MADRID. Así lo recuerda el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en un documento elaborado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), con motivo de la publicación del Plan de Prevención de Efectos de Altas Temperaturas de este año.
En concreto, precisan que en la población femenina la temperatura media suele ser 0,2 grados mayor que en la población masculina, algo que no obstante "varía en función de la actividad genital", ya que en la segunda parte del ciclo menstrual o al inicio de un embarazo puede aumentar hasta en 0,5 grados.
Además, Sanidad asegura que otros factores como la alimentación, el estrés, la emoción y la cólera son capaces de aumentar la temperatura un máximo de 0,5 grados.
También puede condicionar la temperatura corporal el momento del día (0,5 grados más si la medición se realiza entre las 6 y las 18 horas), la estación del año (un poco más elevada en invierno) o la posición, ya que cuando uno está en decúbito o sentado tiene una temperatura entre 0,3 y 0,4 grados menor a cuando está de pie.
En este documento, el departamento de Ana Mato también ha analizado los diferentes métodos utilizados para medir la temperatura. En este sentido, avisa de que poner el termómetro en la axila es el método que "proporciona la peor evaluación de la temperatura interna", ya que "puede ser afectada por condiciones ambientales.
Igualmente, reconocen que la medición rectal también tiene "ciertos límites" ya que la temperatura en esa zona cambia lentamente con respecto a la variación de la temperatura interna y puede permanecer elevada "aun después de que la temperatura del paciente haya comenzado a bajar".
Además, avisan de que se pueden producir perforaciones rectales y, sin una técnica de esterilización adecuada, esta termometría "puede propagar contaminantes contenidos en las heces".
Otra alternativa sería la medición a través de la boca pero reconocen que la temperatura "se altera fácilmente por la ingestión reciente de alimentos o bebidas, o al respirar por la boca. Para ello, aconsejan medir la temperatura manteniendo la boca cerrada y la lengua extendida durante 3 a 4 minutos, a pesar de que "a menudo sea difícil de lograr".
Y en el caso de la termometría auricular, puntualizan que, aunque es de utilización fácil y presenta menos riesgos, "es menos sensible a la detección de fiebre".