LAS mañanas julianas tienen una luz especial a la hora del encierro. El sol se levanta por el este y cuando llega a la torre de los Escolapios inunda el callejón de la plaza mostrándolo reluciente y vacío. Los fines de semana son días de especial aglomeración humana y masificación del personal. Miles de jóvenes de los territorios vecinos acuden a la llamada caliente de la matinal carrera y se inician en el encierro y se enfrentan a corredores y torada en un ejercicio de riesgo y valor.

John Jerónimo es un mozo vitoriano que el sábado se tropezó con el destino en forma de tapón humano y animal producto de una montonera casi asesina que en estos momentos trata de ganar la carrera de la vida y la esperanza alienta cada vez con más fuerza. Solidaridad y apoyo en estos momentos difíciles para familia y amigos. La sangre joven y la seguridad en sí mismo lleva a los visitantes de la ciudad a meterse en el recorrido del encierro que tantas han visto por la tele y se sienten corredores del encierro.

La fortuna reparte con desigual suerte gracias y desgracias y a nuestro corredor vitoriano del encierro le aplastó la avalancha humana del fin de semana. Espero y deseo que el capote de San Fermín saque a nuestro gasteiztarra de este complicado trance.

Se acabó lo que se daba y el invierno será tiempo para recordar los buenos e intensos momentos que pamplonesas/es y visitantes todos han protagonizado en las calles de Iruña. Se ha acabado San Fermín, pero la vida sigue y la ilusión de lo porvenir alimentará los corazones de quienes saben y sienten que los sanfermines son espectacular cita humana con encierros, corridas de toros, suculentas comidas, generosas ingestas de alcohol, frote y roce humano con desbordada intensidad y muchas cosas más.

Una fiesta bestial, apasionante, única, sensacional, trágica, abierta, conviviente, intensa, humana.