Vitoria. Las obras de urbanización de Arkaiate están siendo largas, demasiado, por sus continuos reveses. Y ahora que finaliza agosto, la sensación de los residentes es que acabará el mes sin que se haya rematado la rotonda de la antigua panificadora, tan necesaria para evitar los actuales rodeos de hasta dos kilómetros en las salidas del barrio. "El Ayuntamiento gasteiztarra aseguró que para septiembre estaría todo terminado y a la vista está que va a ser imposible", lamentaban ayer los afectados, mientras el equipo de gobierno insistía en que los trabajos "avanzan a muy buen ritmo y terminarán enseguida". Lo que no concretó fue cuándo será eso, pero el aspecto de la zona hace pensar que no dentro del último plazo prometido. La muy vitoriana tradición de los retrasos amenaza con repetirse.
Tras varios meses de trabajo, lo que ya está finalizado es el nuevo puente sobre el río Errekaleor. A comienzos de agosto quedó abierto a la circulación, un avance importante porque durante largo tiempo los vehículos accedían desde Elorriaga hacia Salburua a través de una pequeña pasarela construida de forma transitoria y que quedó destruida con la sensacional riada de enero. Además, el nuevo acueducto cuenta con una mayor altura y con suficiente anchura como para evitar un posible cuello de botella en caso de inundaciones. Eso sí, todavía quedan algunos pequeños flecos pendientes para dar por concluida al cien por cien esta obra. Según explicó el portavoz de la asociación vecinal Burdinbide, Ioseba Martínez de Guereñu, "falta la última capa de asfalto y que los dos carriles que ahora se usan de ida y vuelta tengan una única dirección".
Muchos vecinos usan ya la nueva entrada, aunque todos coinciden en que más prioritaria es la obra de la rotonda de la vieja panificadora de Elorriaga. "Aún falta la mitad por hacer y toda la conexión con la avenida de Bruselas", advierte Martínez de Guereñu. Su terminación resulta vital para acabar con el aislamiento que padecen los vecinos de los números 16, 18, 20 de esa arteria, que han de realizar "un desvío de hasta dos kilómetros para salir" de sus casas hacia donde sea. También la necesitan, según dicen, los residentes de los bloques 34, 36 y 38. E igualmente la agradecerían quienes habitan en Dolores Ibarruri, ya que para ir al garaje tienen que dar la vuelta "en la glorieta que se encuentra a mitad de la avenida de Bruselas", por lo que tras la urbanización el acceso habitual "será también a través de esta calle en vez del Paseo de la Ilíada".
Los vecinos de esta zona de Vitoria llevan tanto tiempo esperando que seguramente la última cuenta atrás se les está haciendo eterna. El primer retraso se produjo cuando la Junta de Concertación de Arkaiate canceló el contrato con la empresa urbanizadora, Corsan-Corvian, por serias discrepancias. Se produjo otro proceso de adjudicación y, tras la consiguiente demora, Azysa reanudó las obras. El ritmo entonces parecía el correcto, pero la compañía sucumbió a la crisis y cerró. Su quiebra tuvo lugar justo cuando se estaban acometiendo los trabajos más delicados, la finalización del puente de Elorriaga y la rotonda de la avenida de Bruselas. La consecuencia fue un nuevo parón, hasta que el pasado mes de abril tomó el relevo una nueva empresa. No obstante, antes de todo este embrollo, ya se había visto demorada la necesidad de poner en marcha los trabajos "porque había que construir la nueva panificadora y decían que hasta que se terminara no podía tirarse la vieja, además luego se encontró amianto y hubo que descontaminar los terrenos". Sin embargo, Martínez de Guereñu opina que el tiempo ha demostrado que "la panificadora no influía en lo que se tenía que hacer, porque a día de hoy es lo que sigue faltando".