Vitoria. La crisis llegó a la sangre. De enero a junio, las donaciones habían bajado un 9%. En agosto, el descenso es ya del 11%. Y si hace dos meses era patente la necesidad de movilizar a los grupos 0- y A-, minoritarios de por sí, ahora esa exigencia se ha vuelto urgencia. Las reservas han caído con la llegada del verano, ya que los voluntarios habituales están de vacaciones mientras los hospitales siguen abiertos, en un contexto que venía siendo desalentador. Debido a la recesión económica, las unidades móviles que se desplazan semanalmente a las empresas ya no trabajan como antes porque muchas plantillas se han reducido. Y a la gente desempleada o con escasos recursos le cuesta ocuparse de la solidaridad. Por eso, la Asociación de Donantes de Sangre de Álava realizó ayer un llamamiento a toda la sociedad, especialmente a quienes por sus venas corre el Rh negativo.
La coordinadora del colectivo, Isabel Viloria, convirtió la realidad en cifras. El año pasado, hasta el 15 de agosto, hubo más de 15.000 donaciones. En 2013, durante el mismo periodo de tiempo, se han recibido 13.600. También ha descendido el número de nuevos voluntarios, de los 1.120 de 2012 a los 867 del actual ejercicio. Son datos que preocupan, porque además a este bajón se suma el hecho de que "las plaquetas se conservan sólo cinco días, por lo que es necesario que las donaciones sean constantes para que al menos se llegue al mínimo diario de 500 bolsas en el conjunto del País Vasco". De ahí el mensaje lanzado desde la asociación. No se trata de alarmar a la población, pero tampoco hay que maquillar una realidad que precisa cambiar. Hasta que alguien invente la forma de fabricar la sangre, habrá que seguir sacándola de las venas. Y siempre hace falta, sobre todo de los grupos negativos por ser los menos comunes.
Facilidades da muchas este colectivo para que la gente regale solidaridad. Este verano, por ejemplo, tiene puesta en marcha su tradicional campaña de donaciones, con la que las unidades móviles se trasladan a los pueblos del territorio histórico. Y cada ofrenda de sangre se siente como una victoria. Por eso, aunque vengan mal dadas y en general los resultados no sean muy boyantes, Viloria intenta mantenerse optimista. La coordinadora aplaudió la "buena acogida" que obtuvo el dispositivo desplazado a Amurrio el pasado 6 de agosto, con la esperanza -algo que este colectivo nunca pierde- de que pueda mantenerse la racha en los viajes por el resto del territorio.
visitas esta semana Las agujas estuvieron ayer en el centro de salud de Araia, de 16.30 a 20.00 horas, y hoy tomarán la Casa de la Cultura de Labastida, en el mismo horario. Lanciego será la localidad elegida para mañana, donde todos los interesados podrán donar de 17.00 a 20.00 horas, mientras que el jueves tomará el relevo la plaza Dulantzi de Agurain, de 9.45 a 13.30. Ya el viernes, será el turno de Llodio, con autobús en la plaza Lamuza de 9.30 a 13.30 horas. Una semana vital para mejorar el stock de grupos positivos y de que exista por fin para los negativos.
Son pocos los requisitos que se exigen para donar. Puede hacerlo cualquier persona sana que tenga entre 18 y 65 años y pese más de 50 kilos. No importa no estar en ayunas, ni tener el colesterol elevado o tomar medicamentos de los llamados frecuentes. Además, apenas quita tiempo. El ritual dura tan sólo siete minutos. La sensación de gratificación se prolonga mucho más. Bien lo saben los voluntarios de entre 45 y 65 años, el grupo mayoritario. Una realidad que pone sobre la mesa un problema añadido al de la crisis: la necesidad de relevo generacional.
Por sexos es más difícil hacer distinciones, ya que las donaciones están "bastante igualadas". Si los hombres acaban dando algo más de sangre que las mujeres no es por formas de ser o de sentir la solidaridad, sino por algo tan pragmático como la factores de género; o sea, la menstruación. De ahí que ellos tengan un límite de cuatro donaciones al año y ellas de hasta tres.