VITORIA. Hace poco más de una década era impensable escuchar abiertamente de boca de una mujer que quería ser madre soltera. Pero la sociedad ha avanzado a ritmos vertiginosos en esta materia, y hoy en día ya son legiones las que no aguardan al ficticio príncipe azul para dar el paso hacia la maternidad. Lo tienen claro: quieren ser madres sin pareja. La mayoría acude a los centros especializados en reproducción asistida. Sin embargo, Internet ha abierto nuevas posibilidades, aunque algunas no fiables e incluso peligrosas como el jeringazo.

Como consecuencia de los cambios de modelos de familia, cada vez son más las mujeres ?solteras, divorciadas, viuda, parejas gays y lesbianas? que acuden a los centros de fertilidad vascos en busca del bebé. Conocedores de la difícil situación económica por la que atraviesa la población, el Grupo IVI de Bilbao, uno de los pioneros en el tratamiento de la Fecundación invitro mantiene congelado los precios desde hace varios años, señala doctor Marcos Ferrando, responsable médico del IVI de Leioa, al igual que otros centros que trabajan también en este área como el grupo Quirón, además de ofrecerles toda clase de facilidades a los pacientes con fórmulas de financiación ad hoc con interés cero para que las mujeres hagan realidad su sueño de ser madres.

De ahí que los especialistas no conciban que al albur de la crisis, en Internet a través de distintas web (como por ejemplo co-padres.net) se esté creando un mercado low cost de la fecundación, al que recurren féminas atraídas por otras fórmulas más baratas, “muchas de ellas auténticas aberraciones médicas que pueden resultar muy peligrosas para la salud de las pacientes”, aclara a este diario el doctor Ferrando, refiriéndose a a la inseminación casera. Lo cierto es que los sociólogos ya empiezan a reconocer que estos rituales trasladan la revolución al seno de la familia. Hablamos de copadres.

¿de qué se trata? La coparentalidad consiste en un acuerdo entre dos o más personas que deciden tener un bebé juntos sin estar en pareja. En este sentido, la coparentalidad, hetero u homoparental, se puede concebir como una donación de esperma a través de la cual el donante de semen juega cierto papel, definido de antemano, en la crianza del pequeño.

“Esta figura existe en Francia desde hace años: padres gays y madres lesbianas o parejas heterosexuales que son amigos y que lo único que tienen en común es un hijo o una hija; suelen compartir ?o no? su educación y sus gastos; tienen la custodia compartida (en algunas ocasiones, si llegan a un acuerdo). Y luego cada uno hace su vida por separado”, explica la psicóloga Amaia Castaños.

“La donación de semen de un desconocido entraña serios riesgos sanitarios; en los bancos autorizados hay un rigurosísimo control de calidad. No todos los donantes sirven. Además ¿cómo saben que no portan enfermedades graves?”, reflexiona el doctor Marcos Ferrando.

La búsqueda de un hombre para tener un hijo sin relación de pareja es tan vieja como la vida misma, sentencia Amaia Castaños. “Siempre ha existido; he conocido a chicas que salen buscando un tío para embarazarse y disfrutar en soledad de su maternidad”, reconoce la psicóloga experta en género.

Al margen de las connotaciones éticas-morales sobre los copadres, la especialista considera que la prueba de fuego vendrá cuando deban contar a su vástago su procedencia. “La clave está en si serán capaces de ser sinceros/as; los casos que conozco ocultan la realidad”, apostilla. “A la larga puede tener consecuencias para el pequeño/a”. Todo esto sin obviar los problemas legales que se pueden presentar. “Si con el paso de los años el donante amigo se conviertes en una persona malísima y quiere quitarle el hijo ¿Qué pasa entonces? ”, opina la psicóloga en consonancia con el doctor Ferrando.

Algunos colectivos gays y lesbianas creen que prácticas como las anunciadas en la web podrían proliferar si persiste la limitación impuesta por la ministra Ana Mato de permitirá acceder a la reproducción asistida solo a mujeres menores de 40 años, con problemas de fertilidad, excluyendo a las madres solteras y parejas gays. “Ser madre sin varón costará un pastón: entre 1.000 y 6.000 euros el intento. Además, el tratamiento tiene éxito en el 50%, un porcentaje que se va reduciendo a partir de los 35 años”, se lamentan.

Las mujeres que recurren a la red buscan hombres desconocidos que las dejen embarazadas, bien por relaciones sexuales o por una inseminación casera. Argumentan que los tratamientos habituales son caros. “La web co-padres.es crea una maternidad más barata. La inseminación casera, aunque sea más económica, es un acto de irresponsabilidad de la mayor responsabilidad que es tener un hijo/a. Es un ejemplo de las cosas negativas que nos trae Internet por su falta de regulación en temas de sexualidad”, apunta la psicóloga.

El ‘jeringazo’ Es cierto que la inseminación casera propicia una vía low cost para lograr una gestación, pero menos higiénica y con resultados inciertos. “Además de ser una aberración médica los porcentajes de éxito serán muy bajos, no llegan al 15%”. ¿Pero que es el jeringazo? “Introducir el esperma de un conocido en la vagina con una simple jeringuilla. Es cierto que se ahorra el dinero de un centro especializado, pero una mujer en su sano juicio no lo haría, porque le puede crear serios problemas. Afortunadamente no está muy extendido ?por lo menos en Euskadi?, porque los cientos de pacientes que llegan a nuestros centros nunca se han referido a esta práctica”, dice reconfortado el director médico del IVI Leioa.

Aunque no hay datos fiables, se estima que la inseminación casera tiene un porcentaje de éxito inferior al 15%. En el portal co-padres.es parejas de homosexuales cuelgan sus mensajes. En algunos de ellos se lee que el progenitor no tendrá que hacerse cargo de ningún gasto del bebé. “Un arma de doble filo. Cuando pasen los años quién dice a esta pareja de gays que el padre biológico no les reclamará al hijo; se han dado muchos casos. De ahí que se exija el anonimato”, explica el doctor Ferrando. “Todo esto sin contar la calidad del semen , su perfil y los problemas que puede general no conocer la salud del varón”, sentencia.