eN la arteria que comunica el norte de Vitoria y las principales carreteras con el centro de la ciudad apenas se cambiaron unas pocas baldosas desde que se la conocía como Avenida del Generalísimo. Por tanto, el lavado de cara que está efectuando el Ayuntamiento en estos meses era más que necesario. Eso sí, los comerciantes de la zona están desesperados por la forma en que se están llevando las obras. Consideran que se les debía haber tenido en cuenta a la hora de planificar los trabajos para perjudicarles lo menos posible, especialmente en unos tiempos en los que tener abierto un negocio es especialmente costoso.

Un total de 2 millones de euros se ha dejado el Consistorio -en realidad el Gobierno Vasco, mediante una subvención- en la primera fase de los trabajos para adecentar la Avenida Gasteiz, unas obras que han convertido en zona de guerra el lateral izquierdo del ramal, según se mira desde la plaza de la Constitución, y que por fin han finalizado. Quedan algunos remates y, como denuncia Larry Santxotena, responsable del restaurante Burgerland, reparar los desperfectos que han aparecido antes aún de que concluyeran los trabajos. "Sí es cierto que lo de la Avenida era un desastre, pero claro -objeta-, se reforma y las baldosas ya estaban rotas la semana pasada, y no llevan ni un mes. Uno de los obreros me decía que no entendía nada, que al menos tenía que haber aguantado un año", explica.

Para colmo, el pasado fin de semana le colocaron una valla enfrente de su negocio para cercar las baldosas rotas. Larry la apartó; ya está más que harto. "Esto se ha hecho muy largo, el tiempo que iba a durar, un año creo recordar, ha sido un año y medio. Empezaron a levantar y había amianto, una serie de historias con las que tenían que haber contado y no lo han hecho", se queja.

Sus problemas no empezaron con la reforma de la Avenida, sino bastante antes. "Con el tranvía estuvimos dos años así, una obra gigantesca, enfrente guardaron las maquinarias y las herramientas durante otro año, pero como en la asesoría me dijeron que quejarme no serviría para nada, puse un cartel con el logotipo del negocio en el otro lado y ya está". El tranvía le costó a Larry 70.000 euros, "no mes a mes, va yendo todo abajo poco a poco y cuando pasan las obras dices, qué pasa aquí". Eso sí, "lo que he perdido en esos dos años ya no lo recupero, porque tienes que tener muchísima más gente, y encima luego llegó la crisis".

La crisis y la nueva obra. "Empiezan y ya está, sin mirar que hay bancos, bares, tiendas de ropa, no han contado con nadie. Nos cortaron la luz algún día, y el gas, y sin más, nos mandaron una carta pidiendo que disculpáramos las molestias y punto", protesta. Al menos han ensanchado la acera; ahora cabe una terraza. Larry fue al Ayuntamiento para solicitar su permiso e instalar sus sillas y mesas, pero a día de hoy todavía no ha obtenido respuesta.

Aunque le han roto parte de la fachada del local y nadie quiere hacerse responsable -"bastantes problemas tengo para andar detrás de un encargado o del otro", asegura-, parece que empieza a ver un poco de luz. "Ahora estoy contento, si esto queda bien aguanto lo que haga falta, pero lo malo es que les da todo igual, he visto un montón de trajeados aquí de un lado para otro y nadie ha entrado para decirnos 'vamos a hacer esto o lo otro", lamenta.

Igualmente contenta está Conchi López, que regenta la tienda de ropa Ste'l en la calle Cruz Blanca. "Esto ha sido larguísimo y desesperante. Hemos estado ocho meses en los que era totalmente imposible circular, porque estaba la calle llena de escombros y maquinaria, cuando perfectamente podían haberlo dejado en otra zona, la Avenida es muy ancha y había sitio para hacerlo", protesta. Conchi explica que en este tramo de Cruz Blanca hay doce autónomos que se han pasado meses y meses mirando cómo la poca gente que pasaba atravesaba la calle a todo correr. "Las pérdidas son irrecuperables, y más en la situación económica en que estamos, es imposible. Van a ser prácticamente dos temporadas de trabajo perdidas, luego seguiremos con nuestro ritmo más o menos normal, de momento condicionado por la crisis, pero no recuperaremos lo perdido, y no hemos tenido ningún tipo de ayuda", lamenta Conchi, que durante estos ocho meses ha utilizado bastante más la aspiradora que la caja registradora. "La hemos cambiado dos veces, y no es broma, hemos tenido mucha suciedad", comenta.

Ahora la calle está inmaculada, pero los comerciantes de Cruz Blanca tienen otro frente abierto. "Nos han cortado el paso de la Avenida, que es el de toda la vida, el paso natural, y nos siguen desviando a la gente a otras zonas", señala. Ante esta situación, los comerciantes acudieron al Pleno municipal para pedir que se despejara la zona cuanto antes, "pero como no quieren modificar su planificación de la obra, lo cierran y punto. Nos dijeron -prosigue- que para julio estaría el paso abierto y esto está exactamente igual; dicen, dicen, pero nada más".

Teodora Galán atiende la barra de la Cafetería Gasteiz 68 mientas responde a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA. Tras meses de suciedad y escasa clientela, la acera es ahora más ancha, ha podido colocar mesas en la calle y la gente ha reaparecido. "La terraza se ha movido bastante bien al haber hecho buen tiempo, supongo que acabará compensando el sufrimiento, porque hemos tenido mucho polvo, ruido, limpiábamos cada dos por tres, pero ahora ya estamos más tranquilos", asegura.

En todo caso, las obras "han supuesto mucho trastorno, ha sido largo, en mi zona empezaron en diciembre, iban a acabar en marzo, y acabaron en julio". Teodora espera que las molestias hayan merecido la pena. "Yo creo que esto irá mejor porque va a pasar más gente, porque es que antes ni nos veían, pero bueno, ha quedado bonito, y cuando acaben el Europa estará mucho mejor", sentencia.

No todos los comerciantes de la zona se ha visto perjudicados por las obras. Aure Martín regenta la perfumería Fragancias, que abrió justo cuando los trabajos habían concluido. "Antes la gente estaba enfadada, incluso los de al lado me dijeron en plan de broma que si no terminaban pronto iban a tener que cerrar, luego ha mejorado porque han puesto terraza, que antes no podían, y un poquito mejor va. Yo no abrí hasta que no terminaron por eso, porque era perjudicial para el negocio, sólo había un metro para pasar y la gente no venía por aquí, lo hacían los que no tenían más remedio", señala.