Bilbao. Solo un tercio de las personas con dedicación plena a la investigación en Euskadi son mujeres, el 80% de los catedráticos de la UPV/EHU son hombres; hay más chicos en Ingeniería que chicas, y más chicas en Enfermería que chicos. Un 35% de los chicos considera que no es maltrato "controlar todo lo que hace su pareja", una afirmación que secunda el 26% de las chicas. Según la Ertzaintza hay tres agresiones diarias a chicas de entre 13 y 30 años y cerca del 40% de los agresores sexuales son menores de 30. Además de las dos víctimas mortales del falso Shaolín, otra joven de 26 años ha muerto este año en Laudio a manos de su pareja. Son las distintas caras que adopta un mismo fenómeno: el sexismo y la desigualdad entre hombres y mujeres que el Gobierno vasco pretende combatir desde la escuela.
Por primera vez, el Ejecutivo vasco va a poner en marcha un Plan Estratégico para la Coeducación y la Prevención de la Violencia de Género que persigue un doble objetivo. Por un lado, "impulsar un modelo de escuela coeducativo, basado en el desarrollo integral del alumnado al margen de los estereotipos y roles en función del sexo"; y por otro, "educar en el rechazo de toda forma de discriminación (por sexo u orientación sexual) y violencia de género", así como "posibilitar una orientación profesional sin sesgo de género". De esta forma definió ayer la consejera de Educación, Cristina Uriarte, este plan crucial que será presentado en sociedad el 30 de octubre, en el marco de Foro para la Igualdad organizado por Emakunde.
Ayer Uriarte, acompañada por la viceconsejera de Educación, Aran-tza Aurrekoetxea, y la directora de Emakunde, Izaskun Landaida, adelantó las líneas generales del borrador del plan, en cuya elaboración han participado 15 instituciones y agentes del ámbito de la igualdad y la educación del País Vasco.
Para Landaida este plan supone "un salto cualitativo" a los trabajos elaborados hasta ahora (como el programa Nahiko que se desarrolla en Primaria o Beldur Barik que trabaja la igualdad entre la juventud) ya que Euskadi se dota de una herramienta estratégica liderada por el Departamento de Educación. Y es que, desde su punto de vista, la "escuela es el principal agente socializador" y por tanto, el canal ideal para erradicar los estereotipos asociados al género, identificar para prevenir los micromachismos entre la juventud y, en última instancia, las expresiones más extremas del sexismo (discriminación, goorming -acoso sexual por las redes sociales-, violaciones, maltrato,...).
La tarea por delante es descomunal; tanta como darle la vuelta a siglos de cultura patriarcal. Educación, en colaboración con otros departamentos del Gobierno e instituciones (Emakunde, Eudel, Universidad, diputaciones) pondrá todos los recursos para hacer de la escuela la base de una sociedad si no libre de machismo, sí mucho más igualitaria. Ello exige desde un cambio de mentalidad en el profesorado o contemplar la dimensión de género en el proyecto de centro a integrar en el currículum "la contribución social e histórica de la mujer al desarrollo de la humanidad" y eliminar de los materiales didácticos "el sesgo sexista" que aún contienen, dijo Uriarte.
Evidentemente se trata de un cambio a largo plazo. No obstante, el curso que viene 50 centros públicos darán los primeros pasos y el curso 2014-2015, un total de 10 centros desarrollarán sus propios proyectos piloto para que, una vez evaluados, puedan servir de guía para el resto de colegios. En septiembre se abrirá una convocatoria para que los primeros 50 centros soliciten entrar en un proceso de formación. En estos casos, la persona responsable de coeducación del centro tendrá tres horas de crédito horario semanal y la posibilidad de asistir a seminarios de formación. Las instrucciones que a principios de curso el Departamento de Educación dirige a los centros recogerán la necesidad de nombrar a un responsable de coeducación y prevención de la violencia en el centro, un representante de igualdad en el Consejo Escolar y la creación de una comisión de coeducación y prevención de la violencia de género (formado por familiares, profesorado, alumnado, otros agentes sociales) que se puede integrar en otras estructuras que ya funcionen en el centro.