UNA batalla sin escaparate parece menos batalla. Ahora y siempre. Y al margen de si el recuerdo de la misma es algo necesario, lo que subyace en el fondo es pura necesidad. Egoísmo entendido como una exhibición de fuerza y orgullo por la victoria que estos días, en Álava y con pasmosa facilidad, se traslada del campo de batalla a la tienda de souvenirs. Aunque sea con 200 años de diferencia.
En este escenario se mueve a día de hoy la Vitoria más napoleónica, que no es ajena a este singular fenómeno del merchandising más histórico. Desde que el pasado año comenzaran a sonar los primeros tambores del bicentenario de la Batalla de Vitoria (1813-2013), la espiral creativa en torno a esta contienda no ha dejado de crecer. Se trata de algo muy parecido a lo que ocurrió el pasado año durante el reinado de la Green Capital, un ejercicio que instituciones, asociaciones y tiendas especializadas aprovecharon con fines políticos y comerciales para vender la sostenibilidad de una ciudad diseñada a la medida del peatón. Y funcionó. Vaya que sí lo hizo, porque hasta la mismísima Mercedes Milá, factótum del exitoso programa Gran Hermano, sucumbió a los encantos de Vitoria-Gasteiz mostrando en prime time una miniatura de la escultura de musgo que aún hoy copreside la plaza de la Virgen Blanca. El impacto de aquellos segundos, explican en el mundo de la mercadotecnia, no sólo tuvo un retorno económico para la capital alavesa "extraordinario", sino que ayudó a consolidar la marca Green de forma "espectacular".
Precisamente ese mismo objetivo es el que ahora se pretende repetir en Vitoria con aquella gran batalla que se libró el 21 de junio de 1813 y que supuso el principio del fin del reinado de Napoleón, el repliegue del ejército francés a manos de una entente histórica que conformaron españoles, portugueses y británicos dirigidos por Arthur Wellesley, duque de Wellington. Los episodios de aquel día son hoy, además de pasto de biblioteca, reclamo comercial y de marca para que firmas con cierta solera en Álava como La Brasileña, por ejemplo, se haya decidido a crear una colección de 16 láminas sobre la Batalla que ha serigrafiado en los sobres de sus azucarillos. Casi tres millones y medio de unidades que distribuirá este mes de mayo y junio a través de su red comercial alavesa. No es la primera vez que esta empresa asume una campaña de este calibre. Con anterioridad, cuenta Chema Medrano, apoyaron la labor de los donantes de sangre o el impulso del euskera entre el comercio vitoriano, un ejercicio de marketing que imbrica en su pertenencia como marca a la ciudad. "Somos una empresa de Vitoria y tratamos de apoyar eventos vitorianos que tengan cierta relevancia", reconoce este portavoz. Aunque en principio la caducidad de esta campaña expira en junio no se descarta aumentar la tirada habida cuenta de que muchos coleccionistas de todo el Estado están demandando esta colección. Las recopilación de las 16 escenas que conforman la serie ha corrido a cargo de una referencia en la materia como Emilio Larreina, presidente de la Asociación Histórica Vitoria 2013 y autor de la monografía más completa que existe sobre este singular hecho.
pastelitos de sosoaga El recorrido por la vertiente más simpática de la contienda se detiene en otro comercio con poso como la pastelería Luis López de Sosoaga, que como es tradición cuando tiene lugar una efeméride de este renombre en la capital, ha vuelto a diseñar un postre a la carta para ensalzar el valor de la misma. En esta ocasión se trata de un pastelito de nata con queso crujiente y miel que ha bautizado como Pastel de la Batalla de Vitoria y que ya vende en sus diferentes locales. No ha sido ésta su única creación, ya que de la mano de la Asociación de Pasteleros y Confiteros de Álava también ha elaborado Suspiros de la Marquesa, un dulce inspirado en la marquesa de Montehermoso, figura clave en el desenlace de aquel 21 de junio que la compañía de teatro Ortzai ha escogido como nudo central de su última obra, Vittoria, que estrenará en la capital alavesa el próximo domingo 23.
A escasos metros del monumento que acredita el triunfo sobre las huestes napoleónicas se encuentran dos locales estrechamente ligados al mundo del souvenir como Gereñu y Nonbait, que como no podía ser de otro modo, también cuentan con recuerdos de la Batalla, catalogada por la comunidad histórica "como una de las quince más importantes de la historia moderna". El producto más antiguo -ahora mismo agotado- es la réplica del propio monumento, de unos 30 centímetros y a la venta por casi 70 euros. Pero también existen reclamos más triviales como tazas para el café tuneadas con motivos centenarios y camisetas diseñadas para la ocasión por Kukusumuxu. Delantales, chapas, zapatillas de casa, toallas, vajillas, ropa interior, ceniceros, banderas y demás artículos de similar pelaje, de momento, tendrán que esperar a una próxima fiebre comercial.
vino de araico Aunque la celebración de todos los fastos del bicentenario se desarrollarán en Vitoria capital, también hasta localidades limítrofes como Villabuena han llegado los ecos de la batalla. Una de sus bodegas más emblemáticas, Araico, ha querido sumarse a la celebración con la elaboración de la marca Bicentenario de la Batalla de Vitoria 1813-2013, que estampará en todos sus vinos a lo largo de este año. El representante de esta bodega, Francisco Martínez de Cañas, mostró recientemente su "satisfacción" en la presentación de esta iniciativa por haber contribuido a la conmemoración de esta efeméride "haciendo lo que mejor sabemos hacer, nuestro vino de Rioja Alavesa". El pack de las tres botellas de vino que han sacado a la venta está disponible en Nonbait por 16,95 euros.
Igualmente resulta parada obligada en esta particular romería la localidad de Argómaniz, un enclave estratégico, en las faldas de la sierra del Gorbea, donde se erige regio el antiguo Palacio de los Larrea que mezcla linaje y nobleza con las comodidades del siglo XXI, y donde la leyenda popular ha contado durante décadas que cobijó a Napoleón en la noche de autos en su huida hacia Francia. Pues bien, los muros de esta joya renacentista también han hecho un guiño a la Batalla elaborando un menú inspirado en las cartas y facturas del General Álava, explican en el Parador. Una puesta en valor del lugar para con los huéspedes, que hace un mes que vienen agradeciendo este detalle gastronómico. "La acogida está resultando muy buena porque el asunto de la Batalla no es nuevo para ellos, fundamentalmente los británicos, que conocen incluso mejor que nosotros la historia de la misma", explican en este lugar.
En el camino de esta contienda también ha habido bajas. Probablemente la más significativa haya sido la imposibilidad de crear una réplica de la Medalla Conmemorativa que en 1813 la Junta Suprema entregó a la ciudad de Vitoria -junto al monumento- por su decisiva victoria sobre las tropas de Napoleón. "Ha sido una pena porque apenas quedan dos ejemplares que están en el Museo de Armería, pero nos pedían un mínimo de copias demasiado elevado para nuestras posibilidades, así que habrá que esperar a otra ocasión", lamenta Emilio Larreina, presidente de la Asociación Histórica Vitoria 2013.
...Y también pins, carreras, visitas guiadas, exposiciones y documentales
La firma alavesa Area Audiovisual
Vitoria. Completan el catálogo del bicentenario detalles menores como los clásicos pins, actividades como una carrera popular conmemorativa a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer -Carrera de la Batalla, se llama-, exposiciones, visitas guiadas, charlas o productos cinematográficos como el documental La Batalla de Vitoria, rodado en cine digital por la productora alavesa Area Audiovisual y cuyo estreno está previsto para el mismo 21 de junio, coincidiendo con la celebración del bicentenario. En este ambicioso proyecto la productora local ha contado con la colaboración de la Asociación Alavesa de Miniaturas y Maquetas, así como de la Asociación Histórica Vitoria 2013, creada para conmemorar la batalla y para contribuir a mejorar el conocimiento de la misma. También ha participado en este proyecto el colectivo TOW (Times of War) de Vitoria. El documental cuenta con los testimonios de numerosos historiadores y expertos sobre la histórica contienda, cuya narración corre a cargo de miniaturas, cuadros y grabados de la época. El guión lo firman los historiadores Aitor González de Langarica y Aitor López de Aberásturi, que han contado para la ocasión con el afamado compositor Bingen Mendizabal para firmar la banda sonora.