Vitoria. Sentado en su trona, frente a un plato de pulpo, Luiz Antonio diserta sobre la cadena alimentaria. Primero se interesa por si el animal troceado entre patatas y arroz es de verdad. Luego, por dónde está su cabeza. E hila una idea con otra. "Entonces, cuando comemos a los animales, ellos mueren". Su madre asiente, al otro lado de la cámara. Luiz Antonio no da crédito. "¿Pero por qué ellos mueren? No me gusta que ellos mueran. Me gusta que sigan de pie, felices". Emocionada, la mujer le dice que ya no volverán a comer carne. "Está bien. Esos animales debemos cuidarlos, no comerlos", insiste por si acaso él.
El vídeo de este niño brasileño de tres años ha dado la vuelta al ciberespacio vía YouTube. Una plataforma donde las grabaciones de menores lanzando alegatos en defensa del medio ambiente o contra el sistema bancario acumulan millones de visitas. "Siempre se ha dicho que los mensajes que incluyen niños o animales atraen la atención de los usuarios de un modo espectacular. Probablemente tiene que ver con que de modo habitual estos vídeos aluden a emociones positivas -diversión, ternura, sencillez, espontaneidad- que apelan de un modo más universal a todos y, al tratarse de niños, serán mejor aceptados por nuestros contactos y amigos en las redes sociales. La posibilidad de rechazo es menor en estos casos", argumenta Charo Sádaba, doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra.
Charo Sádaba > Dra. comunicación
"Manifiestan ideas que nos cuesta declarar en sociedad"
Los niños hablan sin tapujos lo mismo en la cocina de su casa que ante los delegados de la ONU. Este es el caso de Severn Suzuki, una preadolescente que en la Cumbre de Río de Janeiro de 1992 leyó la cartilla a los asistentes en un discurso que aún circula por la red. "No sabéis cómo arreglar los agujeros de la capa de Ozono, no sabéis cómo devolver el salmón a aguas contaminadas, no sabéis cómo resucitar a animales extintos y no podéis recuperar los bosques que un día talasteis y que ahora están desiertos. Si no sabéis cómo arreglarlo, por favor, parad de destruirlo", les espetó sin titubear. Un reproche difícil de imaginar, en ese foro, en boca de un adulto. "Vivimos en una sociedad muy preocupada por lo políticamente correcto en las formas de los discursos. Eso no quiere decir que nuestra mentalidad ni nuestro modo de pensar sea políticamente correcto. Un niño o una niña pueden manifestar de modo divertido, sencillo y espontáneo una idea o una realidad que nos cuesta declarar libremente en sociedad. Su falta de barreras sociales para expresarse hace que el lenguaje natural que utilizan apele a nuestras convicciones profundas, esas que a veces no nos atrevemos a manifestar por miedo al qué dirán o a cómo quedaremos frente a otros", explica Charo Sádaba.
Que lo que hace unos años era una grabación casera del chiquillo para enseñar a los familiares termine ahora dando la vuelta al mundo, dice esta profesora, "forma parte de la revolución 2.0, donde los usuarios comparten cosas propias y tiene un atractivo especial ver lo que otros como yo, no profesionales, producen y difunden".
Ángela Magaz > psicóloga
"Les escuchamos con menos prejuicios que a los adultos"
Discursos contra los juguetes sexistas o la agricultura intensiva que pasarían desapercibidos impactan de lleno en los internautas si quien los pronuncia es un menor. "Sus mensajes se valoran con una emoción de calma y ternura, lo que evita que respondamos protegiéndonos o con ira. Por ello, los escuchamos y procesamos con menos prejuicios que cuando los plantea un adulto. Consideramos que el niño no tiene intereses personales mientras que el adulto sí", razona Ángela Magaz, psicóloga educativa y directora del grupo Albor-Cohs.
Mientras Riley, grabada en una juguetería, se pregunta indignada "por qué todas las niñas tienen que comprar cosas rosas y todos los niños tienen que comprar cosas de otro color", Birke Baehr utiliza el humor para amenizar su speech a favor de los alimentos ecológicos. "Quiero que sepan que a mi hermano, a mi hermana y a mí nos gusta la col verde al horno", enfatiza, consciente de la rareza, entre las risas del público. "Cada niño tiene un carácter diferente y un modo de expresarse distinto. Son niños, pero eso no los hace idénticos", subraya Magaz. En ocasiones las argumentaciones son demasiado elaboradas y queda la duda de si habrá algún guionista detrás. "Cuando los razonamientos son más propios de adultos reflejan la influencia de estos en el aprendizaje de los niños: constituyen modelos", indica la experta.
J. Urra > Ex Defensor del menor
"No hay que hacer del niño un adulto de tamaño reducido"
Dice Javier Urra que los niños "ocasionalmente" expresan verdades como templos que sus padres no se atreven a mencionar. "También hacen preguntas de muy difícil respuesta, pero no es menos cierto que en ocasiones expresan unos sentimientos directos, poco elaborados", comenta quien fuera Defensor del menor. Los mayores, por contra, hablan con mayor recelo. "Los adultos aprendemos protocolo y en ocasiones nos defendemos tras la falsedad para poder convivir".
Escuchar a Victoria Grant afirmar, a sus doce años, que "los bancos y el Gobierno se han confabulado para esclavizar financieramente a la gente de Canadá" no puede por menos que dejarle a uno con la boca abierta. "Los adultos tenemos la conciencia de que los niños son incapaces, de una inocencia casi de cuento de hadas. Y no son así. Piensan, elaboran, discurren y muchas veces callan", asegura este psicólogo clínico y pedagogo terapeuta. No obstante, añade, no deben erigirse en defensores de la infancia. "Los mejores defensores de los niños tienen que ser los adultos porque tienen más criterio, capacidad legislativa, financiera y de distribución de la justicia social. En Unicef o Naciones Unidas siempre hemos escuchado a los niños. Y yo como Defensor del menor también, pero hay que evitar el riesgo de hacer del niño un adulto de tamaño reducido. Los intereses de los niños son los propios de su edad".
Una vez colgada la grabación en YouTube, puede ser visionada en un ordenador particular, emitida en prime time o enlazada en la web de cualquier diario digital. Su difusión se multiplica meteóricamente y nunca sabe uno quién mira al otro lado de la pantalla. "Hay que preservar la intimidad y más de los pequeños. Cuando queramos la expresión pública de un niño hay que hacerlo en el foro correcto y con las condiciones de seguridad necesarias", aconseja Urra. También la profesora Charo Sádaba aboga por la cautela. "Los padres y madres son responsables de velar por la intimidad de sus hijos. Hay vídeos donde los menores se muestran haciendo cosas ridículas o extravagantes. En este caso personalmente considero que no se está teniendo en cuenta el derecho futuro de esos menores a su intimidad y su imagen, pero en cualquier caso, son los padres quienes deciden". Y, de momento, salen niños por un tubo.