MADRID. Los resultados, que se publican en la edición de este domingo de la revista 'Nature', sugieren una nueva dirección en el diagnóstico de riesgo de epilepsia y, potencialmente, para desarrollar terapias precisas para esta condición. Los hallazgos son los primeros en salir de un conjunto de proyectos de epilepsia genética conocidos como EPGP y Epi4K, que fueron lanzados por los Institutos Nacionales de Salud norteamericanos en 2007 y 2012, respectivamente, con la participación de más de 40 instituciones en tres continentes.
Mientras las universidades de San Francisco (UCSF) y Duke sirven como centros administrativos, los proyectos incluyen un equipo de casi 150 científicos de 25 especialidades, con la esperanza de generar este tipo de avances acerca de esta enfermedad incurable. "Las limitaciones de lo que actualmente podemos hacer por los pacientes con epilepsia son completamente abrumadoras", dijo Daniel Lowenstein, neurólogo de UCSF y reconocido experto en epilepsia que, junto con Rubén Kuzniecky, de la Universidad de Nueva York, está supervisando el Proyecto Genoma Phenome (EPGP).
El equipo global comenzó con las formas más severas de la enfermedad, conocidas como encefalopatías epilépticas (EE), que afectan a aproximadamente uno de cada 2.000 niños, a menudo antes de su primer cumpleaños, y muchos de estos niños también sufren otras discapacidades graves, como autismo o disfunción cognitiva.
El equipo identificó niños con dos formas clásicas de EE, espasmos infantiles y síndrome de Lennox-Gastaut, en el que ningún otro miembro de la familia se vio afectado, y excluyeron los niños con causas identificables de la epilepsia, como ataques en el nacimiento, que son un riesgo conocido de este grupo de trastornos. De los 4.000 pacientes cuyos genomas se están analizando en el Epi4K, 264 niños se ajustan a esa descripción.
El equipo de secuenciación Epi4K, dirigido por David Goldstein, de Duke, realizó un análisis genético de los niños y sus padres, que se compararon con miles de personas de origen similar sin epilepsia, para lo que usaron una nueva técnica de vanguardia llamada secuenciación del exoma para centrarse en el exoma (el 2 por ciento de nuestro código genético que representa activos genes de proteínas). Esos 25.000 genes se consideran que son el código de lo que nos hace únicos, incluyendo mutaciones de enfermedades.
El análisis genético reveló 439 nuevas mutaciones en los niños, con 181 de los menores que poseían al menos una. Nueve de los genes que albergaron esas mutaciones aparecieron en al menos dos niños con EE y cinco de ellos habían sido detectados en estudios anteriores, más pequeños, de EE. De los otros cuatro, dos pueden haber sido una coincidencia, según los investigadores, pero dos nuevos genes nunca antes asociados con EE, conocidos científicamente como GABRB3 y ALG13, aparecieron con una probabilidad estadística de menos de uno en 40 mil millones de estar conectado a EE por casualidad.
Los hallazgos implican GABRB3, por primera vez, como una causa de un solo gen de la EE, y ofrecen la evidencia más fuerte hasta la fecha para el papel del gen en cualquier forma de la epilepsia, según Sherr. Sabiendo esto acerca de GABRB3, que también participa en el síndrome de Angelman, ofrece la posibilidad de que los niños con mutaciones sólo en este gen pueden beneficiarse de la terapia existente para Angelman. Otro nuevo gen, ALG13, es clave para poner los azúcares en las proteínas, lo que apunta a una nueva forma de pensar acerca de las causas y el tratamiento de la epilepsia.