"Falta por encontrar el poblado donde vivían los pastores", un núcleo que estuvo habitado durante varios siglos, en el que vivían los habitantes que hicieron del abrigo de San Cristóbal, en Rioja Alavesa, el espacio donde alojaban a su ganado.
Así se explica el profesor Javier Fernández Eraso, de la Universidad del País Vasco, tras finalizar una nueva campaña de excavación en ese lugar durante este verano y donde lleva ya varios años buscando la datación más antigua a través de los diversos restos y fragmentos que van apareciendo y que van demostrando la habitabilidad continuada de la zona desde tiempo muy remoto.
Según comenta, "el año pasado sabíamos que este lugar estuvo habitado hace 5.420 años, gracias a las dataciones que hicimos a través de carbono 14 y a las piezas geométricas que fueron saliendo de la tierra". En la campaña de este año "se ha seguido excavando en esos niveles del establo y han continuado apareciendo restos que creemos pueden ser del Neolítico más antiguo, en torno a los 6.000 años, que enviaremos para su posterior datación".
Este yacimiento se encuentra en un lugar de muy complicado acceso en los alrededores de la subida a Peña Parda, en Sierra Cantabria. Allí, a mediados del siglo XV, según cuenta el profesor, hubo una ermita, un eremitorio y, efectivamente, en el primer estudio del terreno se encontró cerca de la impresionante pared de la cumbre de la serranía, la fosa donde fueron enterrados durante siglos los santeros o monjes que allí vivieron. La ermita, por su parte, se encuentra en muy mal estado de conservación, con la bóveda hundida.
El lugar elegido para excavar, trabajo que se lleva realizando ininterrumpidamente desde 2007 -aunque el profesor ya había hecho varias catas anteriormente- fue una superficie de tres por tres metros, en el lugar donde estaba la fosa fúnebre de la ermita. El equipo de Fernández Eraso retiró, en primer lugar, los restos de las personas que allí habían sido enterradas, así como pequeños objetos religiosos y algunas cuentas de rosarios.
Bajo ellos fue cuando comenzaron a aparecer los restos que se sospechaba que debía haber en ese lugar. Lo primero fue restos de cenizas, procedentes de hogueras, que en un primer lugar se dataron en los períodos del Calcolítico y el Bronce, entre los años 3200 y 4400 antes de la presente era. Pero bajo ellos había más y así, tras romper la costra calcárea que se había formado en el suelo por el goteo constante de agua desde la pared, se descubrieron más restos de hogueras que hacen sospechar que el lugar estuvo habitado al menos desde el año 5.000 por pastores que tenían las primeras ovejas que se han detectado en ese punto.
"Desde los años 70 se pensaba que la cultura del Neolítico llegó muy tarde a esta zona y que el lugar más antiguo era Peñalarga, que ostenta el récord de ser el lugar donde se han encontrado los restos de animales domésticos, principalmente ovejas y cabras, más antiguos, del año 6740, de todo Euskadi". Ahora "estamos viendo que no es así, que en Rioja Alavesa, el Neolítico llegó al mismo tiempo y en esta campaña lo hemos podido comprobar al extraer del lugar piedras con forma de media luna usadas como hoces y con la pátina que deja el segar el cereal".
Este año sólo se ha profundizado unos 30 centímetros y ha deparado el hallazgo de restos más antiguos de los imaginados hasta ahora. Por lo tanto la idea es continuar en próximos años hasta poder fijar la fecha en la que se comenzó a utilizar ese abrigo como corral para el ganado durante el verano. Lo que sin embargo no está claro es cuál sería el lugar donde estaría el poblado donde vivían y donde se supone que también debe haber corrales, como el que ya se conoce en Los Arcos, en tierras navarras.
Aquellos primitivos pobladores se dedicaban a la agricultura y a la ganadería. Presumiblemente, según explica Fernández Eraso, "esos poblados estarían a media ladera en un lugar que no se inundara en ningún momento" y desde donde tuvieran el control del paisaje para evitar ataques y saqueos. Para el cuidado del ganado utilizaban los recursos que les ofrecía la sierra y por esa razón construían los abrigos para llevar ovejas y cabras a pasar el verano en las alturas y los inviernos en los establos del poblado. De la ganadería obtenían carne, leche y pieles.
En Rioja Alavesa sólo hay dos poblados localizados: el de La Hoya y su prolongación en la actual Laguardia, y el del Alto de Castejón, en Navaridas. El primero, en la citada villa, se extiende por una zona llana, ocupa una extensión de 40.000 metros cuadrados y conserva en tres de sus lados la muralla que lo circundaba. Por los datos obtenidos y los materiales recuperados en la excavación se puede reconstruir el proceso de vida y evolución del poblado y sus gentes, desde su fundación hasta su abandono. Su origen parece remontarse al Bronce final, hacia los siglos XIV-XII antes de Cristo, en una primera fase. Sobre ella hay una segunda fase indoeuropea, fechada en los siglos IX-VIII a.C. y posiblemente de la etnia berona, y más tarde se pobló con habitantes celtibéricos, momento en el que todo apunta que se decidió el abandono del poblado, ante los frecuentes ataques que sufría y la subida al cerro, en el que actualmente se enclava Laguardia y donde cada vez que la piqueta entra en el subsuelo encuentro vestigios de una importante población prerromana. Recientemente se abrió al público el estanque celta, conservado en una gigantesca sala del aparcamiento de La Barbacana, que pasa por ser el mayor de Europa de esa época.
Respecto al Alto de Castejón, y de acuerdo con el informe de los arqueólogos, su relevancia no dejaba lugar a dudas. "Nos encontramos ante un yacimiento, sin duda, de gran importancia, con una zona alta con unas defensas naturales evidentes y una sucesión de terrazas con diferencias funcionales entre ellas. Hasta ahora hemos documentado una terraza al sur, posiblemente orientada al cultivo y una terraza al norte de la anterior donde se encontraba parte del poblado. Por ahora nos encontramos en una tesitura cronológica de la primera Edad de Hierro (aproximadamente, la primera mitad del primer milenio antes de Cristo)".
Las terrazas albergaban viviendas circulares, que son más antiguas, y rectangulares. También se encontraron restos de escorias, lugares donde se fundía el hierro o el bronce, así como algunos restos de cerámicas o de asta de ciervo. A finales del verano de 2010 se habían encontrado en un espacio relativamente pequeño 10 viviendas, ahora son muchas más y dejan entrever que aquella población celta se podría extender desde la meseta del Alto de Castejón, bajando por las laderas, cruzando la actual carretera -que ya destruyó en su momento una parte del yacimiento- hacia el barranco, aunque no se tiene constancia de cómo se encuentran las edificaciones que pudieran haber bajo los viñedos de la zona que, por lógica, los tendrían que haber dañado con las sucesivas roturaciones del terreno.