TARIFA (cádiz). El Jackeline sube y baja, como por una montaña rusa, al arreciar el viento de Levante. En Tarifa, como en el resto de Cádiz, la seca masa de aire africano es determinante en la vida cotidiana. Y ese día el Levante está guerrero, así que avistar cetáceos se está poniendo difícil. Al asomarnos por la borda del barco, las aguas que se cruzan en el Estrecho de Gibraltar nos calan, en un bautizo inesperado. Al fondo, la calima permite divisar la costa marroquí de Tánger y Malabata.
Si en un paseo turístico como este medio pasaje está mareado y la mayoría, empapados de agua de mar, ¿cómo pueden sobrevivir los desgraciados pasajeros de pateras mínimas, que llegan un día sí y otro también a la costa de Tarifa? Atrás quedaron otros destinos, como Los Cristianos, en Tenerife, Algeciras o Barbate, puesto que en esta dramática variante de la inmigración hay flujos, dependiendo de las circunstancias. Así, actualmente decenas de africanos, especialmente de origen subsahariano, se aventuran sin equipaje en barcas neumáticas ínfimas, en las que muchos deben viajar de pie, sin espacio siquiera para agua y comida -"una botella grande evita que quepa una persona", explican las fuentes consultadas-. Y son recogidos por el personal de Salvamento Marítimo de Tarifa "siempre con hipotermia", muy deshidratados, algunos medio muertos?
Israel Díaz Aragón, patrón de Salvamento Marítimo, lo testifica con dolor, ya que, a pesar de estar asistiendo constantemente a estas personas desesperadas, "nunca se acostumbra uno". De hecho, por un lado quiere que se sepa la gravedad de esta situación, pero por otro ahondar en el tema le inquieta. También es cierto que algunos periodistas "te ponen el micrófono en la boca, de forma agresiva", protesta, aunque consciente de que "hay muchos fotoperiodistas en Tarifa dedicándose a plasmar la realidad de la inmigración que llega de África".
A diferencia de lo que la opinión pública pueda pensar, el goteo de pateras es incesante, y los fuertes temporales del invierno no frenan a esas personas sedientas de abandonar situaciones insoportables. De hecho, fuentes de Cruz Roja de Cádiz informan a este diario de que en 2012 fueron más de 1.000 los inmigrantes atendidos por su personal en el puesto de Tarifa y que fue octubre "el mes del mayor pico de actividad, continuando las llegadas en noviembre e incluso el 25 de diciembre", enumera Miguel, de la Cruz Roja gaditana. Viajan hasta cuando los barcos no salen por el mal tiempo. A Miguel le sorprende que "esas lanchitas de juguete soporten el peso de tantas personas". 14 kilómetros les separan de Marruecos a Tarifa, y atraviesan remando, y muchas veces llegan con la barca medio hundida. Otras, "se los come el mar", señala Carlos Arce, de la Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía.
"alto nivel de estrés" Efectivamente, narrar en primera persona los salvamentos pone en tensión a Israel, quien se enfrenta demasiado a menudo a "gente medio ahogándose", mujeres a punto de dar a luz -en concreto una se puso de parto una vez la izaron al Salvamar Alkaid-, bebés "que tienes que recoger, con miedo a que te fallen las manos entre olas" -que a veces son hasta de 5 metros-, poca visibilidad pues "suelen escoger la noche y el amanecer, para no ser avistados desde la costa"... "Son situaciones al límite, que generan un estrés alto. Sí es angustioso, afrontar todas esas vidas humanas arriesgándose en esas embarcaciones, con los golpes de las olas...", enumera, agobiado.
Aun así, también es consciente de que su trabajo "es de profesional del rescate. No te puedes limitar, y tienes que dar más de ti para que las cosas salgan adelante", indica. Tanto Israel como los miembros de la Cruz Roja consultados relatan que lo común es que los migrantes sean recogidos "con hipotermia leve como mínimo" y, en caso de ser severa, si en 10 ó 15 minutos no se reaniman, "los tienes cadáver", describe Israel, quien desgraciadamente ya se ha visto en esa tesitura alguna vez.
Salvamento Marítimo y Cruz Roja asisten en "respuesta inmediata" a embarcaciones, surfistas, bañistas... pero el panorama de las pateras es constante. "Estas lanchitas son como tirarse a cruzar el Estrecho en una tabla de windsurf o peor", valora Miguel. "Cruzan entre 6 y 10 personas, en neumáticas pequeñas, no como hace años, en que lo hacían en pateras de 30-40 personas". ¿Y por qué optan por esta arriesgada forma de viajar? Las fuentes consultadas deducen que la razón es evitar ser detectados por las cámaras térmicas que cada vez más controlan en tierra posibles traficantes, pateras... Con estos medios de transporte mínimos, "es fácil confundirlos con un cachalote u otro animal", aclaran.
La APDH de Andalucía subraya cómo mafias y Policía acosan en África a inmigrantes, principalmente subsaharianos, incitándoles a pasar el Estrecho en terribles condiciones. G., voluntario de Cruz Roja en Tarifa, comenta a DNA que "muchos vienen engañados. Nos cuentan a veces que en África les dijeron que el Estrecho era sólo un río grande". Y, claro, arriesgan la vida en pos de un supuesto futuro más prometedor que su presente.
"horas extras del ángel" El Estrecho de Gibraltar es la costa estatal con mayor movimiento de cetáceos. Y Cádiz lleva siglos siendo puerta de entrada y salida de Europa. Pero, como comprobamos, el famoso Levante puede ser muy peligroso. En cambio, actualmente se habla de unos 10 migrantes muertos al año allí. Parece increíble, por la terrible forma en que estas personas se aventuran por el Estrecho. "El ángel de la guarda mete horas extras", apunta en el Jackeline Belén G. Dorao, responsable de la gaditana Torre Tavira. Pero Carlos Arce puntualiza que en la APDH han contabilizado 225 personas muertas o desaparecidas, luego el dato es inexacto. Miguel añade que "con las pateras de 30-40 personas era más fácil que volcaran, el peligro siempre ha existido".
El pasado miércoles llegaron 15 migrantes en una balsa hinchable a Tarifa. El protocolo es que Cruz Roja tiene un puesto establecido en el puerto para asistir médicamente a los migrantes. Lo primero que les proporcionan son mantas y comida: es importante hidratarles y que entren en calor. Si están heridos, les curan, pero si están a punto de morir, o necesitan una intervención quirúrgica, les llevan directamente al hospital en ambulancia.
Tras ello, pasan a disposición policial, donde son identificados. Algunos son devueltos, otros se quedan optando por romper con su identidad para buscar un futuro prometedor hacia el Norte -en el Sur hay altos índices de paro-. Llegan a la deriva, en el mar y en tierra, creyendo que aquí van a ser felices.
Normalmente, Salvamento Marítimo, Cruz Roja, Policía Nacional, Guardia Civil, etc. se coordinan en las intervenciones, y un helicóptero suele ayudar en los rescates del mar. Pero a Israel le produce ansiedad el circuito de comunicación que hay entre ellos. Y es que Salvamento Marítimo de Tarifa, para comunicarse con su homólogo de Marruecos, ha de transferir el mensaje "primero a Cádiz, luego a Madrid, Madrid habla con Rabat y Rabat da instrucciones a Tánger. E igual estamos a 50 metros".
Otro aspecto que observa el capitán del barco es cierta indiferencia de Marruecos ante lo que sucede, pues normalmente son españoles quienes asisten a los pasajeros de las pateras. "A veces llaman por teléfono aún desde aguas marroquíes, para que vayamos a por ellos, diciendo que están cerca de España", relata. Generalmente, de madrugada, y en ocasiones, a la deriva... Toda una aventura en la que se embarcan sin equipaje, sin víveres y, eso sí, un teléfono para pedir auxilio. Y puede que una biblia, para dar gracias al cielo si los rescatan desde Europa.