El juez cita al interventor pero cree que su llamada al maquinista fue "correcta"

la conducción "inapropiada", superando el doble de lo permitido, provocó el siniestro

El supervisor explica ante los medios que no quiso ocultar la llamada a la Policía pero que "estaba muy aturdido"

santiago de compostela. Antonio Martín Marugán, el interventor del tren siniestrado en Galicia, fue citado ayer por el juez instructor Luis Aláez declarar hoy en calidad de testigo, aunque en el auto de citación prácticamente lo exime de responsabilidad y maneja como hipótesis más probable del accidente una conducción inapropiada.

El juez instructor consideró en este documento, facilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, que la actuación del interventor del tren siniestrado la semana pasada, que cubría la ruta Madrid-Ferrol, en principio se presenta "correcta", ajustada a los procedimientos del operador y a las prácticas del sector.

Entendió Aláez que la consulta al maquinista para saber si el tren podría circular por una determinada vía es "algo normal", como el propio conductor, Francisco José Garzón Amo, imputado por 79 homicidios imprudentes, contó en su segunda declaración ante el magistrado, en esta ocasión voluntaria y efectuada anteayer.

El juez estimó que la llamada no es causa del descarrilamiento que sufrió el tren, y aunque se considere "desafortunada por el lugar o momento en que se hizo", ello se entiende "insuficiente" para atribuirle una imprudencia con relevancia penal por un siniestro, con un saldo de 79 muertos y más de 150 heridos, que parece tener su causa "en la inapropiada e imprevisible conducción del maquinista".

Aún si se percibiese que la conducta del interventor es "desacertada" porque podría haber distraído al conductor, Aláez estimó que el papel de Marugán se encuentra dentro de los límites permitidos. Por ello, "aunque se considere que la llamada fue errónea o equivocada al efectuarla en ese momento, la posición de garantía del interventor no se extendía a actuaciones directamente relacionadas con el pilotaje".

Añadió además en el auto que la llamada está "amparada" en la confianza de que el conductor, a consecuencia de ella, no va a "abandonar o desatender su principal cometido en el tren: conducirlo adecuadamente".

Por los datos conocidos, y atendiendo a lo que de ellos se infiere, subrayó Aláez que la causa primordial del accidente parece estar en "la indebida conducción" al ir Garzón a una "velocidad excesiva" para la configuración o trazado de la vía en el barrio compostelano de Angrois. "La llamada, en la terminología clásica culpa levissima, resulta penalmente irrelevante", concluyó.

Por su parte, José Carlos Costoya, portavoz del sindicato ferroviario de la Confederación Intersindical de Pontevedra, dijo que no son extrañas las comunicaciones entre ferroviarios. "El teléfono corporativo nos lo dan para eso", añadió.

Según la información de la caja negra, la llamada se inicia casi dos minutos antes de llegar al punto kilométrico donde se produjo el accidente, es decir, en función de la velocidad que llevaba el Alvia, unos seis kilómetros antes de alcanzar la curva en la que se produce el descarrilamiento.

Lo sucedido, prosigue el juez Aláez en el auto, no parece "achacable a una causa sobrevenida diferente e impensable" más allá de la "conducción inapropiada del maquinista por conducir a una velocidad que superaba el doble del límite permitido".

Marugán explicó ante los medios la omisión de la conversación con el maquinista en su declaración policial: "Estaba muy aturdido. Mi cabeza estaba llena de imágenes terribles. No era trascendental para el accidente. En ningún momento quise ocultar la conversación, y estoy convencido de que Garzón tampoco". Lo dice porque el maquinista no la mencionó al prestar testimonio el pasado domingo, convocado por el juez instructor.

el diálogo Del contenido del diálogo, que duró aproximadamente dos minutos, dijo Marugán que su única intención era facilitar la bajada de una familia con hijos en Pontedeume. De la existencia de esta comunicación se supo con el volcado de las cajas negras y se efectuó entre teléfonos corporativos.

El tráfico de llamadas, recibido por la policía y entregado al juez, resultaba crucial para el instructor, que ordenó un rastreo al conocer la pérdida del teléfono profesional del maquinista. En base a los datos divulgados, instantes antes del accidente el tren circulaba a 192 kilómetros por hora y tras la activación de un freno por parte del maquinista, el Alvia finalmente impactó contra el muro de hormigón tras pasar la curva de A Grandeira, a 153 kilómetros por hora en un lugar en el que el libro de ruta indica que no se puede ir a más de 80.

El portavoz de

un sindicato ferroviario coincide con la opinión del juez: "El teléfono

nos lo dan para eso"

El magistrado cree que

el interventor confió en que el conductor "no iba a desatender su principal cometido en el tren"

Los vecinos de Angrois reciben la llegada del tren con cirios y el conductor les responde con un saludo. Foto: efe