donostia

En el año 1813 el imperio napoleónico en la península llegó a su fin y con ello también la ocupación de las tropas francesas en la ciudad fortificada de Donostia. La capital guipuzcoana se vio arrasada en su 90% por aquellos supuestos liberadores, los aliados ingleses y portugueses. Hubo muertes, violaciones y destrucción, pero aún así los donostiarras que sobrevivieron a aquel holocausto sacaron la fuerza necesaria como para poder reconstruir su ciudad y poner los primeros cimientos de la actual Donostia.

Donostia no fue la única ciudad que pagó un alto precio por la lucha entre Francia e Inglaterra por conseguir la supremacía en el continente europeo, pero la capital guipuzcoana sí que sufrió más que otras muchas urbes. Según el historiador José Antonio Azpiazu, todo se debió a una venganza por parte del oficial inglés Wellington hacia los donostiarras. A su juicio, los franceses llevaban controlando Donostia cinco años "porque era un puesto estratégico interesante sobretodo para la zona fronteriza".

Durante estos cinco años los donostiarras, la mayoría de ellos mercaderes y entre los que también había vasco-franceses, tuvieron que aprender a convivir en la ciudad fortificada con los soldados franceses, lo que a los ojos del general Wellington era ir en contra de los intereses ingleses, lo que para él supuso "una buena excusa para atacar Donostia y sobre todo para conceder a los soldados un botín importante", explica Azpiazu.

Otros historiadores, como por ejemplo Iñaki Egaña, hablan también de venganza pero van más allá que Azpiazu al explicar que lo que ocurrió casi veinte años antes -cuando las tropas francesas anexionaron Gipuzkoa a Francia a pesar de que la provincia quería seguir siendo independiente-, también tuvo importancia. Según Egaña ello originó el enfado de los españoles ya que veían la anexión como una "traición a la patria española" porque según ellos "los franceses no necesitaron casi ni disparar una bala para conseguir Gipuzkoa". Sea la razón que sea, siempre según el relato de Egaña, Wellington acabó aprovechando el ansia de venganza tanto española como inglesa para, tras un intento fallido el mes anterior, el 31 de agosto de 1813 hacerse con la ciudad de Donostia penetrando en ella a través de una brecha abierta en sus murallas a las que apodaban "la roca".

El 31 de agosto sobre las dos de la tarde fue cuando las tropas aliadas entraron a Donostia y ocurrió lo que Azpiazu califica como lo "más grave". No solo saquearon las casas de los mercaderes, el Ayuntamiento, el consulado o todos los edificios importantes de la ciudad, sino que se destrozó casi la totalidad de la ciudad, sin ninguna necesidad y probablemente por una venganza. Durante siete días estuvieron quemando y destruyendo Donostia, robaron y saquearon todo lo que podían, violaron a todas las niñas, mujeres y ancianas sin importar la edad y únicamente por venganza.

Tras la quema, en la que solo dejaron viva la calle de La Trinidad - la actual calle 31 de Agosto, en el centro de la ciudad-, los soldados franceses que estaban escondidos en lo alto del castillo de Donostia tras rendirse y negociar volvieron a Francia, mientras que los soldados ingleses y portugueses continuaron la conquista hacia el país galo dejando a los donostiarras a su suerte.

resurgimiento de las llamas A los ocho días de haberse comenzado el incendio, los donostiarras que sobrevivieron a la tragedia se reunieron en el barrio vecino de Zubieta y se plantearon que había que reconstruir la ciudad haciendo todo el esfuerzo necesario para que volviese a ser lo que era, algo que les costó 50 años, hasta que en el año 1873 derribaron las murallas y comenzó la ampliación de Donostia y su creación tal y como es conocida hoy.

El grupo de donostiarras que se reunieron en Zubieta estaba formado por mercaderes que habían huido a Francia con su dinero, a los que les dio tiempo de salir de la fortificación antes de la llegada de las tropas aliadas y los vecinos de fuera de las murallas de Donostia que vivían en caseríos. Este grupo de empleó todos sus esfuerzos en la reconstrucción de la ciudad, ya que no recibió ayuda oficial, ni de los aliados, ni de los españoles.

Pese a ver toda su ciudad y sus bienes en llamas, no se condujeron por el odio hacia los ingleses, según explica Azpiazu, aunque en ello también tuvo que ver otro capítulo de la historia de la península en la que los ingleses fueron aliados de los españoles y ayudaron a Donostia en las guerras carlistas.

Los datos de la batalla que se llevó a cabo en Donostia no se caracterizan por su exactitud con el paso de los años y la falta de documentación de la época. Pero la asociación Donostia Sutan, en honor a aquel 31 de agosto, habla de 600 casas saqueadas y 500 quemadas en los incendios que los soldados encendieron portal a portal, a lo que se suma todas las mujeres y niñas que fueron violadas. Además, teniendo en cuenta los daños colaterales de la quema que se alargaron todo el invierno, se contabilizaron más de 1.500 civiles muertos.

bicentenario de la quema Como cada año los donostiarras recuerdan en agosto esta tragedia, que al fin y al cabo originó que Donostia sea tal y como es en la actualidad. Es una forma de agradecer a aquellos donostiarras de Zubieta el esfuerzo por reconstruir la ciudad después de haber sufrido tal masacre. Pero este año es especial. Hoy se cumplen doscientos años desde que las tropas aliadas "liberaron" a los donostiarras y por ello el Ayuntamiento de Donostia ha presentado un programa para recordar tal trágico episodio.

El programa de celebración de la efeméride comenzó este año, al ser especial, la tarde de ayer, día 30, con un concierto a cargo del Orfeón Donostiarra en la Basílica de Santa María que presentará el himno del Bicentenario bajo el título Suak pizturik dirau. Como broche a la jornada, la Orquesta Sinfónica de Euskadi ofrecerá un concierto al aire libre en la plaza de la Constitución. Además, esta misma orquesta recibirá de manos del alcalde Izagirre la Medalla de Oro de la ciudad, la máxima distinción otorgada por el Ayuntamiento, en reconocimiento a su labor por difusión y fomento de la cultura.

Lógicamente el punto álgido de toda la programación llegará hoy. A las 10.45 horas, las campanas de la ciudad sonarán simulando el aviso de peligro que acechaba a la ciudad en 1813. Después tendrá lugar una misa en la basílica de Santa María en homenaje a todos aquellos donostiarras que vivieron la tragedia. Tras ello, una Esku Dantza marchará hasta la calle 31 de Agosto.

Ya por la tarde varios donostiarras partirán hacia la Brecha y representarán la toma de la ciudad en 1813 con la explosión del polvorín y la entrada por la apertura de la muralla. Para terminar, la jornada de recuerdo a las víctimas de 1813 y a los vecinos de Donostia que pusieron los primeros cimientos en la reconstrucción se apagarán las luces y se encenderán 5.000 velas en la calle 31 de Agosto.