fruto con el que la naturaleza y el saber acumulado hacen disfrutar a quien se lo acerca a los labios.
La gran Fiesta de la Vendimia de Rioja Alavesa reúne a personas que aman el vino, pero entre las representaciones de cada uno de los pueblos que conforman la comarca, entre los muchos visitantes que recorrieron las calles de esta villa encaramada en una ladera, había muchos agricultores y bodegueros. Los primeros, fácilmente identificables, porque sus manos no engañan; son manos habituadas a trabajar la planta, la tierra. Manos grandes y encallecidas a pesar de los adelantos tecnológicos. Mientras que a los bodegueros se les reconoce en su afán por alzar la copa, no para beber, que también lo hicieron al final sino para leer a través del color la procedencia de la uva, el tipo de fermentación y hasta la edad del vino.
Un vino que se elaboraba desde tiempos remotos en Rioja Alavesa, aunque no en toda la denominación, porque en las otras comunidades se empezó a plantar cuando se vio que era un cultivo muy rentable, de los que servían para hacer dinero rápido. Pero en esta comarca era una tarea agrícola muy extendida. No hay pueblo en Rioja Alavesa donde no queden antiquísimos calados. Y son muchos los lagares rupestres repartidos por la Sonsierra, Laguardia y por el resto del territorio. Por eso, cuando ayer los pueblos animaban en sus stands a degustar los caldos que elaboran, lo que hacían era un rito de iniciación para dar a conocer una cultura de la que siempre se aprenden cosas nuevas. Con ese afán de aprender y compartir, de juntar en un día todos los pueblos, los matices, las distintas experiencias, nació la Fiesta de la Vendimia de Rioja Alavesa.
Pocos acontecimientos festivos son capaces de acoger tan enorme cantidad de personas y vehículos y que, además, se haga con orden y sin que haya situaciones de tensión. Así que una vez más la Fiesta de la Vendimia de Rioja Alavesa fue un ejercicio de buena organización, gracias a la experiencia acumulada de estos años atrás, pero también por la buena mano de los voluntarios que son quienes, al final, deben ejecutar todos los planes del día D.
Antes de la hora marcada para el comienzo de los actos festivos estaba todo listo. Los aparcamientos de Villabuena y los de Samaniego, apoyados por autobuses lanzadera. Curiosamente, muchas personas de pueblos cercanos decidieron acudir caminando, lo que suponía un buen ejercicio pero también, como explica Jon, de Baños de Ebro, porque "si se nos va la mano al probar todos los vinos de la fiesta, luego no hay que conducir y nos depuramos caminando".
En la plaza se reunieron un buen número de stands, entre ellos el de Villabuena y el de la Ruta del Vino de Rioja Alavesa, mientras que la zona que da hacia el hotel Viura acogió un gran escenario donde se desarrolló el acto institucional. Comenzó con la entrega de los premios del concurso de vinos que, a modo de hecho curioso, cuando los primeros premios que se anunciaron se mencionó que eran para bodegas de localidades de La Rioja se acogió con una cierta frialdad, hasta que se cantó la primera de las localidades alavesas ganadora.
Tras la entrega de premios se anunció la presencia de David de Jorge sobre el escenario, uno de los momentos más esperados. Rebosante de buen humor, Robin Food, llevó casi a la locura colectiva a los cientos de personas reunidos en la plaza, haciéndoles ser parte del pregón. Moviendo a un público entregado ha hecho levantar las copas a los presentes para brindar al grito de Viva Rioja Alavesa y Viva Rusia. Animó a la recuperación del consumo moderado de vino ante "un agua que viene ganando terreno. Ahora, en las bodas de Canaán, se convertiría el vino en agua". Prometió a los miles de visitantes a la fiesta que "desde hoy seré un embajador más del vino de esta tierra". Y bromeó con su dieta, que le ha llevado a bajar más de cien kilos: "Me estoy quedando disecado", dijo.
El popular cocinero recordó que "somos lo que comemos y lo que bebemos, lo que nos da una dimensión muy grande de la vida". Tuvo palabras para los bodegueros, al decir que "las gentes del vino os esforzáis en los detalles clave que consideráis imprescindibles para alcanzar la excelencia en cada botella y su estallido posterior en los mofletes, que tenemos hoy todos rojos en esta plaza. Vuestras botellas son la materialización de muchos esfuerzos y desvelos, porque curráis como cab?, la verdad".
El pregonero terminó su alocución afirmando que "lo que tenemos que celebrar todos es que estamos vivos y como el cura dice en la misa que nos demos la mano, yo os digo que os deis la mano ahora, que os toquéis y os beséis, pero dejar algo para la noche". Y se comprometió a ser embajador del Rioja diciendo que "os juro que anunciaré el prodigio incomparable, el fabuloso regalo de tanto y tan buen vino: Viva el vino de Rioja Alavesa, Gora Euskadi y viva Rusia. Viva la Fiesta de la Vendimia y Viva la madre que os parió. Todos a beber y cuidado con los coches al volver a casa".
Las risas y los aplausos se confundieron con las voces de la presentadora anunciando que a continuación se celebraría el pisado de la uva, para lo que fue llamando a las parejas de niños llegados de todos los pueblos de la comarca, en una larga fila que cerró Villabuena, con Jugatx, la pequeña que logró su andador gracias al ímpetu de su madre recogiendo tapones de plástico. Antes de ello subieron al escenario los componentes -las, porque en realidad sólo hay un chico entre ellas- del grupo de danzas de la localidad, que ofrecieron una danza, acompañados por la música de los gaiteros de Elciego.
Terminado el pisado y después de la típica foto de las autoridades brindando con el primer mosto, la gente se comenzó a dispersar para disfrutar de una jornada entretenida por las calles de Villabuena, donde hasta el hotel Viura se animó a sacar terraza a la calle para disfrutar de un menú vendimia a precios populares, mientras sonaba un impresionante equipo de sonido.
Tomando como referencias los vehículos aparcados y el número de copas vendidas se pueden cifrar en 15.000 los visitantes a esta fiesta itinerante por toda la comarca. Entre otros invitados, los políticos, con el Lehendakari, Iñigo Urkullu, a la cabeza; el diputado general de Álava, Javier de Andrés, y todos los alcaldes de la comarca. Hace dieciséis años la fiesta ya visitó Villabuena, entonces el pregonero fue Iñaki Perurena. El próximo año, la fiesta se trasladará a Labastida.