Valderejo es un parQue natural. Así, con mayúscula. En julio obtuvo la Q de calidad turística, convirtiéndose en el primer espacio protegido de Euskadi que consigue la certificación. En el Estado, sólo hay otros veintitrés con los mismos honores. Y Álava está dispuesta a continuar engordando la lista. La Diputación lleva dos años trabajando para que el visitadísimo Gorbeia logre en 2014 su sillón en la real academia de ecosistemas singulares y hace poco que se puso manos a la obra con Izki para recibir la distinción en 2015 a más tardar. Hay ganas de recibir laureles, pero no sólo por lo bien que lucen en el currículo verde. La etiqueta del Instituto para la Calidad Turística Española refleja una gestión óptima que sacia las expectativas de los miles y miles de visitantes de estos paisajes y condena a quienes la reciben a seguir trabajando en favor de los excursionistas. Información, atención, control... Todo debe estar en orden.
Detrás del certificado ya obtenido y de los que se encuentran en camino está el trabajo de los técnicos forales. La diputada de Medio Ambiente, Marta Ruiz, considera "excelente" la labor realizada por las personas que se encargan de la gestión de los parques naturales. Un equipo entregado que en los últimos años ha implantado "sofisticados" sistemas de gestión y mejorado los equipamientos y la atención al público. De ahí la consecución de la Q de calidad turística de Valdederejo, un espacio protegido rico en su biodiversidad que gracias a "la colaboración entre el patronato, las entidades locales y la Diputación se ha convertido en un referente en el ámbito de la conservación de la naturaleza". Sus principales beneficiarios, las entre 60.000 y 70.000 personas que lo visitan al año.
"Valderejo era un lugar casi desconocido hasta que se declaró parque natural en 1992 y, en la actualidad, presenta una horquilla de visitantes que está dentro de los límites de capacidad que marca el Plan de Uso Público". Jesús Cámara, director de Parques Naturales de Álava, aplaude el éxito arrollador de este espacio protegido, aunque no le preocupa que haya habido ejercicios en los que la curva de excursionistas dibujara una línea descendente. Al contrario. "Parece que hoy en día todo tiene que ir a más para que se considere un triunfo, pero utilizar ese concepto para la naturaleza es un error", apostilla el cabecilla del área, "ya que un exceso de afluencia puede perjudicarle". Es de cajón. Un parque natural debe tratar de equilibrar el uso público con la conservación de unos valores ecológicos singulares si quiere continuar siéndolo, para lo que es fundamental la vigilancia por parte de la institución competente.
El de Valderejo, en el municipio de Valdegovía, tan sólo tiene 3.496 hectáreas. Pero en esa escasa extensión alberga una gran diversidad de ecosistemas y paisajes. Bellos escarpes rocosos rodeando el pequeño valle del río Purón alternan con densos bosques de pino silvestre, encinares y hayedos, y en las zonas más altas pastos, enebros, gayubas y brezos cubren las planicies kársticas. Allí viven el esquivo gato montés o el peculiar piquituerto. Y en el cielo es posible ver al águila real, al alimoche y, en su papel de protagonista, al buitre leonado. No hay mayor colonia en Euskadi de rapaces carroñeras que en este rincón alavés.
Hitos green también los marca Gorbeia. Sobre todo, por su incontestable atractivo turístico. Antes de que fuera declarado parque natural, allá por 1994, ya eran miles las personas que subían a su cruz. Con 20.016 hectáreas, es el espacio natural protegido más extenso del País Vasco, repartido entre Álava y Bizkaia. "Este año, estaremos entre los 130.000 y 150.000 visitantes", calcula Cámara. Una red de catorce sendas permite al caminante adentrarse en bellos parajes de hayedos, marojales, robledales, alisedas, quejigales, encinares, pino albar y abedulares, observar -si hay suerte- gavilanes, halcones abejeros, martas, lirones, azores, gatos y ciervos, y apreciar las tradiciones y la cultura de los seres humanos que habitaron y habitan este territorio. Existe, además, una amplia oferta de actividades de educación ambiental para dar a conocer los valores naturales y culturales del parque, así como su necesidad de cuidado y conservación. De ahí que la Q de calidad turística esté ya al caer.
Si no ha llegado ya es porque, a diferencia de Valderejo, aquí la gestión es compartida con Bizkaia. Y la coordinación requiere más tiempo. "Llevamos dos años trabajando para conseguir el certificado y creemos que podremos obtenerlo el año que viene", sostiene Cámara. El director de Parques Naturales de Álava está convencido de que la experiencia ya vivida con el parque del municipio de Valdegovía "nos permitirá avanzar más rápido". Los técnicos forales han aprendido a detectar carencias, necesidades y obligaciones en el camino hacia la Q de calidad. Una sabiduría que también están aplicando ya para conseguir el distintivo en Izki. "En este caso, empezamos con las labores hace un año y en 2015, como tarde, confiamos en tener la acreditación", apostilla Cámara. Parece que una vez enfilados, no tienen intención de parar.
Y eso que Izki es otro cantar respecto a afluencia turística. Según el director foral de Parques Naturales, este espacio protegido "sigue siendo el gran desconocido" de Álava, por mucho que ocupe el tercer puesto en la lista de los más grandes de Euskadi con sus 9.143 hectáreas. Al año lo visitan entre 20.000 y 30.000 personas, cuando la capacidad máxima es de 80.000. Cámara atribuye tan baja respuesta a la falta de servicios que sí tienen otros rincones naturales del territorio. "La declaración llegó en tiempos de crisis y ha costado dotarlo de infraestructuras. Y si no hay ciertos elementos, evidentemente la gente va menos, además que de por sí no existía tradición de visitarlo, a diferencia de Gorbeia", explica.
Interesante, no obstante, resulta su paisaje. En esencia, Izki es bosque y roca. Principalmente un marojal, aunque también cubren el espacio hayedos, carrascales, alisedas, quejigales, bosques mixtos, abedulares, bosquetes de álamo temblón y robledales. Pequeños ríos surcan el valle y en algunos puntos aflora el agua, formando charcas, trampales e incipientes turberas. Las zonas altas dibujan amplios pastos donde se alimentan vacas, yeguas y ovejas. Y un amplio patrimonio arquitectónico cosido por ermitas, poblados fortificados, túmulos, castillos, restos arqueológicos y el pueblo medieval de Korres transmiten una historia de tremenda riqueza cultural.
Otros dos parques naturales gestiona el Ejecutivo foral alavés, aunque por afluencia resultan más testimoniales. El de Aizkorri-Aratz "es en un 80% de Gipuzkoa", apunta Cámara. Nuestra Diputación sólo controla la entrada de visitantes a través del registro del parketxea. Y por esta casa apenas pasan 3.000 personas al año, al margen de "los no sabemos cuántos" excursionistas que van a coger setas. Urkiola, por su parte, no puede quitarse la etiqueta de "hijo pequeño". Como explica el director de Parques Naturales, "ocupa muy poco espacio, carece de infraestructuras de uso público y la parte de nuestro territorio es básicamente forestal de producción". Aun así, como en los tres espacios estrella de la red, existe para ellos un plan de protección y conservación. Sus escarpados fenómenos kársticos y esas crestas que invitan a la escalada bien se lo merecen.