vitoria. A veces la crisis económica destapa fórmulas tan ocurrentes y válidas que cuesta creer que hasta la fecha no se practicarán de forma habitual. Dispuestos a ahorrar cada euro posible para satisfacer las necesidades festivas de sus vecinos, muchos ayuntamientos alaveses se han puesto manos a la obra para fortalecer vínculos a través del trueque de mobiliario y objetos para las fiestas. Sin ir más lejos, finalizado ya el tradicional festival de teatro de humor de Araia, su ayuntamiento cederá a Dulantzi su escenario principal para que la pequeña localidad alavesa evite tener que alquilar uno especialmente para la ocasión.
Pero el intercambio de bienes no se limita a esta estructura, porque el pack incluye también otro tipo de enseres propiedad del Consistorio de Araia como el toro de fuego. A cambio, Dulantzi cede a los pueblos que lo necesitan mobiliario que ellos conservan en propiedad, como unas carpas preparadas para acoger diferentes actos festivos. Aunque por el momento el trueque de este mobiliario festivo se limita a los pueblos de la comarca y en otros lugares ya se practiba de forma puntual -una iniciativa similar, Udaltruke, surgió en Encartaciones el pasado año- sus protagonistas confían en poder convertir esta práctica en una constante y extenderlo poco a poco a otros pueblos del territorio alavés y ahorrarse así mucho dinero entre todos.
Y es que, aunque el azote de la crisis asola los bolsillos de todos desde ya unos años, todo ahorro es poco a la hora de salvaguardar las arcas municipales y poder destinar ese dinero a cuestiones de mayor calado. Para fortuna de los pueblos en fiesta, el caché de los grupos de música -una presa fácil para atraer a un buen número de visitantes- también se ha visto reducido notablemente en los dos últimos años. En 2011 llevar a una banda como Def Con Dos costaba unos 20.000 euros, pero ahora los municipios optan más por grupos locales o de los alrededores con un caché mucho menor. Al mismo tiempo, la demanda de feriantes que desean ubicar sus barracas en plenas fiestas se ha disparado notablemente, obligando a muchos pueblos a tener que elegir entre un sinfín de atracciones diferentes y dejar más de una fuera por falta de espacio.