Su equipo llegó a Labastida con un proyecto sobre el castillo medieval, pero la excavación ha deparado algo inesperado en forma de recinto militar del siglo XIX.

Aunque suene un poco raro, los arqueólogos normalmente encontramos exactamente lo que buscamos, pero en esta ocasión no ha sido así. La sensación es un poco agridulce porque algunas cosas que buscábamos estaban arrasadas y no las hemos localizado, pero ha sido un placer encontrar algo inesperado como esta fortificación del siglo XIX tan potente. Un hallazgo que nos permite entrar en territorios que la arqueología tenía bastante olvidados, un poco en segundo plano, como son las fases más recientes de la historia de Álava. Sucesos como la Batalla de Vitoria se han focalizado mucho en su entorno pero, en realidad, detrás hay cuestiones que te permiten entender mejor el territorio y aportar novedades históricas que ni siquiera teníamos a través de los documentos del siglo XIX.

Ahora que no hay dinero para nada ustedes han podido al menos contar con una aportación económica suficiente para indagar.

Hemos tenido un apoyo económico de la Diputación de Álava, que tengo que agradecer, aunque ahora mismo no tengo nada claro que el año que viene excavaciones de este tipo sean factibles a ningún nivel.

¿Van a poder seguir trabajando en esta zona, donde aún hay margen para nuevos hallazgos?

No sabemos lo que va a pasar. Recursos propios para invertir aquí probablemente no tengamos, y si no recibimos otro tipo de empuje el proyecto de Labastida concluirá aquí. Nos tocará hacer una labor de divulgación de los resultados obtenidos, porque sinceramente no puedo ser optimista y es probable que no vayamos a tener posibilidades de ir más adelante en el descubrimiento de los restos de este castillo.

La arqueología y el patrimonio cultural dejan pocos réditos políticos...

Supongo que no. No sólo se está agotando la posibilidad de crear historia local, proyectos culturales y de divulgación e implicación local, sino también la formación. En los países avanzados se premian este tipo de operaciones sobre el patrimonio con una política clara a largo plazo, pero aquí no sé hacia dónde vamos. Deberíamos intentar crear verdaderos proyectos culturales, con trascendencia para la gente de Labastida, en este caso, y después a nivel científico e histórico, construyendo la historia desde abajo.

¿Se está aprovechando realmente un patrimonio histórico tan rico como el alavés?

Álava es un territorio con una riqueza patrimonial extraordinaria. Centenares de castillos, varios cientos de poblados, centenares de cementerios... sólo por hablar de hallazgos de época medieval. Eso no se está explotando a ningún nivel, ni siquiera como recurso turístico, que en un sitio como Rioja Alavesa daría muchísimo de sí. Apoyar el proyecto de los bodegueros con una apuesta estratégica a medio plazo sería algo absolutamente ganador a la hora de atraer a la gente y generar recursos turísticos en Álava.

¿La arqueología en Álava vive momentos críticos?

Hemos pasado la línea roja y no sé si hay vuelta atrás. Proyectos como éste y otros que estamos llevando a cabo están pasando graves dificultades. La arqueología en Álava ha conocido un salto cualitativo terrible en los últimos diez años a todas las escalas, con nuevos grupos de investigación y nuevos proyectos. Hasta ahora se ha capeado un poco la situación, pero si no cambia nada lograremos destruir lo que hemos tardado tantos años en construir. No hay recambio en los alumnos y muchos de nuestros doctores se están marchando. Estamos perdiendo una masa crítica de investigadores alaveses porque no hay proyectos innovadores y no hay recursos para apostar por ello.

¿También en esto estamos perdiendo a una generación de jóvenes profesionales alaveses?

Yo trabajo cada día con estos chicos y veo que se les va apagando la llama. El mayor tesoro que tenemos son las personas, y las estamos perdiendo. Tenemos investigadores alaveses en China, en Londres o en Portugal, gente que no somos capaces de absorber aquí en los proyectos. Se ha destruido casi el 80% de la profesión y los arqueólogos profesionales están creando empresas una tras de otra. Además, la universidad no tiene recursos ni posibilidad de generar nuevos profesionales. El futuro es bastante negro.